La referencia a una figura concéntrica, en la que cada parte se retroalimenta y potencia –para bien o para mal– a todas las demás, fue mencionada por dos analistas de forma antagónica, para reflejar la realidad del sector agropecuario y del comercio. Es que los datos del producto interno bruto (PIB) permiten visualizar a estas dos áreas como ganador y perdedor, respectivamente, del escenario que desató la pandemia.

En momentos en que buena parte de las ramas privadas empiezan a negociar salarios, desde el PIT-CNT se advierte que la realidad sectorial no es una y que hay subsectores, por ejemplo dentro del comercio, que elevaron sus ganancias. Por eso se cuestiona el planteo del gobierno y los empresarios de postergar la recuperación salarial, también con alusión a una figura concéntrica: sin una mejora de los ingresos de los hogares no se reactivará el consumo interno y no habrá un círculo virtuoso, sino más bien vicioso.

El debate de fondo está asociado a la inevitable comparación del nivel de actividad y la evolución del salario, con la variable del empleo terciando en los análisis. “Desde antes de 2020 el sector comercio y servicios ya no era generador de empleo y la pandemia destruyó muchos puestos. Es una realidad ineludible en un momento así [de negociación salarial], sumado al escenario de incertidumbre mayor que el habitual, porque hoy la situación sanitaria te cambia los planes hasta en el corto plazo”, dijo a la diaria la asesora económica de la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay (CCSU) Ana Laura Fernández.

Para Favio Riverón, presidente de la Federación Uruguaya de Empleados del Comercio y Servicios, se necesita “honestidad de quienes tienen los números”, en referencia a las empresas, porque hay “una situación muy compleja en algunos lugares” y también tiendas que incrementaron las ventas en línea, supermercados con mayor facturación, lo mismo que las farmacias o la distribución de supergás –todos forman parte del mismo grupo de negociación–. En su visión, ante las dificultades por la pandemia para el ingreso de inversión extranjera, “parece lógico apostar al mercado interno” como motor de la recuperación, y eso no ocurrirá “si se plantea que los salarios se deprecien y se siga perdiendo poder adquisitivo”.

El dirigente sindical sostuvo que “con lo acumulado en 15 o 16 años de crecimiento en las ventas y ganancias”, el sector empresarial debería “apostar por uno o dos años a levantar” el consumo.

Foto del artículo 'Los distintos ritmos de los sectores de la economía, las figuras concéntricas y la recuperación salarial'

La importancia del mercado interno también fue mencionada por Fernández, aunque desde otra óptica. La economista señaló que “los servicios son los más golpeados por el impacto de la pandemia”, en especial una buena parte cuyo trabajo depende de la temporada turística y el ingreso de extranjeros. Y acá aparece la referencia concéntrica: de lo que genera el turismo también dependen varios rubros del comercio, y los efectos de la pandemia y la nula temporada sobre el empleo –hay 45.000 ocupados menos, según el relevamiento de la CCSU–, más el nivel de ingresos de los hogares, terminan repercutiendo en otros sectores del comercio más asociados al mercado interno.

“Por todo eso hoy atravesamos una fase compleja. La caída del salario real, del empleo y hasta de las expectativas tiene un efecto directo en el comercio. Por eso el sector se diferencia mucho [en la evolución de la actividad] de otros cuyas variables determinantes vienen desde fuera de fronteras”, concluyó Fernández.

Del lado de los trabajadores, Riverón apuntó que el convenio salarial en comercio y servicios previo al “período puente” definido a mitad de 2020 “había sido de empate”, es decir que ya se arrastran varios años en que las remuneraciones no le ganan a la inflación. “Hay un agravante: el grueso de los trabajadores del sector están dentro de las 400.000 personas que hay ‘veintemilpesistas’. Son compañeros y compañeras con salarios extremadamente menguados, que zafan por poco de la línea de pobreza”, explicó.

El ciclo expansivo del agro: ¿similar al boom de hace una década?

Entre los rubros empresariales ganadores en el último tiempo pican en punta los sectores agroindustriales que exportan su producción: “Nunca pararon ni se vieron obligados a bajar la cortina [por la situación sanitaria], la demanda se mantuvo o aceleró, subieron los precios. Además, en algunos casos hay ciertos condimentos globales que hacen que haya mercados tonificados y con precios favorables. Eso nos hace pensar en una ola de expansión”, dijo a la diaria el economista Alfonso Capurro, gerente sénior de CPA Ferrere. A diferencia de las referencias anteriores, acá la figura concéntrica aparece a modo de círculo virtuoso.

En la carne “China lidera la recuperación global” y dos competidores de Uruguay en aquel mercado tienen problemas, como Australia –por una reestructuración de stocks– y Argentina –que por los precios internos suspendió por un mes las exportaciones a fines de mayo–. Así las cosas, el nivel de faena alcanzó “números muy buenos en las últimas semanas” y el dato anualizado se ubica entre los mejores de los últimos años, repasó Capurro.

“Hay sectores” dentro del agro “que tienen similitudes a los tiempos” de mayor expansión de los últimos años, sostuvo el economista, en referencia al ciclo de alza en el precio de los commodities, que impulsó la economía local y regional entre principios de siglo y 2014.

El analista hizo una distinción sobre las decisiones de inversión y “sus ciclos de maduración” en el sector: en el caso del ganado transcurren unos tres años hasta la primera faena, y en los cultivos son tiempos “más cortos”, porque según las condiciones actuales se define la plantación de la próxima cosecha. “Es posible que veamos [hacia la siembra de primavera] más áreas planteadas, que se revierta la caída que viene en la soja desde 2015 y en el arroz hace diez años. La situación actual y los precios permiten prever una expansión”, señaló. Esas decisiones hacen proyectar mejores niveles de exportación el año próximo.

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De todas formas, apuntó que los empresarios aún miran el panorama “con cautela”, en especial por antecedentes recientes de China, que frente a una suba de magnitud de los valores de exportación de productos como la carne o la soja, frena embarques como mecanismo para regular los precios. “Hubo olas de precios [en los sectores cárnico y lácteo] que se revirtieron y fue traumático” para industrias que apostaron por China, indicó.

También el analista de CPA señaló que otras actividades dentro del sector, como la forestación y la silvicultura, “ya vienen con un crecimiento sostenido y van a empezar a notarse con más claridad los movimientos asociados a la nueva planta” de UPM en Paso de los Toros. De todas formas, el emprendimiento en construcción ya viene aportando al PIB, aunque en el sector de la construcción. “Desde el año que viene los efectos del proyecto empiezan a cambiar, baja [la incidencia] en la construcción, pero se activan las actividades de transporte y de producción de madera”, indicó.

Capurro analizó que la construcción está con un buen nivel de actividad, con unos 45.000 trabajadores, pero aún lejos del boom de hace una década –cuando se llegó a un pico de 70.000 ocupados– y con el riesgo de que gran parte del movimiento está asociado al proyecto de UPM, las obras aledañas, como el ferrocarril central, y los proyectos de participación público-privada. Cuando eso pase, hacia 2022, se requerirá una reactivación más general para mantener o repuntar el nivel de actividad, y eso está atado a la inversión dentro de la economía, que permaneció estancada en los últimos años y continúa lejos del guarismo superior a 20% del PIB alcanzado entre 2011 y 2014.

Para lograr el debatido “derrame” entre sectores de la economía, Capurro consideró que “se necesita un ciclo de expansión pujante y generalizado”, como el que vivió Uruguay hasta el estancamiento económico del último quinquenio. “Si el escenario internacional continúa siendo favorable, al cabo de dos o tres años eso derrama en el resto de los sectores, pero si es transitorio resulta más difícil”, expresó.

Lejos del postulado del derrame, Riverón, también integrante del Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT –que comenzará la próxima semana a analizar los lineamientos para la negociación que brindó el gobierno–, planteó que aceptan que en lo salarial exista “cierta situación diferencial para los sectores” más golpeados, pero remató: “Queda de fondo una discusión que siempre intentamos dar y fracasamos. ¿Cómo es posible que el 1% más rico del país ya haya recuperado los niveles de ganancia previos a la pandemia y el 99% restante, sobre todo los asalariados, estén en una situación de pérdida del poder adquisitivo?”.

La relación entre PIB y masa salarial

Un informe del Observatorio de Coyuntura Económica de la Universidad Católica, que tiene como director al economista Javier de Haedo, planteó que la variable a atender para relacionar al PIB es la masa salarial, concepto que une el salario y el empleo. En 12 de los últimos 14 años el PIB y la masa salarial “tuvieron variaciones del mismo signo”. También se apuntó que la evolución del nivel de ocupados y el salario real –ambos componen la masa salarial– creció todos los años entre 2007 y 2014 a excepción de uno, mientras que en el quinquenio posterior las variables se separaron, con leves subas del salario y caída del empleo. En 2020 ambas variables se vuelven a encontrar, aunque en un escenario de caída: “El PIB cayó 5,9%, mientras que la masa salarial se redujo 5,2% como resultado de una caída de 3,5% en el empleo y de una caída de 1,7% en el salario real”.