El presidente del Banco Central del Uruguay, Diego Labat, dijo a la diaria que se está produciendo una “politización” del debate sobre el atraso cambiario con análisis “demasiado simplistas”, basados solamente en la competitividad y no en los efectos que eso tiene sobre la ciudadanía en general.
“¿Cuál sería la propuesta? ¿Usar recursos del Estado para subir artificialmente el tipo de cambio y licuar los salarios? ¿Eso es lo que queremos? Entonces, es un razonamiento que no termino de entender para dónde va. Hay que ser cuidadoso en no politizar eso”, afirmó.
Explicó que el atraso cambiario es un “concepto difícil de compartir”, porque se usa en países que tienen un tipo de cambio fijo, como es el caso de Argentina. “Uruguay desde 2002 no tiene un tipo de cambio fijo. Acá el dólar flota, con lo cual la oferta y la demanda son las que determinan su valor. Decir que tendría que valer otra cosa, $ 30 o $ 50... En definitiva, es el mercado, la oferta y la demanda lo que lo determina”.
“Nosotros tenemos un objetivo central que es la inflación, y eso es lo que nos preocupa. Me parece que no deberíamos politizar este tema, porque justamente también están muy estudiadas las virtudes que tiene un Banco Central independiente, que cuida la moneda y cómo derrama para todos lados”, agregó.
Ahondando en ese tema, el jerarca consideró que es necesario hacer una reforma jurídica para brindarle mayor independencia al Banco Central a la hora de establecer su política.
¿Qué evaluación hace de la gestión del gobierno y del Banco Central?
Yo me quiero centrar en la gestión del Banco Central, que es la que me compete. El principal objetivo que nos planteamos al inicio de este directorio fue poner la inflación en niveles que entendíamos adecuados para Uruguay, que también son comparables internacionalmente. Fue lo que definimos en 2020 y aplicamos todo el plan, acción por acción, con mucho foco en cumplir cada una de las cosas que anunciamos y que hoy nos llevan a tener la inflación durante nueve meses dentro del rango meta.
Además de ponerle números, para mí el principal logro, más allá de bajar del casi 10% que teníamos al actual 4,7%, es la demostración de que sí se puede, porque había un discurso predominante que sostenía que la inflación no se puede bajar en Uruguay porque es un país distinto. Y en realidad lo que está claro es que Uruguay es igual que los demás países, y aplicando la misma tecnología que utilizaron prácticamente la mayoría de los países de la región y de otras partes del mundo, desde Nueva Zelanda, Europa, Estados Unidos, Perú, Paraguay, Colombia, Chile, Brasil, mostramos que sí se puede.
Entonces, hoy llegamos a esta inflación del entorno de 4,7%, que seguramente todavía es alta en la comparación internacional, pero que sobre todo demuestra que, si el día de mañana alguien quiere ir más abajo, es posible porque la tecnología está y lo que hay que hacer es aplicarla.
¿Y qué factores incidieron en esa reducción de la inflación?
El factor central es la política monetaria. Tenemos que pensar que por ejemplo Chile hace más de 30 años que empezó con esto, Perú otro tanto, Brasil 20 años. Lo que hay que entender es que cuando hay factores que influyen en la inflación, como la sequía, factores de origen internacional, entre otros, lo que hace el Banco Central es contrarrestarlos y hacer que la inflación llegue al objetivo.
A veces dicen que va a haber presiones al alza. ¿Cómo funciona este sistema? Sólo tenemos el compromiso de poner la inflación en 4,5%. Si hubiera presiones al alza, nosotros vamos a reaccionar y a poner presiones en el sentido contrario. Si hubiera presiones a la baja, que también ha habido, porque en general se mencionan sólo las que son al alza, eso nos permitiría aflojar un poquito.
Lo importante es que la política monetaria, con el instrumento que nosotros elegimos usar, que es la tasa de interés, nos permite reaccionar. En definitiva, nos comprometemos ante los agentes económicos a hacer todo lo que sea necesario para que la inflación esté donde prometimos. Por eso, me parece que hay que ser cuidadoso con esos razonamientos que afirman que la inflación va a subir.
Si la inflación tiene presiones para que suba, nosotros vamos a reaccionar y vamos a hacer que eso no pase. Ese es el principal mensaje que hay que transmitir, que cuando uno va a Perú o a Paraguay a los ciudadanos no se les ocurre que eso no suceda, porque lo consideran algo normal.
Hasta ahora en Uruguay no se estaba acostumbrado a que se reaccionara. Nosotros, en pospandemia, reaccionamos fuerte y pusimos la tasa de interés en 11,5%. Ahora, como las condiciones han mejorado, porque la inflación está en el centro del rango y las expectativas bajaron, aflojamos con la tasa de interés. Pero si de nuevo hubiera presiones alcistas, volveríamos a tomar las medidas que corresponden.
Algunos economistas sostienen que, pese a la reducción de la inflación, hay cierto nivel de carestía que no sólo tiene que ver con ese indicador. ¿Qué piensa sobre este tipo de visión?
Son cuestiones separadas. Una cosa es la inflación, que es el aumento sostenido de los precios; claramente esa tendencia es la que hemos logrado disminuir.
La inflación es lo que hace daño, porque el país siempre estuvo en una lógica de que suben los precios y los salarios, con una indexación que al final erosiona la economía.
“Nuestro mandato es la estabilidad de la moneda nacional. Cuando sale del tesoro del banco un camión blindado con un billete de $ 100, lo que le tengo que asegurar a la persona, a la jubilada o al trabajador que va a recibir ese billete es que dentro de un año valga casi lo mismo”.
Otra cosa es decir que Uruguay es caro. Eso ya no es en lo que nos metemos, y hay muchas razones. Nosotros sí hemos tratado de colaborar, por ejemplo, auspiciando algunas investigaciones de institutos privados, donde se demuestra, por ejemplo, problemas de competencia, en algunos costos, la falta de apertura que Uruguay tiene en algunos sectores. Es decir, hay un montón de razones que hacen que Uruguay en muchas cosas sea más caro que otros países. Pero eso es otra cosa, no es la inflación.
¿Cuál es nuestro mandato? Nuestro mandato es la estabilidad de la moneda nacional. Cuando sale del tesoro del banco un camión blindado con un billete de $ 100, lo que le tengo que asegurar a la persona, a la jubilada o al trabajador que va a recibir ese billete, es que dentro de un año valga casi lo mismo. Ese es nuestro mandato. Después, si hay cosas que son caras, el país tiene que trabajar sobre otros ámbitos, pero eso va más allá de lo que el Banco Central puede hacer.
Claramente puede haber cosas que estén influyendo, como decía, falta de competencia, a veces la propia escala del país. Es decir, hay un montón de razones por las cuales Uruguay es un país caro. De eso no hay duda. Lo que pasa es que eso no nos puede hacer decir “entonces no atacamos la inflación”. A la inflación hay que atacarla y hay que tratar de que la variación de precios esté en niveles internacionales.
¿Qué desafíos enfrenta Uruguay en materia de política monetaria?
En materia de política monetaria impulsamos un paquete de instrumentos que son los que usa la mayoría de los países serios del mundo, que es fijar el instrumento de tasa de interés, señalar bien claro que el objetivo central es la inflación y establecer un rango bien acotado. Si ustedes miran los informes que publicamos, en cada trimestre agregamos más datos, más investigación, modelos nuevos. Mostramos teoría y práctica de cómo avanzar.
Creo que hemos hecho muchas cosas. Después, seguramente, siempre hay más para avanzar. Creo que hay que avanzar en una independencia mayor del Banco Central, por ejemplo. Hay una serie de aspectos en los que Uruguay tiene que seguir mejorando. Porque si bien hemos logrado que nos crean, y hoy hay bastante más credibilidad que la que teníamos hace cinco años, todavía falta un buen camino por construir. O sea que la política monetaria se tiene que seguir sosteniendo, y eso lo va a mostrar con algún cambio jurídico, pero además con la continuidad de políticas.
El Banco Central debe mostrar que cuando llegue algún momento más complicado, en el que haya presión de precios, va a estar y va a actuar. Cuando uno empieza a acumular reputación de que actúa cada vez que corresponde, después te empiezan a creer, que es lo que capaz que no ha pasado desde hace muchísimos años.
¿Usted está sosteniendo que de aquí a un año la inflación se va a mantener en estos niveles?
Lo que pasa es que no es que yo crea, es que el compromiso es que la inflación va a estar entre 3% y 6%. ¿Y cuál es nuestro compromiso? Es que, si por alguna razón se desvía, nosotros actuaremos. Ese es el centro de la política.
Nuestra proyección es que, de acá a dos años, la inflación va a estar en 5% o 3%. Lo que sí decimos es que nuestro compromiso está en reaccionar y actuar, endureciendo las condiciones monetarias en caso de ser necesario. Ese es nuestro compromiso.
“Creo que Uruguay tiene un desafío bien relevante en crecer más rápido. Para eso es importante tener condiciones de base más sólidas. ¿Cuáles serían esas condiciones? Empezar a tener reglas bien claras, y una es la inflación”.
Algunos economistas sostienen que Uruguay ha tenido un “crecimiento magro”. ¿Qué piensa al respecto?
Este tema va un poquito más allá del banco, pero yo creo que Uruguay tiene un desafío bien relevante en crecer más rápido. Para eso es importante tener condiciones de base más sólidas. ¿Cuáles serían esas condiciones? Empezar a tener reglas bien claras, y una es la inflación.
Una de las cosas que hemos dicho es que la principal contribución que el Banco Central puede hacer al crecimiento es tener una inflación baja. ¿Por qué? Porque tenemos ríos de tinta de investigadores que muestran que una inflación alta perjudica a muchas empresas.
Voy a poner un ejemplo. Está estudiado por el Banco Central que las empresas en Uruguay tienen stocks de mercadería más altos que los que tienen en el resto de la región. ¿Por qué? Porque para protegerse de la inflación, mantienen más mercadería. Esto implica más costos, porque hay que mantener ese stock. Ese es un ejemplo, pero hay un montón de investigaciones que hemos hecho a lo largo de los años que muestran que con una inflación baja el país va a crecer más rápido.
Después, por supuesto, hay otro montón de cuestiones en las que el país podrá seguir mejorando. Algunas las hablábamos, pero van más allá de lo que puede hacer el Banco Central. Más competencia, mejora del mercado, más apertura al mundo, pero eso va más allá. Nuestra contribución es una inflación más baja.
¿Cómo evalúa el crecimiento que ha tenido el país en estos años?
Los niveles de crecimiento que hemos tenido en estos últimos años son consistentes con el producto potencial, que está en el dos y pico por ciento. Es un nivel que yo diría que es poco ambicioso si queremos que el país atienda todas las demandas que tiene.
Uno de los logros que destacó la ministra de Economía es la regla fiscal. ¿Cuál es su opinión al respecto?
Va más allá de mi mandato, pero la regla fiscal viene a aportar a la economía y a la sociedad como una norma más, que lo que le da es certidumbre para que todos los actores sepan mejor a qué atenerse. Creo que, como muchas otras cosas, es una buena cosa y un buen avance que ha tenido Uruguay.
Desde el Frente Amplio se sostiene que se han hecho gastos por fuera del perímetro fiscal.
Yo no me voy a meter en eso, porque está fuera de mi tema. Sólo lo que digo, porque nosotros sí hacemos estadísticas de eso, es que no hubo ningún cambio en este gobierno. No es que hubo un determinado gasto que se empezó a recalificar por otro lado. No hubo ningún cambio.
¿Cómo definiría la situación del atraso cambiario?
En Uruguay el tipo de cambio flota. Este concepto de atraso, de adelanto cambiario, ¿dónde se usa? En países que tienen un tipo de cambio fijo. Ejemplo: Argentina; uno dice que el tipo de cambio que está fijado administrativamente puede estar atrasado o adelantado. Uruguay no tiene un tipo de cambio fijo desde 2002. Acá flota, con lo cual la oferta y la demanda son las que determinan lo que vale el dólar. Decir que tendría que valer otra cosa, $ 30 o $ 50... En definitiva, es el mercado, la oferta y la demanda lo que lo determina.
Este régimen de flotación es el que tiene buena parte de los países de la región, es lo mismo que hace Nueva Zelanda y por supuesto los países desarrollados. Por tanto, es un concepto difícil de compartir.
Muchas veces desde el sector exportador se insiste mucho con este tema.
Yo puedo entender las preocupaciones y hoy hablábamos del país caro, de que existen inquietudes por la competitividad. Lo que sí tenemos que tener claro es que a prepo no se mejora el tipo de cambio real, que es el que a los efectos de la competitividad importa. De hecho, sobre el tipo de cambio nominal sí se puede actuar, como se hizo en anteriores administraciones, pero que uno actúe sobre eso, sobre el valor de la pizarra, no me asegura alcanzar un tipo de cambio real mejor.
De hecho, yo diría que a lo sumo puedo conseguir alguna mejora transitoria, que después seguramente se pierda. Es la experiencia de lo que ha pasado. Entonces, yo entiendo la preocupación por la competitividad. Nosotros tenemos un objetivo central que es la inflación, y eso es lo que nos preocupa. Me parece que no deberíamos politizar este tema, porque justamente también están muy estudiadas las virtudes que tiene un Banco Central independiente, que cuida la moneda, cómo derrama para todos lados. El efecto que eso tiene, por ejemplo, ha repercutido en las mejoras del salario real durante todo 2023, que creció casi 4%.
¿Se está politizando el tema?
Yo digo que hay algunos razonamientos que a veces escucho que son demasiado simplistas, y terminan queriendo politizar. Entonces, a mí me parece que hay que ser cuidadoso en no politizar esto. Dice que hay atraso cambiario, pero ¿cuál sería la propuesta? ¿A prepo usar recursos del Estado para subir artificialmente el tipo de cambio y licuar salarios? ¿Eso es lo que queremos? Entonces, es como un razonamiento que no termino de entender para dónde va.
O sea, si lo que queremos es mejorar la competitividad, ¿lo hacemos licuando salarios? No me parece. Entonces por eso creo que es importante no politizar, porque la inflación baja es un activo que va mucho más allá de este directorio, y creo que es una cosa que llegó para quedarse y que les hace bien a todos los agentes de economía.
Me parece que hay que ser cuidadoso y tratar de no entrar en esa politización y en razonamientos demasiado simplistas. Yo creo que, para empezar, hay que entender que la evolución del tipo de cambio, cuando hay flotación libre, depende de un montón de cosas y no tiene que ver sólo con la inflación, pero eso se termina mezclando. Entonces, hay un montón de razones que hacen que el dólar vaya para un lado o para el otro, pero no hay por qué mezclar.
¿Cree que las medidas de control de la inflación deben ser una política de Estado que trascienda los gobiernos?
Yo creo que sí. Por ejemplo, un Banco Central independiente es una cosa que han implementado prácticamente todos los países de América Latina, salvo Argentina, Bolivia y Venezuela, y Uruguay no tiene claramente, en su carta orgánica, esa independencia. Casi que somos el único país hoy con inflación baja, pero que no ha dado ese salto en la reforma.
Creo que esa es una reforma que debería impulsarse, que debería haber cierto consenso, pero a veces cuesta encontrarlos. Y esa independencia la hemos tenido de facto en estos cuatro años. Sin embargo, considero que hay que llevarla al papel en algún momento, porque le haría bien al país tener eso. La teoría económica, desde hace 35 o 40 años, insiste en eso y es un camino que Uruguay debería recorrer.