Una de las manifestaciones más evidentes de este fenómeno fue que las tarifas de los contenedores más que se cuadruplicaron desde que comenzó la pandemia. Como alerta el Fondo Monetario Internacional (FMI), las medidas de restricción a la movilidad, la escasez de mano de obra y las tensiones en las redes logísticas generaron un aumento de los costos de envío y prolongaron significativamente los tiempos de entrega.
Sin embargo, la incidencia de estos factores en el funcionamiento de las cadenas de suministro ha disminuido gradualmente, favoreciendo un retroceso gradual y parcial de los costos logísticos en los últimos meses. Esto debería descomprimir, en parte, las tensiones inflacionarias en el correr de este año. En efecto, como se aprecia en el gráfico 1, las tarifas globales de contenedores comenzaron a retroceder luego de alcanzar un nivel récord en septiembre. Desde ese momento, la caída asciende a 16% y se explica principalmente por la caída de las tarifas en la principal ruta marítima entre China y Estados Unidos.
Es importante notar que ese descenso responde también a la estacionalidad de los envíos, asociada a los picos de demanda por las fiestas. A su vez, responde a la ampliación de los horarios y las capacidades en varios puertos, medidas que fueron adoptadas para paliar el congestionamiento y los cuellos de botella de las cadenas globales de suministro. En este sentido también contribuyó el viraje de los patrones de consumo, que luego del relajamiento de las restricciones se ha ido orientando de a poco hacia los servicios.
Al margen de lo anterior, más allá de esta reciente moderación, el organismo estima que los costos logísticos todavía permanecerán en niveles comparativamente elevados durante 2022. Esto es así en tanto algunas de las limitantes que han operado en 2020-2021 no tienen una resolución inmediata. Entre ellas, el FMI destaca los “atrasos y demoras en los puertos, la escasez de mano de obra en ocupaciones relacionadas” y también los “desafíos de la industria del transporte marítimo, como el lento crecimiento de la capacidad y la consolidación que concentró el poder de mercado en unos pocos transportistas”.
En ese sentido, es dable esperar que los costos de envío más altos y la escasez de bienes continúen operando sobre los precios de las mercancías en el corto plazo. A este respecto, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) proyecta que, si las tarifas de flete se mantienen elevadas hasta 2023, “los niveles de precios de importación y los niveles de precios al consumidor a nivel mundial podrían aumentar en un 10,6% y un 1,5%, respectivamente”.
Esto podría erosionar las condiciones de competitividad para los países en desarrollo de pequeña escala que exportan “productos de bajo valor añadido”, pudiendo limitar el ritmo de su recuperación económica. En el caso de los productos de alto valor agregado, que están más integrados a las redes de valor agregado globales, las perturbaciones sobre los precios persistirán por un tiempo más.
A la luz de todo lo anterior, y como alerta la institución, “regresar a las tarifas de envío previas a la pandemia requerirá una mayor inversión en infraestructura, digitalización en la industria del transporte de carga e implementación de medidas de facilitación del comercio”. Lograr esto será clave desde el punto de vista inflacionario, pudiendo contribuir a evitar los efectos negativos que podría suponer un giro muy agresivo de la política monetaria por parte de los principales bancos centrales del mundo –un escenario que, a juzgar por las últimas noticias, no tiene baja probabilidad de suceder–.