La pobreza infantil en el país ha alcanzado niveles similares a los de hace una década a causa de la falta de políticas innovadoras y el estancamiento de las transferencias sociales, dijo a la diaria el doctorado en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona y profesor de la Universidad de la República Gonzalo Salas.

Para Salas, la ausencia de políticas innovadoras para la primera infancia ha dejado a muchas familias sin el apoyo necesario. “Las medidas existentes no se actualizan y las nuevas poblaciones que caen en la pobreza tienen escasas posibilidades de acceder a transferencias”, explicó. “No diría que la situación que tenemos hoy sea responsabilidad exclusiva del último gobierno, pero es cierto que ha hecho muy poco para mejorar la situación de la pobreza infantil”.

Además, lamentó que las propuestas que han manejado los partidos políticos sobre primera infancia en la campaña “han sido miopes”. “No es realista pensar que la pobreza infantil se resolverá de un día para otro sin un conjunto integral de medidas. Decir que con menos de un punto del PIB se solucionará el problema refleja una comprensión superficial de la complejidad de la situación”, afirmó. Consideró, a su vez, que depender exclusivamente de transferencias de ingresos es una visión limitada que no tendrá un impacto duradero en el bienestar de los niños.

En este marco, el especialista planteó la necesidad de que el próximo gobierno tenga un enfoque más profundo y sostenible para abordar la pobreza infantil, ya que la inacción del gobierno actual ha contribuido significativamente a esta problemática.

Uruguay está entre los países con mayores tasas de pobreza infantil, según un ranking elaborado por Unicef entre países de ingresos altos y medios altos. ¿Cómo puede explicarse esta situación?

En términos comparados, es una situación de relativa estabilidad en cuanto a la gravedad del fenómeno. La primera infancia, desde hace muchos años, quizás desde que se tienen datos oficiales, es el grupo que más se ve afectado por el fenómeno de la pobreza. Lo realmente lamentable es que en los últimos años ha habido un empeoramiento relativo de la pobreza infantil con respecto a los otros grupos etarios, alcanzando niveles similares a los que había diez años atrás. Si miramos la evolución de la pobreza infantil con relación a otros tramos etarios, podemos ver que ha habido una caída hasta 2020 de esta relación, pero hoy se vuelve a valores que teníamos en 2015 o 2016.

¿Qué factores influyeron en ese empeoramiento?

Este empeoramiento de los últimos años tiene que ver con un repliegue por parte del Estado en algunas políticas. Recordemos que en la crisis asociada a la covid los programas de transferencias no jugaron un rol; se mantuvieron constantes, no se incrementó la cobertura de la población en asignaciones familiares y por lo tanto los fondos han evolucionado a ritmos muy lentos en cuanto a la cuantía de las transferencias.

Por tanto, no hay innovación en políticas que atiendan la primera infancia. Las medidas que ya existían no se actualizan, se mantienen constantes, pero las poblaciones que ingresan en situación de pobreza tienen muy pocas posibilidades de recibir este tipo de transferencias. Por un lado, lo que se observa es el problema de ausencia de políticas innovadoras y de cambios en las cuantías y alcance de las transferencias. Por otro, hay que recordar que los problemas de pobreza infantil están vinculados obviamente a la situación de ingresos que tienen los adultos, y probablemente los sesgos que han existido respecto al tipo de inserción laboral de quienes se han beneficiado en estos últimos años de la recuperación económica están jugando algún tipo de rol.

Recordemos que el crecimiento económico no alcanzó homogéneamente a todos los hogares, sino que se concentró en los trabajos más altos de la distribución del ingreso. Y esta situación que sucede en el mercado laboral, de alguna forma, también impacta en los niveles de pobreza de los niños.

¿Cree que este gobierno tiene responsabilidad en los resultados actuales de la pobreza infantil?

La pobreza infantil es un problema de larga data, que se va acumulando con el paso de los sucesivos gobiernos. Combatir la pobreza infantil implica desplegar un conjunto de instrumentos, no exclusivamente transferencias de ingreso, porque es un fenómeno multidimensional con características, en algunos casos, estructurales.

Por lo tanto, no es imaginable que de un día para otro la pobreza infantil desaparezca si no se desarrolla un conjunto de medidas. Yo no diría que la situación que tenemos hoy sea responsabilidad exclusiva del último gobierno, pero lo cierto es que ha hecho muy poco para mejorar la situación.

Si Uruguay mantiene estos niveles e incluso registra un deterioro adicional en esta dimensión, ¿cuáles cree que son las consecuencias a largo plazo?

Este tema está muy estudiado en la literatura económica y en otras disciplinas. Lo que sucede es que la pobreza en la infancia genera repercusiones en la adultez y en la juventud. Los niños que nacen en hogares pobres sufren muchas veces problemas alimentarios, tienen bajos niveles de estímulos dentro del hogar, generan algunos hábitos que después también tienen repercusiones en el desarrollo de un conjunto de habilidades que son útiles para distintos desempeños en la juventud y la adultez.

Gonzalo Salas.

Gonzalo Salas.

Foto: Mara Quintero

Niños que nacen en hogares pobres van a tener más problemas para tener éxito a nivel educativo y van a tener dificultades para conseguir empleos de calidad. Esos problemas constituyen lo que se conoce como “trampas de pobreza”. Es decir, los niños que viven hoy en situaciones de vulnerabilidad se van a educar menos que otros, van a tener más problemas de inserción laboral y probablemente después tengan hijos que sufran problemas similares, porque los hogares pobres tienen una fecundidad mayor.

Por lo tanto, la dinámica que se genera es perversa. Las consecuencias de la pobreza obviamente que se observan hoy en el bienestar de nuestros niños, pero también se verán en el futuro cuando miremos sus desempeños educativos y en el mercado laboral.

El tema se ha puesto en la agenda y es frecuente que sea mencionado por los candidatos, ¿cómo evalúa el nivel del debate electoral hasta el momento?

No es un problema sencillo de resolver. Muchas veces se escuchan algunas cifras de cómo se podría combatir la pobreza infantil que parecen un poco ridículas. A mí me da la impresión de que simplemente refleja la liviandad con que se trabaja el tema.

Pensar que exclusivamente con políticas de transferencias de ingresos se va a solucionar el problema es una mirada relativamente miope. Cuando se habla de que con menos de un punto del PIB el problema de la pobreza infantil se va a solucionar, sinceramente lo que se está viendo son políticas exclusivamente de corte asistencial que no van a tener repercusiones en el mediano y largo plazo del bienestar de estos niños. Incluso se ha mencionado medio punto del PIB como un escenario posible.

¿Qué políticas deberían impulsarse?

Pensar en políticas que ataquen efectivamente la pobreza infantil requiere analizar al menos tres dimensiones. La primera tiene que ver con el cortísimo plazo y se tiene que atender con transferencias de ingresos. Pero luego hay que pensar que esta situación de pobreza de los niños es consecuencia de problemas que surgen en el mercado laboral por parte de los padres y por lo tanto se requiere otro tipo de políticas para que se avance en el bienestar de estos hogares.

Lo más importante allí es pensar de qué forma se acompaña a los hogares mientras se transitan estas etapas de dificultades económicas. Por eso estoy diciendo que hay que analizar qué programas se van a desplegar de acompañamiento a los hogares, por ejemplo, para trabajar aspectos que tienen que ver con las prácticas de crianza, los hábitos alimentarios que se tienen, un conjunto de elementos que afectan las funciones motoras de los niños y también las habilidades socioemocionales. Hay un conjunto de factores que se ven afectados por la situación de la pobreza que exclusivamente dando una transferencia de ingresos no se solucionan.

Existió un programa relativamente exitoso que se mantuvo en un período sin grandes modificaciones que es Uruguay Crece Contigo. Nosotros ese programa lo evaluamos ya hace unos años y encontramos que tenía impactos significativos en la nutrición de los niños, en los hábitos alimentarios y en un conjunto de prácticas de crianza. Se trata de un programa caro porque requiere intervenciones de acompañamiento potentes. Se necesitan muchos recursos humanos para acompañar a los hogares, por lo tanto, es más caro que hacer transferencias.

¿Qué medidas hay que tomar para encaminarse hacia una solución?

Si pensamos en combatir la pobreza infantil, deberíamos pensar en el fenómeno de manera multidimensional, ver de qué forma es posible impulsar el programa Uruguay Crece Contigo u otros de similar naturaleza, de tal forma que haya un trabajo personalizado con los hogares donde se construyan rutas de salida de la situación de pobreza y se mejore el bienestar de los niños.

Hay que pensar en programas como Uruguay Crece Contigo que tiendan, por ejemplo, a trabajar en la salud mental en la infancia o a articularse con los centros educativos. Debería ser un objetivo que estuviese en la agenda en primer lugar, y no centrarnos solamente en las transferencias de ingresos, que son muy importantes en el corto plazo, pero que operan como paliativos que no van a mejorar la situación en el largo plazo.

¿Cree entonces que la principal barrera que existe respecto de este desafío es el tema de la liviandad con que manejan el debate los políticos?

Yo creo que ese es un problema muy relevante. Me parece que se habla de los sistemas de cuidados, que son muy importantes, porque de alguna forma son los que permiten que los integrantes del hogar tengan mayor disponibilidad para participar en el mercado de trabajo, y ese es un aspecto muy importante. No obstante, se menciona parcialmente. Entonces, cuando vemos las propuestas que han manejado los partidos políticos sobre primera infancia, advertimos que hay una mirada un poco miope sobre el problema.

¿Cree entonces que el escenario es bastante negativo para Uruguay?

Hay una potencialidad en Uruguay que tiene que ver con los cambios demográficos que estamos viviendo. El país está sufriendo una caída en las tasas de fecundidad que es muy grande y que no es exclusivamente en el embarazo adolescente, pese a que hay componentes importantes en él, y por lo tanto en los hogares que tienen mayores dificultades económicas en general.

Entonces, esa es una oportunidad que tiene el país que debería explotar para el diseño de mejores políticas. Hoy trabajar sobre políticas universales dedicadas a la primera infancia tiene un costo mucho menor que lo que tenía diez años atrás. La expansión de los centros CAIF, por ejemplo, y su extensión horaria a toda la población, es mucho más barata que diez años atrás. En los últimos años ha existido un incremento de la cobertura de los CAIF exclusivamente por el fenómeno demográfico.

Uno podría ser pesimista respecto de la lectura que se hace desde el sistema político del problema, pero también es importante mencionar que hay una enorme oportunidad de aprovechar esta situación demográfica para el diseño de políticas de corte universal que abarquen toda la primera infancia.