El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó este martes los indicadores de distribución del ingreso correspondientes al año 2023, que muestran un aumento de la desigualdad “dentro del margen de error” en algunos indicadores y el estancamiento en otros. En este sentido, se señala en el informe técnico que “no se puede afirmar que haya habido cambios estadísticamente significativos”.

Consultado por la diaria sobre estas consideraciones, el doctor en economía Mauricio De Rosa explicó que tanto el coeficiente de Gini como el ratio de ingresos “son variables que se mueven muy lentamente y que cambia relativamente poco”. En este sentido, evaluó importante “mirar siempre en tendencia”. En este caso, detalló que si se tienen en cuenta los datos del 2019, se puede identificar “un incremento considerable de la desigualdad”.

Si se va a los datos, la regla ha sido un aumento mínimo, pero progresivo, en los indicadores que miden la desigualdad general. Por ejemplo, el mencionado coeficiente de Gini, indicador donde uno representa el mayor grado de desigualdad, aumentó de 0,383 a 0,394 entre 2019 y 2023. Algo similar ha sucedido con el ratio de ingresos, en otros términos, el resultado de lo que se obtiene al dividir el ingreso medio del último decil entre el del primero. En este caso, el aumento de la desigualdad se muestra al expresarse un aumento de su valor: de 2019 a 2023 aumentó de 11,1 a 11,7.

De Rosa remarcó que la desigualdad, en comparación con la pobreza, luego de empeorar en la pandemia no ha logrado retroceder. A pesar de eso, sin embargo, explicó que para hablar de tendencia hay que evaluar la variabilidad de estos indicadores en un periodo más amplio de tiempo. De todas formas, consideró que “parece estarse iniciando una tendencia creciente de desigualdad”, la cual a su entender “es importante atacar decididamente” ya que “la forma más rápida de bajar la pobreza es bajando al mismo tiempo la desigualdad”.

Haciendo foco en este avance de la desigualdad, De Rosa consideró que “es en buena medida el resultado de las decisiones que hemos tomado colectivamente y de las políticas públicas que se han implementado”. En relación a esto último, remarcó que de un tiempo a esta parte estas “no van en línea con la reducción de la desigualdad, más bien todo lo contrario”. A modo de ejemplo, hizo referencia a los debilitamientos en la aplicación del IRPF y el IASS.

En alusión a la influencia o no que puede haber tenido la pandemia, recordó que hasta 2022, de acuerdo al informe de Panorama Social de América Latina realizado por Cepal, Uruguay era uno de los tres países que tenía niveles de desigualdad superiores a prepandemia. En este sentido, aseveró que queda claro que no hay nada “natural en la evolución de la desigualdad” que se ha dado en el último tiempo en Uruguay.

La desigualdad entre los más pobres

Dentro de los otros datos presentados por el INE, aparecen la severidad y la brecha de pobreza, los cuales, más allá de su particularidades, muestran para De Rosa “qué tan pobres son los pobres”. Los indicadores presentados recientemente, en este caso, representan según el especialista que “la profundidad” de la pobreza “no se ha visto alterada sustantivamente”.

En el caso concreto de la severidad de la pobreza, indicador que representa la desigualdad de ingreso en la población ubicada por debajo de la línea de pobreza, las cifras demuestran un leve crecimiento con respecto a 2019, pero un estancamiento con respecto a 2021 y 2022. En concreto, la variación se ha dado desde 0,5% (2019), 0,7% (2020), hasta 0,6% (2021, 2022 y 2023).

Por último, un comportamiento parecido ha tenido lugar con la brecha de pobreza, medida promedio de ingreso faltante para alcanzar la línea de pobreza para quienes se encuentran por debajo. Este indicador, expresado en términos porcentuales, se ha movido desde 1,3% en 2019, hasta pasar a 1,9% (2020) y 1,7% (2021), y llegar a un estancamiento en 1,6 en 2022 y 2023.

Las características de la pobreza

Sobre los datos de pobreza publicados el pasado lunes por el INE, el economista puso énfasis en que lo que se puede visualizar, más allá de la relativa estabilidad, es que la infantilización de la pobreza “es una característica estructural del Uruguay”, que no viene de los últimos años, sino que es muy anterior y que muestra una persistencia en el tiempo.

De Rosa detalló que si bien luego de la pandemia -cuando se incrementó este indicador- hubo un retroceso, el mismo “sigue en niveles por encima” de las cifras prepandemia; esto “con el agregado de que hay un incremento muy marcado de la pobreza sobre todo en menores de seis años”. El especialista valoró esto como “muy preocupante” ya que, a su entender, “va a tener consecuencias muy severas” para el futuro del país.

Da Rosa apuntó a que “si uno logra erradicar relativamente la pobreza infantil, incluso eliminarla, va a disminuir mucho la pobreza” en términos generales. En ese sentido, aclaró que el problema “no se resuelve con sintonía fina o con cambios de énfasis”, sino que se “requiere una inversión grande en todas las líneas” como puede ser vivienda, sistema de cuidados, políticas de empleo y transferencias monetarias. “Con una inversión del entorno del 1% del PIB uno ya puede generar cambios muy inmediatos”, concluyó.