El déficit fiscal exhibió un deterioro adicional en mayo y se ubicó en 4,4% del PIB, una vez excluidos los ingresos del fideicomiso de la seguridad social. Este resultado es peor al de 2019. De hecho, para Martín Vallcorba, esta es la “peor situación fiscal de los últimos 20 años”. Además del nivel actual del déficit, la advertencia considera la evolución de la deuda flotante (que representa los gastos que están pendientes de pago) y los gastos que se realizan por fuera del llamado perímetro fiscal, que en ambos casos son mayores.

También lo es la deuda pública, que volvió a incrementarse en 0,5% del PIB durante los últimos dos años. A la luz de esta situación, es claro que la regla fiscal no ha sido suficiente para contener el deterioro ni para reducir la discrecionalidad asociada al ciclo electoral. En suma, “si en 2019 Azucena Arbeleche señalaba que había luces rojas en la situación fiscal, hoy debería estar absolutamente preocupada por la situación actual, porque desde el punto de vista fiscal es la misma y, en materia de deuda, es peor que la que teníamos en 2019”, indicó el economista día atrás en diálogo con Crónicas Económicas.

Por otro lado, como señaló el economista Nicolás Cichevski, gerente del departamento de economía de CPA Ferrere, la revisión de las proyecciones presentadas en la Rendición de Cuentas confirma este deterioro. A este respecto, advirtió que este año se incumplirían dos de los tres pilares de la regla fiscal. Uno es el resultado fiscal estructural, que se situaría en torno a -3,4% del PIB (-2,9% es lo que habilita el primer pilar de la regla), y el otro es el que impone un tope al incremento del gasto real, que aumentaría 4,8% (2,8% es lo que habilita el segundo pilar de la regla).

A este respecto, el Ministerio de Economía y Finanzas señaló en la Rendición de Cuentas y Balance de Ejecución Presupuestal, presentado el viernes pasado, que “si bien la estimación prevista para el resultado fiscal estructural, primer pilar de la regla fiscal, es de -3,4% del PIB, siguiendo la sugerencia del Consejo Fiscal Asesor (CFA), se resolvió mantener como referencia del pilar 1 la estimación de -2,9% del PIB realizada en febrero pasado”. En la misma línea, la exposición de motivos señala que “es preciso, nuevamente, identificar lo acontecido a nivel del pilar 2 como un desvío respecto a la meta indicativa del crecimiento potencial, más que como un incumplimiento de la política fiscal discrecional, por mayores erogaciones de gasto, en un año electoral”.

Párrafos después, el documento señala que “lejos de invalidar la regla fiscal un potencial desvío de sus metas indicativas fortalece el instrumento, en la medida en que si no existiera una regla, no se medirían, expondrían ni explicarían esos eventuales desvíos ante el Parlamento y la ciudadanía en general”.

Por otro lado, sobre la trayectoria del gasto público, Cichevski indicó que este año cerraría un punto porcentual por encima del nivel vigente en 2019 (aproximadamente 800 millones de dólares”). En efecto, más allá de las promesas de la campaña anterior, “reducir el gasto público ha sido más difícil que lo previsto”. El economista también agregó que el “déficit estructural cerraría en 3,4% por debajo de 2019 (4,5%), pero en un nivel insuficiente para estabilizar la deuda (≈2%) y por encima de lo previsto hace dos años (2,3%)”. Esto deja un margen muy escaso para el próximo gobierno, que enfrentará una restricción en el frente fiscal en un escenario con múltiples desafíos en materia de gasto.

Ampliando el horizonte temporal del análisis, la trayectoria prevista en la Rendición de Cuentas implica que el déficit estructural se reduciría hasta 1,6% en 2028. Sin embargo, “ello supone aumentos muy moderados del gasto real (ejemplo, 0% en 2025) en un contexto de baja inflación (4,5%)” y también ingresos de DGI que se “mantendrían en el nivel actual”.