La economía habría crecido 4,5% en 2021, un punto y medio más de lo que anticipaban los analistas un año atrás. Las estimaciones oficiales no eran optimistas; muchos nos equivocamos. Sabemos que una parte de eso recoge un efecto rebote, estimamos que otra parte responde a la gestión, y asumimos que el resto es producto de “este fuerte viento que sopla” desde afuera. ¿Cuánto de ese 4,5% se explica por cada factor? Quizás alguien lo sepa, yo no lo sé. Pero sí sé que es importante, aunque no sencillo, mantener la consistencia. Y lo que era cierto hace diez años, ¿por qué no sería cierto ahora? El mundo cambió y nosotros cambiamos, con él y pese a él. Sin embargo, desde esta perspectiva, los cambios no fueron tantos: si lo de antes fue sólo viento de cola, lo de hoy también lo es. Ni lo uno ni lo otro. Entre lo blanco y lo negro hay mucho gris.
Algo similar sucedió en la órbita del empleo. Se recuperaron 48.500 puestos durante el año pasado (80% de lo perdido en 2020) 2. La masa salarial también se recuperó, al igual que el ingreso de los hogares. Sin embargo, el repunte estuvo limitado por la caída del salario real, que fue de 1,5% el año pasado. Y tan importante como la variación es el nivel. En ese sentido, no debemos perder de vista que 42% de los ocupados percibe salarios sumergidos, ni que esa cifra asciende a 69% en el caso de los jóvenes 3.
Es cierto que el crecimiento económico y el aumento del empleo son la plataforma para la recuperación salarial. No es tan cierto, o al menos no es inobjetable, que esa relación sea lineal y que se muevan armónicamente y a la par. Los últimos 30 años muestran dos versiones distintas de cómo puede darse esa interrelación en función de distintas orientaciones.
“La infantilización del debate sobre la pobreza” 1
Sin duda la parte más controversial de la exposición. Por lejos, la más sensible. Gracias a los esfuerzos del Instituto Nacional de Estadística (INE), hoy contamos con publicaciones semestrales sobre la pobreza, un insumo fundamental para el diseño de políticas públicas que antes no teníamos. Pero como antes no lo teníamos y ahora lo tenemos, debemos ser cuidadosos al interpretarlo. Comparar datos anuales con datos semestrales no es “lógico”, como advirtió Juan Pablo Ferreira, director de metodología e investigación del INE 4. Hacer eso no es correcto.
Tampoco es correcto afirmar que “4.055 niños ya no se encuentran en situación de pobreza” 5, ni obviar el efecto asociado a la caída de la natalidad. Hay menos niños que nacen en hogares pobres y hay niños que siguen siendo pobres, pese a que saltaron de tramo etario entre un año y el otro. Si se compara el primer semestre de 2019 con el primer semestre de 2021, la estimación puntual de la pobreza cae tres décimas para los menores de seis años, aumenta 2,1% para los niños de entre 6 y 11 años, y crece 4% para la franja que va desde los 12 a los 17 años. Y para ser más precisos, como señaló Ferreira, “el intervalo de confianza al 95% de la diferencia de la pobreza en menores de seis años entre un período y otro contiene al 0”.
Sabremos cumplir
“Se cumplieron todos los compromisos fiscales”. No sólo eso, se sobrecumplieron. Y en la transición hacia un mundo de tasas de interés más altas y menor liquidez, no debemos restar mérito. Reconocerlo no implica desistir en el frente de la controversia, ni confundir economía positiva con normativa. ¿Eso se logró sin subir impuestos? Discutible. Se reinstaló el impuesto covid y se introdujeron cambios en el IVA. También se modificó el criterio para ajustar la base de prestaciones y contribuciones en la fase baja del ciclo económico; un cambio con “vocación fiscalista” 6 que impidió amortiguar la caída del poder de compra de salarios y pasividades 7. Eso por un lado.
Por el otro, parte de la mejora se recostó sobre el retroceso de remuneraciones, transferencias, pasividades e inversión. Y el monto que se destinó a la asistencia social desde el Fondo Covid fue similar al excedente que surge del cumplimiento holgado de las metas. Por último, en el terreno de lo que es opinable, también habita la consideración de la pérdida por baja recaudación como una medida de apoyo productivo. Sostener esto no equivale a ignorar el hecho de que es más fácil decir que hacer.
La tragedia de los comunes
Hace más de medio siglo Garrett Hardin alertaba sobre la tragedia de los bienes comunes. Imagínese un pastizal “abierto a todos”, comenzaba Hardin. Luego imagínese lo que haría un pastor actuando racionalmente. “Cada pastor recibe un beneficio directo por sus animales y enfrenta gastos retardados por el deterioro de los bienes comunes cuando su ganado y el de otras personas pastan en exceso. Cada pastor se siente impulsado a introducir más y más animales, porque recibe el beneficio directo de sus propios animales y carga únicamente con los costos resultantes del sobrepastoreo”. De ahí la tragedia: la racionalidad individual, o de grupos particulares, puede conducir a la irracionalidad colectiva y derivar en un subóptimo social.
La lógica se mantiene si sustituimos el pastizal por otros bienes comunes. La institucionalidad, la cohesión social o la buena convivencia, por poner algunos ejemplos, pueden también considerarse de esta manera. Todos nos beneficiamos de ellas, pero no siempre tenemos incentivos para preservarlas. El sesgo del presente y la miopía cortoplacista son huesos duros de roer; para algunos más que para otros. Como ilustra el famoso dilema del prisionero 8, que es una generalización de esta tragedia, las decisiones que parecen ser buenas para los individuos pueden no serlo para el conjunto. Cooperar puede ser la mejor manera de solucionar los problemas. Y problemas tenemos muchos, y no son menores.
Según el Consejo Fiscal Asesor, la tasa de crecimiento promedio del PIB potencial para el período 2021-2030 se ubica en 2,1%. Es un crecimiento muy bajo, que no será suficiente para sostener niveles elevados de desarrollo en el mediano plazo.
No será suficiente para abordar los problemas del mercado laboral, teniendo en cuenta que las dificultades no se agotan en el desempleo. De hecho, son más de 320.000 las personas que enfrentan problemas de insuficiencia de empleo 9. Y esos problemas no se distribuyen de forma homogénea entre la población. Entre los menores de 24 años el desempleo supera el 23%, pero está por debajo de 4% a partir de los 35 años. Hay más de tres puntos de diferencia entre el desempleo de las personas de ascendencia blanca (6,5%) y el resto (9,8%), y si se desagrega por nivel educativo, existe una brecha todavía más profunda: la tasa de desempleo es 1,6% entre quienes tienen estudios terciarios y 8,6% entre quienes no terminaron secundaria.
Mucho menos será suficiente para revertir el perfil de infantilización de la pobreza en un país donde uno de cada cinco niños sigue siendo pobre, por más que le pongamos globitos.
El universo está lleno de estrellas. Todos podemos trazar líneas entre ellas y encontrar las constelaciones que más nos gusten. Pueden no ser las mismas, pero eso no quiere decir que las estrellas no estén ahí. Ponernos de acuerdo en eso ya sería un avance.
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El 37,5% de los nuevos puestos de trabajo cotizantes creados entre mayo y diciembre a nivel nacional correspondió a los Jornales solidarios (El Observador). Según Alfie, el programa explica el 14,6% de los nuevos puestos. ↩
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Instituto Cuesta Duarte. ↩
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Ricardo Leiva. No toquen nada. ↩
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Extraído de su cuenta de Twitter. ↩
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Presentación del MEF (15/2/2022). ↩
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El gobierno cambió el criterio de ajuste de las franjas del IRPF y del IASS. En Perspectiva. ↩
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El diablo está en los detalles. La Diaria. ↩
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John Nash, la libertad responsable y ¿la mente brillante? La Diaria. ↩
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Centro de Estudios para el Desarrollo. ↩