Como sucede cada enero, el Fondo Monetario Internacional (FMI) difundió su Reporte de perspectivas globales, uno de los documentos insignia que tiene la institución. Con un tono levemente más optimista que el que venía usando en las ediciones anteriores, el organismo argumenta que la economía mundial se dirige hacia un “aterrizaje suave”, dado que el impacto del combate inflacionario sobre la dinámica de la actividad ha sido menor que el previsto inicialmente. Eso no significa, matiza el informe, que el crecimiento global previsto para los próximos años sea auspicioso ni que se pueda descartar turbulencias a corto plazo. En definitiva, un panorama con claroscuros.

Del lado de los claros, el FMI resaltó la “resiliencia” de la economía ante la sucesión de shocks negativos que se fueron acumulando en los últimos cuatro años, y revisó al alza las proyecciones de crecimiento para este año respecto de las presentadas en octubre. Sobre el primer punto incidieron varios factores, destacándose la recuperación del consumo, tanto en la órbita privada como en la pública, el incremento de la participación laboral, la normalización del funcionamiento de las cadenas de suministro y la moderación del precio de la energía y de otras materias primas.

Sobre el segundo punto, que tiene que ver con la mirada prospectiva, el FMI proyecta que el PIB mundial crecerá 3,1% este año, lo que representa una mejora de dos décimas frente a la estimación anterior, y que se expandiría 3,2% en 2025. Detrás de esta corrección alcista se destaca la dinámica de Estados Unidos, la mejora que exhibieron varias economías emergentes y el impacto del estímulo fiscal desplegado en China.

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Por su parte, del lado de los oscuros, el crecimiento previsto para el próximo bienio será menor con respecto al promedio histórico, que se ubica en torno a 3,8% si se considera el período 2000-2019. Detrás de este fenómeno, los motivos principales serían las elevadas tasas de interés en el marco de la lucha contra la inflación (que restringen la expansión de la inversión y el consumo), el repliegue de los estímulos fiscales en un marco de endeudamiento elevado y la baja productividad.

Además, el desempeño económico y la mejora de los desequilibrios que se vienen arrastrando desde 2020 siguen siendo fenómenos heterogéneos cuando se desagrega el análisis por región. Con relación a esto último, el organismo con sede en Washington prevé un crecimiento más lento para las dos economías principales, Estados Unidos y China, pero una mejora para los países que forman parte de la Eurozona y para varias economías emergentes, como Brasil, India y los países del sudeste asiático.

“El horizonte empieza a despejarse. La economía mundial está iniciando el descenso final hacia un aterrizaje suave, con una inflación que disminuye de forma constante y un crecimiento que resiste. No obstante, el ritmo de expansión sigue siendo lento y podrían avecinarse turbulencias”. Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI.

Escenario negativo: potenciales turbulencias

Si bien el escenario base de proyección refleja un escenario más alentador, hay riesgos que aún permanecen latentes y que podrían ensombrecer el panorama este año y el siguiente. Entre estos riesgos hay tres que destacan por su impacto y por su probabilidad de ocurrencia.

En primer lugar, las renovadas tensiones geopolíticas podrían generar nuevas interrupciones en la logística y en los mercados de las materias primas. Según alerta el reporte, los costos de envío entre Asia y Europa han aumentado notablemente, porque los cargamentos se desvían por África ante los ataques en el mar Rojo (11% del comercio mundial fluye a través de él). Al momento esta situación no ha generado disrupciones significativas, pero sí ha elevado la volatilidad y la incertidumbre. Sin embargo, “el conflicto en Gaza e Israel podría intensificarse y afectar a toda la región, la que produce en torno a 35% de las exportaciones de petróleo del mundo y 14% de las de gas”.

En segundo lugar, y más allá de las mejoras constatadas recientemente, la inflación todavía no ha sido domada definitivamente. En efecto, las presiones inflacionarias podrían resultar más persistentes de lo previsto, en tanto el descenso de los precios ha estado principalmente asociado a la moderación que exhibieron muchos commodities tras los picos de la guerra. El precio de los servicios, por el contrario, podría incidir en el sentido contrario, empujando en la dirección de un repunte más generalizado.

Por último, el tercer riesgo identificado por el FMI tiene que ver con el optimismo de los mercados en torno a la posibilidad de que las tasas de interés bajen más y más rápido de lo previsto. Si esto no ocurriera, la corrección de las expectativas podría tener efectos negativos, ejerciendo presión para implementar una consolidación fiscal más abrupta que erosione las bases del crecimiento económico.

La conjunción de estos riesgos podría incrementar la inestabilidad financiera, endureciendo las condiciones de acceso al financiamiento, alentando la fuga de capitales hacia activos de calidad (en detrimento de los países emergentes) y fortaleciendo el valor del dólar. Todo ello repercutiría negativamente en el comercio y el crecimiento.

¿Qué dicen las proyecciones desagregadas?

2023 2024 2025
Mundo 3,1% 3,1% 3,2%
Economías avanzadas 1,6% 1,5% 1,8%
Estados Unidos 2,5% 2,1% 1,7%
Eurozona 0,5% 0,9% 1,7%
Alemania -0,3% 0,5% 1,6%
Francia 0,8% 1,0% 1,7%
Japón 1,9% 0,9% 0,8%
Reino Unido 0,5% 0,6% 1,6%
Economías emergentes 4,1% 4,1% 4,2%
China 5,2% 4,6% 4,1%
India 6,7% 6,5% 6,4%
América Latina 2,5% 1,9% 2,5%
Fuente: FMI

Escenario positivo: eventuales impulsos al crecimiento

En el sentido contrario, existen factores que podrían suponer una nueva revisión alcista de las perspectivas para 2024 y 2025. Según el FMI, la mejora de las expectativas inflacionarias por parte de los agentes podría facilitar la tarea de los bancos centrales y permitirles relajar anticipadamente las condiciones monetarias. Esto estimularía la inversión y el consumo, apuntalando el dinamismo global más allá de lo previsto en el escenario base de proyección.

Por otro lado, señala la institución, “las medidas de consolidación fiscal que los gobiernos han anunciado para 2024-2025 pueden retrasarse a medida que muchos países enfrentan crecientes llamados para aumentar el gasto público en lo que sería el año electoral mundial más importante de la historia”. Esto sería favorable para la actividad a corto plazo, pero podría volver a alimentar la inflación más adelante. De esta manera, es un factor que podría operar en ambos sentidos, tanto favorable como desfavorablemente.

Lo mismo ocurre con el tercer elemento que destaca este organismo, y que tiene que ver con el desarrollo de la inteligencia artificial y el devenir de las nuevas tecnologías. Por el lado favorable, lo anterior podría impulsar la inversión y promover un incremento acelerado de la productividad. En contraste, la cara oscura del asunto es que supone importantes desafíos para los trabajadores en el marco de un mercado laboral que viene de procesar varias disrupciones.

Panorama regional

El PIB de América Latina y el Caribe habría crecido en torno a 2,5% en 2023, luego de haberse expandido 4,1% el año anterior. Para este año, el FMI anticipa una desaceleración adicional del crecimiento regional, que se situaría en el entorno de 1,9%. Esta cifra supone una corrección a la baja con respecto a la estimación realizada por el organismo en octubre (2,3%). Según indica el reporte, la revisión a la baja se explica esencialmente por el deterioro previsto para Argentina, “en el contexto de un ajuste significativo de la política económica para restablecer la estabilidad macroeconómica”. La economía brasileña, por su parte, se expandiría 1,7% este año, que es más de lo esperado algunos meses atrás.