Hace algunas semanas se publicaron los números de Antel de 2023 a través de sus estados financieros. Los comentarios de las autoridades fueron de festejo. Observando con más detenimiento cómo se presentaban las cifras, y analizando las políticas llevadas a cabo por la actual administración, enseguida se me vino a la mente el famoso meme del perro que, sentado en la mesa del comedor en una habitación prendida fuego, afirma que “todo está bien”. ¿Es real esa impresión de que se nos puede estar incendiando la empresa, que otrora fue el puntal del desarrollo del país, mientras las autoridades sostienen que todo está fenomenal? En este artículo intentaremos echar luz sobre esta pregunta.

Todo está bien... ¿Todo está bien?

Cuando hace algunas semanas se hicieron públicos los balances de Antel, las expresiones que se utilizaron para evaluarlos fueron de júbilo: “Tercer mejor resultado de la historia”, “fortalecimiento”, “indicadores sólidos”, “crecimiento y altos niveles de inversión”. Enseguida estas afirmaciones encontraron justificación en los números: 246.400.000 dólares de utilidades (resultado económico de la empresa). Allí mismo se explicaba que, junto con lo sucedido en 2021 (247.200.000 dólares) y 2022 (246 millones de dólares), se formaba la tríada de los “mejores resultados de la historia”.

Esto, a su vez, fue acompañado por otras grandes cifras referentes a inversiones, ingresos y aportes a rentas generales. Observando los números a primera vista, se desprende que los resultados se han mantenido estables durante los últimos tres años. Sin embargo, como afirman que son los mejores años de la historia y que además están acompañados de grandes inversiones y de aportes a las arcas del Estado, es tentadora la idea de recurrir al meme de que “todo está bien”. Incluso en el mercado de la telefonía móvil, donde Antel compite con dos gigantes multinacionales, hubo un incremento en el número de servicios contratados equivalente a 2,1%.

Detengámonos entonces en el resultado más importante para una empresa, que es su resultado económico, sus utilidades. En nuestro país estamos acostumbrados a manejar las grandes cifras en dólares, por lo que, a primera vista, a nadie le pareció extraño el planteo oficial presentado de esa manera. Si uno tuviese que mencionar el precio de bienes de alto valor en nuestro país, como una casa o un auto, nadie lo expresaría en pesos. Por eso nos parece totalmente normal presentar así los grandes números, es decir, expresados en millones de dólares como lo hizo Antel. La situación es distinta si nos preguntan a cuánto ascienden nuestros ingresos o gastos, como el salario o el alquiler. En este caso, nos sale naturalmente responder en pesos.

Pero en este caso son muchos millones de los que estamos hablando, con grandes implicancias para el desarrollo productivo del país, y muy importante también por el aporte que se realiza a rentas generales y que provienen de las ganancias del patrimonio de todos los uruguayos. En efecto, ante esta situación, puede valer la pena analizar en detalle lo que se nos presenta.

Asociado a esto, debemos recordar que desde hace varias semanas, y como sucede frecuentemente en nuestra historia, se habla una y otra vez sobre el fenómeno del atraso cambiario, es decir, de una situación en la que el valor del dólar es menor al que debería ser (cuál es ese valor no es una discusión para nada trivial, y excede el alcance de esta nota). De forma sencilla e ilustrativa, el atraso cambiario se hace tangible en una cotización del dólar que no ha dejado de caer en los últimos años.

Entonces, al conjugar esto de la estabilidad de los resultados de Antel expresados en dólares (“los tres mejores de la historia”) con la caída del valor del dólar, comencé a sentir olor a quemado. ¡Es que las autoridades presentaron los resultados de la empresa en una moneda que cada año vale menos!

Si bien puede ser de utilidad manejar algunas grandes cifras en dólares, los ingresos de Antel, así como la gran mayoría de sus gastos y costos, son en pesos. De hecho, los balances sobre los que se basan las afirmaciones de las autoridades están hechos en pesos, como lo establece justamente la normativa. También están en pesos los informes oficiales que publican el Ministerio de Economía y Finanzas y el Banco Central del Uruguay. No es que no se pueda realizar una comparación en dólares entre diferentes años a partir de variables que están en una moneda diferente; sólo que es necesario realizar varias salvedades y precisiones, que tampoco se encuentran en los escuetos comunicados oficiales. Utilizar dólares, como lo han hecho las autoridades, se recuesta en una costumbre arraigada en nuestro país. No obstante, evaluar de esa manera el resultado económico de una empresa uruguaya que opera en pesos es, por lo menos, engañoso.

Uno puede admitir que siempre los fenómenos económicos admiten diferentes lecturas, y que las cifras siempre tienen una construcción humana detrás, con todas las decisiones y sesgos que ello implica. Eso es aceptable. Pero cuando hablamos de quienes están a cargo de los destinos de una de las empresas más grandes del país, la presentación engañosa es cuando menos preocupante.

Los resultados en pesos

El gráfico 1 muestra la evolución del resultado de Antel en pesos constantes de 2023, es decir, ajustado por la inflación a efectos de hacer las cifras comparables año a año. Esto es lo mismo que las autoridades indican en dólares, pero esta vez presentado en pesos, que es la moneda en la que se presentan los estados financieros. Con esto, la foto luce bastante distinta a la que nos presentaron y que dio pie a la celebración.

Foto del artículo 'Antel: algo huele a quemado'

Partiendo de 2019, se visualiza un crecimiento en 2020 y 2021, que luego, a partir de 2022, se transforma en una caída que se extiende hacia 2023. Acá se empieza a sentir un poco más el olor a quemado y el humo empieza a nublar un poco el ambiente. Estamos en presencia de una caída en el resultado de la empresa por segundo año consecutivo, mientras que las autoridades nos dicen que todo está bien. Concretamente, pasaron de 12.434.750.000 pesos a 9.567.153.000 en dos años, lo que implica una caída del 23% en términos reales durante ese período. En otras palabras, entre 2022 y 2023 se perdieron 4.636.634.000 pesos.

En lo que sigue, se desagrega esta caída y la comparación de su magnitud con otras variables manejadas por las autoridades, como la contribución a rentas generales y las inversiones.

Los ingresos por partes

Desgranemos ahora la evolución de los ingresos de Antel durante el período analizado. Si tuviésemos que remarcar un hecho que afectó la economía entre 2020 y 2021, no podríamos nunca dejar de soslayar la pandemia. En el debate económico este fenómeno se suele utilizar para fundamentar los magros resultados en este período por parte del gobierno. El crecimiento de la economía fue negativo, la pobreza aumentó, los salarios cayeron. Esto afectó a un gran número de empresas, especialmente en algunos sectores de actividad como el turismo, los restaurantes, la cultura y otros.

Sin embargo, no a todos les fue tan mal. Hubo un grupo de sectores (menor que el anterior, es cierto) al que le fue mejor, ya que se registraron importantes cambios en el comportamiento de las personas que fueron aprovechados por las empresas. Cambios en el comportamiento que, en alguna medida, han llegado para quedarse. Por ejemplo, muchos trabajadores y trabajadoras se vieron obligados a hacer sus tareas desde el hogar, por lo que aumentó el tiempo que pasamos conectados a internet desde allí.

En el mismo sentido, el hecho de no poder concurrir a actividades culturales con público provocó un aumentó en el consumo de servicios de streaming, entre otros servicios similares. Estos últimos cambios aumentaron el consumo de datos de internet en los hogares. Según datos de la Unidad Reguladora de Servicios de Comunicación (Ursec), el tráfico de datos de servicios de banda ancha fija pasó de 1.655.929 TB en 2019 a 2.828.786 en 2021, lo que implica un aumento de 70% en dos años.

El gráfico 2 muestra cómo el aumento en el consumo de datos de los hogares impactó en Antel, que en este sentido se vio beneficiada. Los ingresos por este concepto pasaron de 16.440.448.000 pesos en 2019 a 19.276.667.000 en 2021, pico que luego presentó una leve caída para terminar en 18.767.515.000 pesos en 2023. Es decir, que los ingresos por datos luego de crecer en 2021 exhibieron cierta estabilidad en los dos años posteriores; estabilidad que ahora se ve amenazada, ya que se ha abierto el mercado de servicios de datos también a través de las licencias clase B que el gobierno otorgó a diferentes empresas en los últimos meses.

Foto del artículo 'Antel: algo huele a quemado'

Por lo tanto, para explicar la caída en el resultado de Antel durante el período 2021-2023 tenemos que analizar la otra gran fuente de ingresos de la empresa, ya que los costos se mantuvieron relativamente constantes durante el período. Tenemos que dirigir así nuestra mirada a la telefonía móvil, que, junto con los servicios de datos, representaron el 88% del total. Y cuando nos acercamos a los datos de telefonía móvil, no sentimos solamente el olor a quemado y la niebla negra de la habitación; ahora comenzamos a percibir el calor del fuego.

En ese sentido, los ingresos a la telefonía móvil no han parado de caer desde 2019, cuando se situaron en torno a 24.000.000.000, para luego descender a 21.377.000.000 en 2023. Punta a punta, esto representa una caída de 2.436.000.000 pesos, pero que, acumulada entre 2022 y 2023 (no tomamos en cuenta 2021 porque fue el año que afectó más gravemente el bolsillo de los uruguayos), asciende a 4.944.867.000 pesos.

Foto del artículo 'Antel: algo huele a quemado'

Para poder dimensionar la importante magnitud perdida en los últimos dos años en materia de telefonía móvil, la caída representa un 78% de los fondos destinados a inversiones en 2023, que ascendieron a 6.416.634.000 pesos. Por cierto, en pesos constantes 2023, estos fondos cayeron 13% respecto de 2022. De más está destacar la importancia que tienen las inversiones para un sector como las telecomunicaciones, que se encuentra en la frontera del desarrollo tecnológico.

Además, el descenso en los ingresos por este rubro representa un 90% de la contribución a rentas generales del último ejercicio (5.551.775.000 pesos), contribuciones que también cayeron 13% respecto de 2022. Lo que podría haber significado este dinero para actividades sociales del Estado es relevante. Por ejemplo, sobre la prioridad en la última Rendición de Cuentas, representa cinco veces lo anunciado para salud mental.

Si bien la economía tuvo una fuerte caída durante la pandemia, tanto el ingreso del país como el de los hogares ya retornaron a sus niveles prepandemia, e incluso se encuentran por encima. Sin embargo, los ingresos por telefonía móvil no se han recuperado, y se mantienen en el mismo nivel que tenían en 2022.

¿Qué hay detrás de la caída de los ingresos en telefonía móvil?

Repasando las declaraciones oficiales de Antel, intentando buscar qué es lo que dicen sobre la situación de la telefonía móvil, no parecería haber motivos de preocupación. Aplauden un “crecimiento del 2,1% de los servicios móviles”. “Todo está bien”, incluso si afinamos la lupa en la telefonía móvil.

¿Por qué caen los ingresos por telefonía móvil si aumenta la cantidad de servicios? La respuesta es bastante sencilla: cayó el precio promedio de los contratos, lo que abona cada servicio. Por eso, aunque haya más servicios, cada uno paga menos, lo que genera ingresos totales en caída.

Fue singular, en ese sentido, advertir cómo las autoridades de Antel festejaron el aumento de la competencia producto de la portabilidad numérica. Era extraño ver cómo el actor que lideraba el mercado, aumentando ingresos en el pasado, celebraba que las empresas que venían detrás tuvieran más herramientas para amenazar su posición. Antel bajó los precios de los contratos, en teoría, para evitar la fuga de clientes y atraer los de otras empresas, aunque, según las cifras de la Ursec, la portabilidad numérica generó poco entusiasmo entre los clientes. Hubo decisiones empresariales explícitas en el sentido de reducir lo que cada abonado debe pagar.

Una parte de la historia es que los consumidores están mejor, porque se redujo su pago mensual en telefonía móvil. Mientras tanto, los ingresos de la empresa están en caída, en cifras relevantes, y también las inversiones y los aportes al Estado.

De esta manera, a la luz de todo lo anterior, podemos concluir que, lejos de estar todo espectacular en la empresa, como se desprende de las reacciones de las autoridades, la situación debería ser preocupante, máxime si tomamos la manera en que la empresa y el Estado uruguayo han decidido regular los mercados de telefonía móvil y servicio de datos. Como no ven el fuego, corremos riesgo de que se queme la casa, con todo el patrimonio de los uruguayos adentro.