En esta nueva sección resumiremos, a lo largo de las próximas semanas, algunos de los aspectos clave que caracterizaron el desempeño económico entre 2005 y 2019. Será un recorrido gráfico basado en el libro La economía del primer ciclo progresista, editado recientemente por Fin de Siglo y disponible en librerías de todo el país.

¿Por qué conjugar ambas dimensiones en el mismo gráfico?

Los debates acerca del bienestar en economía suelen girar en torno a dos objetivos difíciles de conjugar simultáneamente: crecimiento y distribución. En términos generales, la serie de evolución del PIB recoge el proceso de variación de la capacidad productiva de la economía (mayores valores implican una expansión de las capacidades productivas de la economía). Por otra parte, la serie del índice de Gini recoge el proceso de distribución de la producción entre los diferentes hogares (menores valores del índice de Gini implican una distribución más igualitaria del ingreso).

A diferencia de otros períodos de la historia del país, el proceso económico que tuvo lugar entre 2005 y 2019 se caracterizó por un aumento sostenido e ininterrumpido del PIB combinado con una mejora en la distribución del ingreso que comienza en 2008 y que se estabiliza a partir de 2012.

Converger a niveles de ingreso más cercanos a los de países de mayor desarrollo implica crecer a tasas altas durante la fase alta del ciclo, pero también requiere que las fases bajas del ciclo no se traduzcan en recesiones profundas. Generar y desarrollar “amortiguadores” que suavicen esas fluctuaciones quizás no tenga el atractivo de otras políticas más visibles, pero constituye un bien público fundamental para permitir mejoras sostenidas y sostenibles del bienestar.

¿Cómo fue el proceso de crecimiento hasta 2005?

La historia económica de Uruguay se caracterizó por bajas tasas de crecimiento económico y fuertes oscilaciones cíclicas, marcadas por importantes crisis con impactos negativos en términos de bienestar y de convergencia hacia niveles de ingreso comparables a los de los países desarrollados. Adicionalmente, las bajas tasas de crecimiento también se asociaban a niveles bajísimos de inversión tanto pública como privada.

¿Cuál fue la característica principal del proceso de crecimiento entre 2005 y 2019?

La preocupación por incentivar la inversión e impulsar los fundamentos del crecimiento económico se observa en las políticas estructurales vinculadas a la inversión (reforma del esquema de incentivos a la inversión, reforma tributaria, mejora del marco legal para emprender). Uno de los grandes logros de la política macroeconómica de este período fue sostener el crecimiento económico a pesar de los vaivenes del contexto externo. Uruguay es un país pequeño y abierto al mundo, que está inserto en una región particularmente volátil. Por tanto, a pesar de haber experimentado etapas de mayor y menor dinamismo, y de que el crecimiento por momentos no haya sido generalizado, lo anterior debe ser valorado en su dimensión histórica.

Foto del artículo 'Un recorrido gráfico por el primer ciclo progresista'

¿Qué subperíodos pueden identificarse al interior de este ciclo, dadas las características internas y externas?

Según Ana Inés Morató, se pueden identificar tres períodos diferenciados de la política económica durante la primera era progresista que tuvo lugar entre 2005 y 2019.

Las grandes reformas (2005-2008)

El primer gobierno del Frente Amplio asumió en medio de una situación económica y social grave, producto de las consecuencias de la crisis de 2002. En ese sentido, la capacidad para desplegar políticas desde el Estado estaba condicionada por los elevados niveles de endeudamiento, altos costos de financiamiento y escaso margen fiscal, producto de la carga de intereses y de los compromisos de pago asumidos durante la crisis. Aun en este marco, fue durante estos años que se sentaron las bases y se llevaron adelante reformas profundas, que marcaron la tónica de los años posteriores y que irían madurando a lo largo del ciclo progresista.

Los años de auge (2008-2014)

Las fortalezas construidas durante los primeros años de gestión y el refuerzo de las instituciones de larga tradición fueron puestos a prueba por la crisis financiera internacional que estalló hace exactamente 15 años en Estados Unidos. A pesar de este shock, que derivó en una leve contracción del PIB mundial, la economía uruguaya continuó creciendo a tasas históricamente elevadas que permitieron implementar nuevas políticas y consolidar importantes avances en el plano social y económico.

Los años de desaceleración (2014-2019)

Este subperíodo se caracterizó por el deterioro del escenario externo, producto de la caída del precio de las materias primas y de la consolidación de condiciones financieras más restrictivas para las economías emergentes. Durante estos años, el crecimiento uruguayo se moderó significativamente junto con el impulso de la agenda interna de reformas.

Para ahondar en los contenidos de esta columna, se sugiere leer el capítulo 1 de política macroeconómica redactado por Ana Inés Morató.