En las últimas décadas se ha producido un notorio incremento de la participación de las mujeres en la actividad científica. Sin embargo, tanto a nivel local como internacional, las mujeres científicas son menos reconocidas, reciben menores salarios y enfrentan mayores obstáculos en su promoción. Por ejemplo, es menos probable que se las invite a exponer en conferencias o se las proponga para dirigir proyectos de investigación en comparación a sus pares varones. Además, continúan estando subrepresentadas en campos como la ingeniería, la matemática, la física y la informática, y aún en las áreas de conocimiento en que son mayoría, como las ciencias de la salud o las ciencias sociales, persisten importantes brechas de género en el avance y consolidación de sus carreras académicas.

A nivel de la Universidad de la República (Udelar), la institución que concentra la mayor parte de la investigación que se realiza en nuestro país, las mujeres representan la mayoría del estudiantado y del egreso a nivel de grado y maestría, pero su representación cae en el nivel de doctorado y se observa una clara estratificación por sexo en los cargos docentes. Estas inequidades se evidencian especialmente en los niveles más elevados de la carrera docente, en los que las mujeres representan sólo 4 de cada 10 docentes en el caso del grado 4 y 3 de cada 10 en el grado 5.1

Una situación similar se observa en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), el principal programa nacional de incentivos y reconocimiento científico. De acuerdo a un estudio realizado en 2019,2 existe una brecha de género en la probabilidad de ingresar al SNI, donde las mujeres tienen 7% menos probabilidad de ser aceptadas. Asimismo, las mujeres investigadoras representan un 42% de quienes integran dicho sistema, sin embargo, están concentradas mayoritariamente en los niveles de menor reconocimiento y prestigio: de los cuatro niveles en los que los/as investigadores/as pueden ser categorizados (Iniciación, I, II y III), las mujeres son mayoría en el nivel Iniciación, con un 58%, y su representación cae a medida que se avanza en la escala jerárquica, siendo solo dos mujeres de cada diez investigadores en el mayor nivel de reconocimiento.

Esta distribución evidencia la existencia de un “techo de cristal” en el acceso de las investigadoras mujeres a los niveles superiores del SNI, y, además, este es más relevante en aquellas áreas en las que las mujeres se encuentran sobrerrepresentadas, como son humanidades, ciencias de la salud y ciencias naturales.3 Por otra parte, tanto en el SNI como en la Udelar, además de ingresar en los niveles de mayor reconocimiento en una menor proporción que los varones, las mujeres que logran acceder lo hacen a edades más tardías.

Foto del artículo 'Desigualdades de género en la actividad científica: ¿qué rol juegan los cuidados de hijos e hijas?'

Las explicaciones sobre qué causa estas brechas de género en la actividad científica y académica son diversas y van desde formas de discriminación directa que afectan los procesos de socialización, las experiencias educativas o la construcción de la autoestima, hasta explicaciones sobre los desiguales desempeños y capacidades para la actividad científica. Comprender cuáles son los factores que obstaculizan el avance de las mujeres en sus trayectorias académicas no sólo es relevante desde el punto de vista normativo, para reparar situaciones de inequidad, sino también porque promover un sistema científico más plural y diverso es fundamental para mejorar el desempeño, la creatividad, la capacidad de innovación y, en última instancia, su contribución a la sociedad en su conjunto.

¿Cuáles son las causas de estas desigualdades?

La existencia de brechas de género en la ciencia es un fenómeno multicausal, que involucra tanto aspectos institucionales como construcciones socioculturales sobre los roles de género. Una parte importante de la investigación sobre brechas de género en la actividad científica se ha focalizado en analizar las diferencias en el desempeño de varones y mujeres a partir de indicadores bibliométricos de productividad, medida generalmente por publicaciones científicas. La evidencia muestra menores tasas de productividad de las mujeres respecto a sus colegas varones, y entre los factores que determinan estas diferencias se encuentran los referidos a características de la propia actividad científica, como el impacto de las colaboraciones, la participación en redes internacionales, el acceso a recursos, entre otras.4

Por otra parte, un conjunto de investigaciones recientes ha mostrado que las mujeres enfrentan diferentes barreras para publicar en revistas académicas. Por ejemplo, hay trabajos que evidencian que los artículos escritos por mujeres economistas demoran en promedio seis meses más en el proceso de evaluación por pares y que son sometidos a evaluaciones editoriales más rigurosas que los varones.5 También para la ciencia económica, estudios muestran que los artículos escritos por autoras mujeres tienen menor probabilidad de ser aceptados en conferencias. La evidencia sugiere que la brecha en la aceptación se explica por estereotipos de género, y que es más marcada cuando los evaluadores son varones, cuando las autoras son menos conocidas y cuando las áreas son más masculinizadas, tales como las finanzas.

En lo que refiere a las carreras académicas, la evidencia internacional encuentra que las mujeres son menos propensas a presentarse a concursos para ascender de nivel en comparación con sus colegas varones y, también, que cuando lo hacen enfrentan ambientes más hostiles en la evaluación de sus postulaciones para cargos jerárquicos, en los cuales los comentarios suelen enfatizar sus características personales en lugar de sus logros profesionales.6

La influencia de la maternidad y las responsabilidades de cuidados en la adquisición de logros académicos y el acceso a puestos de jerarquía permanece como un tema aún poco estudiado. Los estudios existentes evidencian que las mujeres con doctorados e hijos pequeños tienen una probabilidad mayor de quedar fuera de la carrera profesional en comparación con los varones y de enfrentar mayores dificultades en la progresión en la jerarquía de la ciencia académica. Las explicaciones se centran en la competencia entre tiempo de cuidados y trabajo académico. Sin embargo, la mayoría de los estudios se basa en la realidad del sistema académico norteamericano o europeo y son muy escasas las investigaciones para el caso de América Latina. Asimismo, la gran mayoría de estos trabajos analizan las carreras académicas de forma transversal y centrándose en un resultado en particular. Sólo un grupo menor dispone de datos longitudinales para estudiar las interacciones entre la tenencia de hijos y diversos puntos de transición de las carreras académicas.

Penalizaciones por maternidad en la actividad científica en Uruguay

En este contexto se desarrolló una investigación cuyo propósito fue analizar los efectos de la maternidad y paternidad a lo largo de las trayectorias académicas de investigadores e investigadoras en Uruguay, analizando tres dimensiones clave: la formación de posgrado, la producción bibliográfica y el acceso a cargos docentes o de investigación.78

Los resultados de esta investigación muestran que existe un impacto diferencial de la maternidad y paternidad en las trayectorias académicas. Tras el nacimiento del primer hijo o hija, las mujeres investigadoras experimentan una caída en su productividad, medida a partir de las publicaciones en revistas académicas. Para los varones, por el contrario, no se observan cambios en su trayectoria de productividad científica. Esta brecha generada en la producción académica a partir de la maternidad se recupera parcialmente a partir del sexto año después del nacimiento del primer hijo o hija, pero nunca logra cerrarse, produciendo una diferencia persistente en el tiempo.

Asimismo, después de este primer nacimiento se observa para las madres una reducción en la probabilidad de ingresar o permanecer en el SNI y de acceder a un cargo de profesora adjunta en la Udelar. Además, estos efectos, observados en todas las áreas de conocimiento, son más relevantes para aquellas mujeres que aún no culminaron su formación de doctorado al momento de la maternidad. Es decir, el grado de consolidación académica al momento de iniciar la maternidad es también un elemento relevante a la hora de entender los factores que afectan las trayectorias académicas de las mujeres, más aun considerando que las edades de finalización de la formación de doctorado en nuestros países latinoamericanos suelen ser mayores a las de los países centrales, y, por lo tanto, más superpuestas con el ciclo reproductivo.

Foto del artículo 'Desigualdades de género en la actividad científica: ¿qué rol juegan los cuidados de hijos e hijas?'

Nota del gráfico: La figura muestra, a la izquierda, la cantidad de artículos publicados por año y, a la derecha, la proporción de investigadores/as que publicaron al menos un artículo en ese año, considerando cinco años antes y diez años después del nacimiento del primer hijo/a. La línea vertical marca el año del nacimiento del primer hijo/a.

En este marco se indagó también en qué medida la presencia de hijas e hijos pequeños incide en la duración y la culminación de la formación doctoral de madres y padres investigadores/as. Controlando por el efecto de otros factores que también condicionan la formación doctoral, se observa que mientras la presencia de una hija o hijo menor a 3 años o nacido durante la formación doctoral no introduce diferencias en el tiempo que les lleva egresar a los varones, sí dilata significativamente la duración de los doctorados de las mujeres.

Por otra parte, si bien el nacimiento de un segundo hijo en el mismo período afecta la titulación de ambos sexos, retrasa en mayor medida el egreso de las madres. Esta evidencia da cuenta de una importante desventaja en el inicio de las carreras académicas de las mujeres con hijos, momento de particular vulnerabilidad en términos de inserción laboral y salarios.

Desafíos para el desarrollo de políticas que promuevan la equidad de género en las instituciones científicas

Los primeros años de vida de un niño o niña, claves para su desarrollo subsiguiente, son los más demandantes y exigentes en cuanto a la carga horaria y mental que implica su cuidado. Los resultados del estudio evidencian para el caso de Uruguay que las tareas de cuidado de niños y niñas pequeños afectan de forma diferencial según el género las trayectorias académicas, siendo particularmente negativas para el avance de las carreras de las mujeres. Por tanto, es necesaria una discusión profunda sobre las políticas que podrían contribuir a paliar los impactos de la maternidad en la actividad científica y preguntarnos cuáles son los mejores instrumentos.

¿Es necesario más tiempo de licencia para el cuidado de hijos e hijas? ¿Cómo se conjugan los tiempos de licencia con el imperativo normativo de acumulación de méritos propios de la vida académica? ¿Es suficiente considerar esta etapa en los criterios y plazos de la evaluación académica? ¿Cómo este tipo de políticas repercutiría en las brechas de género en los logros posmaternidad?

En varios países existen las políticas denominadas stop the clock, que implican retrasar la evaluación si en el período a evaluar se experimentó el nacimiento de un hijo o hija. Muchas de estas políticas son neutrales al género, es decir, se aplican para varones y mujeres, y otras son sólo para mujeres. En Uruguay, se han venido implementando recientemente medidas de este tipo en las renovaciones de los cargos en la Udelar, en el Régimen de Dedicación Total y el SNI. Sin embargo, aún no ha sido estudiada la efectividad de estas políticas en la promoción y retención de las mujeres académicas. La evaluación de su impacto es clave porque este tipo de medidas vienen siendo cuestionadas en contextos donde llevan muchos años de implementación.

Un aspecto a problematizar es que este tipo de políticas, que buscan paliar de alguna forma la “penalización” que la maternidad supone para la trayectoria académica de las madres, parte de la constatación de que son efectivamente las mujeres las que ven afectadas sus carreras, pero no cuestionan los sesgos de género en la organización del trabajo en nuestras instituciones científicas. La evidencia internacional muestra que existe una división sexual del trabajo académico, en la cual las mujeres tienden a dedicar mayor tiempo que los varones a actividades de enseñanza y gestión, en tanto que los investigadores varones dedican más tiempo a actividades de investigación y difusión de resultados, las que son mayormente premiadas por el sistema de evaluación científica.9

En nuestro contexto, si al retorno de la licencia maternal y durante el período de medio horario por lactancia las mujeres deben retomar sus actividades de enseñanza y gestión, en una jornada laboral más acotada es posible que las actividades de investigación sean las más postergadas. Ello podría conducir a que el efecto de la maternidad en las brechas de género en las trayectorias académicas se profundice en el tiempo. En este sentido, parece relevante preguntarse en qué medida la organización del trabajo en nuestras instituciones científicas podría estar contribuyendo a consolidar inequidades de género en los resultados académicos.

Foto del artículo 'Desigualdades de género en la actividad científica: ¿qué rol juegan los cuidados de hijos e hijas?'

Foto: Alessandro Maradei

Un camino complementario es implementar políticas que busquen promover una mayor corresponsabilidad en las tareas de cuidados. Cabe entonces preguntarnos qué rol deberían adoptar las instituciones científicas en este sentido y cuáles son las políticas más adecuadas. Las respuestas a estas preguntas no son evidentes. Muchas universidades comenzaron a incorporar a los varones en las políticas de licencias para cuidado o de postergación de la evaluación.

Sin embargo, los trabajos que evaluaron los efectos de estas políticas mostraron que estas medidas tienden a generar efectos diferenciales por género. Por ejemplo, un trabajo basado en el análisis del uso de las políticas stop the clock y la productividad de economistas en universidades estadounidenses encuentra que mientras las mujeres las utilizan efectivamente para tareas de cuidado, los varones terminan incrementando su productividad académica en el período. Estos hallazgos sugieren que, al menos en parte, ese tiempo extra que se les otorga en las evaluaciones para contemplar el tiempo de cuidados es en realidad utilizado por muchos padres para concentrar sus esfuerzos en su producción académica, por lo que estas políticas neutrales al género podrían también contribuir a incrementar la brecha de género en las trayectorias académicas.10

Otras políticas alternativas para la promoción de la corresponsabilidad apuntan a la implementación de centros de cuidado en las instituciones universitarias. Este es el camino que ha comenzado a transitar la Udelar a través de la creación de la Comisión Central de Cuidados11 y de la designación de fondos para espacios de cuidado de niños y niñas de funcionarios y funcionarias, docentes y estudiantes.

En este sentido, si bien existen políticas incipientes y que aún resta evaluar, a la luz de los efectos de la maternidad en las trayectorias académicas de mujeres que nuestra investigación y diversos estudios internacionales evidencian, entendemos que este es un aspecto fundamental a atender en la construcción de un sistema científico más equitativo y plural. Para ello se requiere partir de un diagnóstico profundo que reconozca los sesgos de género presentes en diferentes niveles, desde la formación hasta los procesos de evaluación y financiamiento. Asimismo, es necesario que se desarrollen políticas de género y ciencia con un enfoque transversal, involucrando en la discusión a los distintos actores vinculados a la actividad científica.

Estefanía Galván (Iecon, FCEA-Udelar), Mariana Fernández Soto (Programa de Población-FCS-Udelar), Sofía Robaina (CSIC-Udelar), Victoria Tenenbaum (Iecon, FCEA-Udelar) y Cecilia Tomassini (CSIC-Udelar). Este artículo fue publicado en el blog del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración-Udelar.


  1. Fernández Soto, M; Galván. E; Robaina, S; Tenenbaum, V y Tomassini, C (2022). “Desigualdades de género en la trayectoria académica de investigadores e investigadoras en Uruguay”. DT 06/22, Instituto de Economía, FCEA. 

  2. Bukstein y Gandelman (2019). Glass ceilings in research: Evidence from a national program in Uruguay. Research Policy, 48, p. 1550-1563. 

  3. Fernández Soto, M; Galván. E; Robaina, S; Tenenbaum, V y Tomassini, C, óp. cit. 

  4. Ver, por ejemplo: Lee, S y Bozeman, B (2005). The impact of research collaboration on scientific productivity. Social Studies of Science, 35(5), 673-702; West, JD, Jacquet, J, King, MM, Correll, SJ y Bergstrom, CT (2013). The role of gender in scholarly authorship. PLOS ONE, 8(7)3; Duch, J, Zeng, XHT, Sales-Pardo, M, Radicchi, F, Otis, S, Woodruff, TK y Nunes Amaral, LA (2012). The possible role of resource requirements and academic career-choice risk on gender differences in publication rate and impact. PLOS ONE, 7(12); Uhly, K. M., Visser, L. M., & Zippel, K. S. (2017). Gendered patterns in international research collaborations in academia. Studies in Higher Education, 42(4), 760-782. 

  5. Card, D y DellaVigna, S (2020). What do editors maximize? Evidence from four economics journals. Review of Economics and Statistics, 102(1), 195-217; Hengel, E (2022). Publishing while female: Are women held to higher standards? Evidence from peer review. The Economic Journal, 132(648), 2951-2991. 

  6. Hospido, L y Sanz, C (2021). Gender gaps in the evaluation of research: Evidence from submissions to economics conferences. Oxford Bulletin of Economics and Statistics, 83(3), 590-618; Wu, AH (2020). Gender bias among professionals: an identity-based interpretation. Review of Economics and Statistics, 102(5), 867-880. 

  7. Proyecto titulado “El vínculo entre maternidad y paternidad y las desigualdades de género en la trayectoria académica”, financiado por el programa I+D, CSIC para su ejecución en 2021-2023. 

  8. Para ello construimos una base de datos que combina información del CVUy (ANII) de investigadoras e investigadores uruguayos, con datos de registros administrativos de la Udelar y el SNI e información secundaria sobre nacimiento de hijos e hijas. 

  9. Santos, G y Dang Van Phu, S (2019). Gender and academic rank in the UK. Sustainability, 11, n.° 11; Silva, A, Tomassini, C, Zurbrigg, J, Palacios, AG, Amarante, V, Bouzat, C (2021). Gender inequality in latin american neuroscience community. IBRO Neurosci Rep., 10, pp. 104-108; Babcock, L, Recalde, MP, Vesterlund, L y Weingart, L (2017). Gender differences in accepting and receiving requests for tasks with low promotability. American Economic Review, 107(3), 714-747. 

  10. Antecol, H, Bedard, K y Stearns, J (2018). Equal but Inequitable: Who Benefits from Gender-Neutral Tenure Clock Stopping Policies? American Economic Review, 108 (9): 2420-41; Flaherty Manchester, C, M. Leslie, L y Kramer, A (2010). Stop the clock policies and career success in academia. American Economic Review, 100 (2): 219-23. 

  11. Creada por resolución del CDC n.º 18 de fecha 07 mayo de 2019. Ver web: gestion.udelar.edu.uy/institucional/comisión-central-sobre-cuidados#:~:text=La%20comisi%C3%B3n%20de%20Cuidados%20de,Abierta%20de%20Equidad%20y%20G%C3%A9nero