El desempeño económico durante el primer trimestre

La comparación interanual: “efecto rebote”

El Producto Interno Bruto (PIB) creció 8,3% en términos interanuales durante el primer trimestre del año, un rebote esperable teniendo en cuenta que la base de comparación (primer trimestre de 2021) estuvo muy afectada por los efectos asociados a la pandemia, especialmente en lo que refiere a las fronteras y el turismo. En ese sentido, el alto registro recoge la normalización parcial de la actividad turística, el mayor arrastre de la demanda externa y el impacto de los grandes proyectos de inversión.

Analizando el dato por el lado de la demanda, todos los componentes crecieron en relación al mismo período del año anterior, destacándose la expansión de las exportaciones y de la inversión. El primer componente se expandió 23,5%, y tuvo una incidencia de 5,8 puntos porcentuales sobre el crecimiento interanual (casi el 70% de la expansión). Cabe recordar que la incidencia surge de considerar conjuntamente la variación que registró cada componente y su peso relativo en relación al PIB. Detrás de lo anterior destacaron las exportaciones de carne bovina y vehículos automotores, así como las de servicios, principalmente relacionadas con el turismo receptivo.

Por su parte, la inversión creció 13,7% y aportó 2,1 puntos porcentuales al registro interanual. Este comportamiento estuvo asociado a la inversión en maquinaria y equipos (mayores importaciones de bienes de capital para la tercera planta de celulosa y el Ferrocarril central, así como de maquinaria para el sector agropecuario) y también a las obras de construcción (relacionadas con los mismos elementos).

El consumo también creció frente al mismo trimestre del año anterior. El consumo público creció 4,7% y el privado se expandió 6,9% (con una incidencia equivalente a 5,5 puntos porcentuales sobre el dato interanual). Según destaca el BCU, el empuje del consumo privado vino dado por el mayor gasto de consumo en el exterior y por el aumento en el consumo de los servicios vinculados al esparcimiento, la cultura y el deporte. En el caso del consumo público, el dinamismo se explicó por el aumento del gasto en servicios de educación y salud pública.

Cambiando la perspectiva hacia el enfoque de la producción, es decir, al análisis del desempeño sectorial, la comparativa interanual dio cuenta de un crecimiento casi generalizado entre las distintas actividades productivas: todos los sectores se expandieron, salvo energía eléctrica, gas y agua y actividades de administración pública.

En particular, las actividades con mayor avance fueron transporte y almacenamiento, información y comunicaciones (con un incremento del transporte de pasajeros y los servicios de datos); construcción (viviendas residenciales, UPM II y Ferrocarril Central), y salud, educación y otros servicios. En este último caso, la expansión fue de 10,7% y la incidencia, que fue la mayor entre todos los sectores dado su peso relativo, ascendió a 2,7 puntos porcentuales. Pesaron detrás de esto los servicios inmobiliarios (viviendas estacionales por turismo), los servicios de salud (públicos y privados) y la mayor cantidad de horas de clase en relación al primer trimestre del año anterior. También las actividades de esparcimiento y recreación, muy resentidas por la situación sanitaria.

Foto del artículo 'La economía uruguaya: contexto y perspectivas tras el último dato'

La comparación trimestral: la economía pierde fuerza

El panorama cambia al analizar el desempeño trimestral de la economía, es decir, al comparar el desempeño reciente de la actividad con el último trimestre de 2021. Tomando este punto de referencia, la expansión del PIB fue de apenas 0,6%, cifra que pauta una desaceleración en relación al mayor dinamismo observado durante el semestre pasado. Con este dato, el PIB se sitúa 2,9% por encima del nivel prepandemia (entre octubre y diciembre de 2019, o 2,2% si se considera el promedio anual para ese año).

Por el lado de la demanda vale destacar que el consumo privado, que venía siendo el componente más rezagado, habría alcanzado el umbral prepandemia durante el primer trimestre del año.

Por el lado de los sectores el desempeño trimestral fue más heterogéneo. Mostraron buenos desempeños el sector primario, el sector de transporte y almacenamiento, comunicaciones información y los servicios de salud, enseñanza, esparcimiento, entre otros. El resto de las actividades exhibieron desempeños más modestos y leves retracciones frente a los niveles de actividad observados durante los últimos tres meses del 2021.

La mirada de CPA Ferrere sobre el dato

Para Giuliano Cantisani de la consultora CPA Ferrere, los datos divulgados confirmaron que la actividad económica se consolidó por encima del nivel prepandemia en el primer trimestre del año. “En el segundo trimestre los indicadores adelantados sugieren que la actividad habría continuado creciendo, pero las señales son menos claras”. Pese a que al impulso del sector agroexportador y de otros sectores se mantendría, la situación del mercado laboral y la inflación suponen “un desafío para los sectores enfocados en el consumo minorista”, a lo que se le agrega “la fuga de demanda hacia los países vecinos, en particular hacia Argentina, dado el significativo desvío de precios relativos con la región”.

En relación al balance de riesgos Cantisani alertó que “el contexto internacional comienza a volverse menos favorable”, destacando los riesgos asociados al “ritmo de endurecimiento de la política monetaria por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos”, a la “intensificación de las medidas de control sanitario en China”, cuyas implicancias alcanzan al dinamismo global y las cadenas de suministros, y al impacto de la guerra. “En contraste, los precios de los productos de exportación se mantienen en niveles elevados, lo cual representa un shock positivo sobre la economía local”. Tomando todo esto en consideración, la consultora anticipa “un crecimiento promedio en torno al 5%, aunque las perspectivas se vuelven menos favorables para los años siguientes”.

Consultado sobre el espacio que esto deja de cara a la Rendición de Cuentas, el economista indicó que “el espacio para aumentar gasto o bajar impuestos es reducido. Si bien es probable que el crecimiento de este año sea mayor al proyectado en la última Rendición de Cuentas, esto responde más bien a un rebote cíclico que a una mejora estructural de la capacidad de crecimiento de la economía”. En ese sentido, “todo aumento del gasto o reducción de impuestos que tenga efectos de forma permanente, debería estar acompañado de un aumento de los ingresos o recorte del gasto en otro rubro de forma también permanente para asegurar que el resultado estructural no empeore”. En este contexto, los avances en la Reforma de la Seguridad Social serían claves, dado que eso sí “tendría efectos de forma estructural sobre las cuentas públicas”.

Las perspectivas

Durante el segundo trimestre los indicadores adelantados indican que la actividad habría continuado creciendo, pero con señales mixtas. Por un lado, las exportaciones continuaron mostrando desempeños excepcionalmente favorables entre abril y mayo, con registros que supusieron máximos históricos (las ventas al resto del mundo crecieron 57% interanual en mayo). La industria manufacturera, si bien exhibió señales recientes de desaceleración, continúa con niveles de producción comparativamente altos en lo que va del año.

Por otro lado, el freno en la recuperación del empleo y la continuación de la caída del poder de compra están impactando sobre el desempeño del consumo, como quedó reflejado esta semana a partir de los datos del radar Scanntech: el consumo cayó 9% interanual en mayo, tras contraerse 8% en abril (en términos acumulados registra un retroceso de 5% en lo que va del año). Si bien la confianza del consumidor salió de la zona de moderado pesimismo en mayo, la evolución de los fundamentos del consumo anticipa un escenario desafiante para los próximos meses. Esta situación se agrava, además, por la situación de precios relativos con nuestros vecinos y la perforación de la frontera que ello supone, en particular con Argentina.

Foto del artículo 'La economía uruguaya: contexto y perspectivas tras el último dato'

En este marco, el último relevamiento realizado por el BCU entre los analistas antes de conocer el dato anticipaba una expansión del PIB en el entorno de 4,2% para este año y un crecimiento de 3,0% y 2,8% para 2023 y 2024 respectivamente. A la luz de esta última información, el crecimiento previsto para este año podría ser un poco más alto, ubicándose entre 4,5% y 5% anual (estimaciones que incorporan el efecto del arrastre estadístico que viene del año anterior).

Sin embargo, las perspectivas son menos auspiciosas ampliando el horizonte de análisis. En relación a esto, es importante tener en cuenta las estimaciones del PIB potencial (concepto asociado a la plena utilización sustentable de los factores de producción, tanto trabajo como capital) presentadas hace algunos meses por el Consejo Fiscal Asesor. Según este órgano técnico, la tasa de crecimiento promedio del PIB potencial para el período 2021-2030 se ubica en torno a 2,1%, un crecimiento muy bajo que no será suficiente para sostener niveles elevados de desarrollo en el mediano plazo.

Foto del artículo 'La economía uruguaya: contexto y perspectivas tras el último dato'

Todo esto reviste implicancias para la política fiscal de cara a la próxima Rendición de Cuentas. Como alertó Aldo Lema, uno de los tres miembros del Consejo Asesor Fiscal, el desempeño esperado para el corto plazo no introduce innovaciones para el encuadre fiscal del Gobierno, en el marco de la nueva institucionalidad y los pilares de la regla fiscal. “De cara a la próxima Rendición de Cuentas, es importante recordar que el crecimiento de 4,4% en 2021 y el 5% estimado para 2022 representan una recuperación cíclica. El crecimiento del PIB potencial que define la política fiscal no ha cambiado y sigue estimándose en torno a 2%”.

La mirada del IECON

Para Gabriela Mordecki y Bibiana Lanzilotta, integrantes del grupo de análisis macro y comercio del Instituto de Economía (IECON), el dato interanual estuvo dentro de lo esperable, “dado que en el trimestre base de la comparación, el primero de 2021, se vivía una situación donde muchas actividades estaban suspendidas, las fronteras cerradas y los casos de covid-19 aumentando, más allá de que el gobierno no tomó medidas adicionales para promover menor movilidad, cuestión bastante debatida en ese momento”.

Sin embargo, “el dato del incremento del PIB desestacionalizado (0,6%) muestra que la economía va situándose en un nivel en el que resulta más difícil seguir creciendo con dinamismo, ya que se va completando la recuperación de la caída de la pandemia”. En relación al desempeño de la actividad durante el segundo trimestre, las economistas advirtieron que, si bien algunos sectores mantienen el dinamismo, como aquellos vinculados a las exportaciones agroindustriales, “el crecimiento se va a ir moderando, dado que se compara con niveles superiores”. A su vez, “hay encuestas que muestran que el consumo de los hogares ha empezado a disminuir, sobre todo debido a la caída real de salarios y pasividades y a que la mejora del mercado de trabajo se estancó”. Por último, “las actividades vinculadas a la construcción van a ir terminando a lo largo del año, y esto también va a marcar un menor dinamismo de este sector”.

Hacia adelante, la marcha de la economía internacional, “con el impacto de la invasión rusa a Ucrania, la fuerte suba de los combustibles, y de otras materias primas y commodities alimenticios, agrega un componente de incertidumbre muy fuerte para los próximos meses”. En ese sentido, también advirtieron por el impacto de la suba de las tasas de interés por parte de la FED, que es un “ingrediente que se suma a esta situación incierta”.

En suma, “la suba de la inflación, la evolución del dólar, la posible recesión que podría sobrevenir en los países desarrollados, comenzando por Estados Unidos, podría poner un freno a la expansión de la demanda externa para los productos que Uruguay exporta y los mayores costos que la producción deberá enfrentar por la suba de los combustibles puede ser una combinación muy nociva para el futuro de Uruguay”.

Los riesgos a corto plazo

En el plano internacional son varios los riesgos que están latentes. Primero, están los riesgos que derivan de la continuación de la guerra y sus diversos impactos sobre la actividad, los precios y la volatilidad. Segundo, hay riesgos asociados al rumbo de la política monetaria estadounidense. La semana pasada la Reserva Federal anunció el mayor aumento de la tasa de interés desde 1994 y un enfoque más agresivo de cara al proceso de normalización monetaria. Esto puede inducir una recesión en Estados Unidos y además supone condiciones financieras más restrictivas para las economías emergentes, como fue analizado días atrás.1 En tercer lugar, la desaceleración de China restará fuerza a la demanda externa y las medidas de contención asociadas a su política de tolerancia cero a la covid-19 podrían agudizar los problemas en la órbita de las cadenas de suministros globales. En suma, el escenario externo se está tornando crecientemente desafiante y eso puede impactar sobre el desempeño de la economía uruguaya en lo que resta del año.