La fuerza laboral latinoamericana creció casi 50% entre el 2000 y 2020, contribuyendo significativamente a apuntalar el crecimiento económico. Sin embargo, esa tendencia comenzó a revertirse en los últimos años y continuará haciéndolo a mediano plazo.

Según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento regional se ubicará en torno al 2% anual en el próximo quinquenio. Esto implica que la dinámica de la actividad será menor con respecto al promedio histórico, que de por sí ya era bajo. El crecimiento esperado para los próximos años también es bajo con relación a otras economías emergentes, tanto de Asia como de Europa, cuyo PIB se incrementaría entre 3% y 6% de acá a 2029.

Las causas de este magro desempeño son múltiples, pero se destacan los problemas de productividad y el bajo aumento de la inversión. Estos han sido dos rasgos distintivos desde una perspectiva histórica, a los que ahora se suma el lento crecimiento de la población y en particular de la población activa.

Con relación a la dinámica demográfica, las previsiones sugieren que la población latinoamericana crecerá apenas 0,6% por año durante el próximo lustro, cuatro décimas por debajo de lo que fue la expansión durante las últimas dos décadas.

Según indica una investigación recientemente difundida por los equipos técnicos del FMI,1 el dividendo demográfico cae a medida que avanza el proceso de envejecimiento y que la proporción de la población activa llega a sus niveles máximos; en otras palabras, “la población capaz de generar ingresos dejará de crecer”, acentuando aún más los desafíos históricos que limitan el desarrollo en América Latina.

Esto supone un cambio relevante: “Hasta hoy esa proporción iba en aumento, añadiendo anualmente 0,5% a la fuerza laboral desde el 2000. Por el contrario, de acuerdo con nuestras previsiones, el porcentaje de población activa registrará, en promedio, cero crecimiento durante los próximos cinco años”.

Derivado de lo anterior surge la necesidad de estimular la participación laboral, en particular integrando más a las mujeres, cuyos indicadores laborales continúan evidenciando un rezago significativo. A modo de ejemplo, y considerando los datos agregados para la región, la participación femenina se sitúa actualmente en torno al 52%, frente al 75% de los hombres.

Foto del artículo 'La dinámica demográfica regional y su impacto en el crecimiento'

En el segundo gráfico se ilustra la trayectoria esperada para la tasa de participación, asumiendo que efectivamente esta brecha comenzará a estrecharse en los próximos años. Y para que esto suceda es necesario promover políticas activas que faciliten esa mayor integración, como la ampliación de los programas y políticas de cuidado infantil o la licencia parental, entre otras tantas.

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Esta es una condición necesaria para apuntalar el crecimiento y generar los recursos que permitan atender las crecientes necesidades y demandas de aseguramiento social de una región rezagada, aunque no suficiente. Se requieren, en ese sentido, mayores esfuerzos en materia de inversión, productividad, gobernanza, seguridad y estabilidad macroeconómica (a pesar de los avances acumulados gradualmente durante los últimos años).


  1. Alder G, Valdés R (2024). Latin America’s Shifting Demographics Could Undercut Growth