Sí, lo volvió a hacer, claro que de manera subrepticia, “de callado” o más bien “de vivo”. Porque no lo hace de frente, de manera formal y explícita, como sería votando una ley en el Parlamento. No, lo hace ajustando la Base de Prestaciones y Contribuciones (BPC) por debajo del aumento de precios.
¿Qué tiene que ver eso? La BPC es la unidad de cuenta que se usa para, entre otras cosas, fijar los límites a partir de los cuales los salarios o las jubilaciones pagan IRPF o IASS. Cuanto más alta la BPC, menos salarios pagarán el impuesto y los que paguen pagarán menos, ya que la lógica del impuesto es que paga (o aumenta la tasa el impuesto) la parte que supere cierta cantidad de BPC. Por lo tanto, si la BPC aumenta poco, entonces el mismo salario o jubilación real quedará comprendido en franjas más altas de impuesto.
Hasta 2020, la lógica de los gobiernos anteriores era que la BPC se ajustaba según aumentaran los precios (IPC). ¿Qué implicaba eso? Que si un salario o una jubilación se mantenía igual en capacidad de compra (o sea, aumentaba igual que los precios), seguía pagando (o no pagando) lo mismo. Pero si un salario caía en poder de compra (o sea, aumentaba menos que los precios o incluso caía), pasaba a pagar menos impuesto y, al revés, si el salario aumentaba en capacidad de compra, pasaba a pagar más, entendiendo que esa persona, al mejorar su situación, podía contribuir algo más a financiar los servicios públicos.
Pero este gobierno cambió la lógica y, a la vez que los salarios y las jubilaciones reales vienen cayendo (en dos años de gobierno, hace dos años que caen), ahora ajusta la BPC por debajo de los precios (lo hace según el aumento de salarios, el IMS). Así, alguien que logró mantener su salario real estos años en 2021 pagó más que en 2020 y en 2022 pagará más todavía.
Lo gracioso de esto es que el gobierno dice que el ajuste es “neutro”, es decir, que los trabajadores van a seguir pagando lo mismo. ¡Claro! En promedio pagaremos lo mismo, a la vez que ganamos menos. Pero la lógica del IRPF y del IASS es que si alguien pasa a ganar menos, debería pagar menos impuesto, porque se está empobreciendo. No obstante, si bien en estos dos años los uruguayos y las uruguayas nos hemos empobrecido, el gobierno ajusta las franjas para que sigamos pagando lo mismo. O sea, que podamos llevar menos ingreso a nuestras casas es aceptable, pero que la recaudación del gobierno caiga no lo es.
Ah, y también, ya de paso, el gobierno reduce el monto real de varias prestaciones sociales, como asignaciones familiares o jubilaciones y pensiones mínimas cuyo monto está establecido en la BPC. De esta forma, no sólo la gran mayoría de la población se está empobreciendo, sino que el gobierno falta una vez más a su promesa de no aumentar impuestos.