Sobre la actividad económica

La economía mundial crecería 3,2% este año, según informó el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último reporte de perspectivas globales divulgado días atrás. Esta proyección no supone cambio alguno con relación a lo estimado en abril, aunque las dinámicas nacionales que explican ese ritmo de expansión agregado son un poco distintas. En ese sentido, el organismo destaca que las divergencias entre las trayectorias de las principales economías se han reducido parcialmente, lo que apunta en la dirección de un crecimiento más parejo.

En el caso de Estados Unidos, el FMI alerta por las “señales de enfriamiento”, especialmente en la órbita del mercado laboral (que había tenido un buen desempeño a lo largo de 2023). En el sentido opuesto se ha movido la Eurozona, que luego del estancamiento que caracterizó su dinámica durante el año pasado ha comenzado a repuntar.

Por su parte, en lo que refiere a las economías emergentes y en desarrollo, el panorama delineado en esta oportunidad es levemente más alentador, con una revisión alcista de las perspectivas para 2024 y 2025. En concreto, este conjunto de países crecería en torno a 4,3% durante el próximo bienio, al influjo del desempeño de China (que crecería 5% en 2024) y de India (cuya economía se expandiría 7% este año). En ambos casos, las estimaciones son superiores con respecto a las que fueron presentadas por el FMI en abril. De hecho, sólo estas dos economías explicarían casi la mitad del crecimiento mundial esperado para este año. Sin embargo, el panorama cambia al extender el horizonte temporal del análisis, en tanto se espera una moderación relevante del crecimiento en Asia. A modo ilustrativo, se proyecta que para 2029 el crecimiento en China se modere a 3,3%.

Con los motores del mundo desacelerándose, la perspectiva mundial de crecimiento a mediano plazo sigue siendo modesta, manteniendo la tendencia que viene observándose en los últimos años: las proyecciones de mediano plazo (cinco años y más) se ajustan a la baja año tras año.

Sobre la marcha de la inflación

En línea con lo previsto, la inflación global continuará perdiendo ímpetu en los próximos años, “lo que se condice en términos generales con un aterrizaje suave”. Esta última afirmación guarda relación con los temores asociados al impacto recesivo del combate inflacionario por parte de los principales bancos centrales del mundo, cuyas políticas contractivas podrían haber implicado un freno mucho más fuerte para el rebote pospandemia. Concretamente, el organismo con sede en Washington anticipa un descenso de la inflación adicional para este año, pasando de 6,7% (promedio 2023) a 5,9% (estimación 2024).

No obstante, los riesgos de un potencial rebrote inflacionario no se han diluido por completo y podrían demandar una nueva ola de acciones por parte de las autoridades monetarias, con el correspondiente efecto negativo sobre la actividad económica, los flujos de capitales, el dólar y las condiciones de financiamiento, todo ello en detrimento particularmente de los países emergentes y en desarrollo.

En ese sentido, el reporte advierte por el precio de los bienes, que permanece en niveles altos con relación al de los servicios, “un fenómeno heredado de cuando la pandemia inicialmente azuzó la demanda de bienes al tiempo que restringía su oferta”. De esta manera, al día de hoy los servicios resultan comparativamente más baratos, “lo cual incrementa su demanda relativa y, por consiguiente, la de la mano de obra necesaria para prestarlos”, ejerciendo presiones alcistas sobre los precios generales. Este fenómeno, de profundizarse, mantendría la inflación en niveles más altos que los deseados, lo que representa un “riesgo significativo para el escenario de un aterrizaje suave” que parece consolidarse en lo que va del año.

Sobre las finanzas públicas

La situación fiscal de muchos países sigue operando como otro frente de vulnerabilidad para las perspectivas de corto y mediano plazo, restringiendo los márgenes de maniobra para apuntalar el gasto y atender los desafíos y demandas que se han ido acumulando en los últimos años de manera creciente. Con un desempeño económico modesto, mayores déficits fiscales y niveles todavía altos de endeudamiento en la mayoría de los países, la inestabilidad financiera sigue siendo un riesgo latente.

Sobre este punto, el informe es particularmente duro con Estados Unidos: “Resulta preocupante que un país como Estados Unidos, en situación de pleno empleo, mantenga una orientación fiscal que eleva de forma constante su relación deuda/PIB, con riesgos para su propia economía y la del mundo. La creciente dependencia de Estados Unidos del financiamiento a corto plazo también es preocupante”.

Foto del artículo '¿La economía mundial contra las cuerdas?'

Otras luces amarillas

“Lamentablemente, la incertidumbre de la política económica va más allá de las consideraciones fiscales”, enfatiza el equipo técnico del FMI en referencia a las disfuncionalidades del sistema multilateral del comercio y al rebrote proteccionista que viene emergiendo con mayor fuerza en los últimos meses (como ilustran, por ejemplo, las discusiones en el marco de la campaña electoral estadounidense y las estrategias para abordar el ascenso de China).

En efecto, “son más los países que ahora están obrando de manera aislada, imponiendo aranceles unilaterales o medidas de política industrial cuyo cumplimiento de las reglas de la Organización Mundial del Comercio es cuestionable en el mejor de los casos”. Y esta mecánica de represalias sólo puede distorsionar aún más la asignación de recursos, comprometiendo el crecimiento y complejizando todavía más la gestión de los desequilibrios macroeconómicos.

En suma, esta nueva cerrazón global y la consecuente fragmentación geoeconómica del mundo sólo limitarán las posibilidades de aumentar el bienestar e impedirán abordar adecuadamente los desafíos estructurales que enfrentamos, especialmente en el frente ambiental y social. Como recuerda el documento: “Los ocho decenios transcurridos desde Bretton Woods han demostrado que la cooperación multilateral constructiva sigue siendo la única forma de garantizar una economía segura y próspera para todos”. Sin embargo, como evidencia la retórica y los acontecimientos de los últimos años, esta es una idea crecientemente controvertida.