Uruguay está “muy atrasado” en cuanto a la implementación de impuestos al tabaco y en la fiscalización del comercio ilícito de cigarrillos, por lo que es urgente que el país aumente los tributos y refuerce los controles para combatir el contrabando, a efectos de mejorar la eficiencia del gasto y la salud pública, dijo a la diaria el economista Guillermo Paraje.
“El país está muy atrasado respecto a otros de la región y por eso creemos que hay espacio para que se aumente de manera importante el impuesto al tabaco y se mejoren las instancias de fiscalización para evitar que siga aumentando el contrabando”, señaló.
Según el cálculo realizado, el Imesi (impuesto específico interno) debería aumentar alrededor del 45% y aun así no se lograría que Uruguay alcance el mínimo recomendado por la Organización Mundial de Salud (OMS). “Así de atrasado está Uruguay”, declaró Paraje, doctor en Economía por la Universidad de Cambridge (Reino Unido), que se desempeña como profesor en la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile y como investigador de economía de la salud en países en desarrollo.
Según el economista, que también es investigador del proyecto Tabaconomía, que busca generar evidencia económica para el control del tabaco, el comercio ilícito de cigarrillos en Montevideo representa aproximadamente el 21% del mercado. “Esto obedece a la falta de control, de fiscalización en fronteras, en la ciudad de Montevideo y en los comercios formales. Me parece que también hay una falta de preocupación por la inteligencia tributaria, en el sentido de que, dado que estos cigarrillos ilícitos se distribuyen por canales formales, muy probablemente haya cierta participación de distribuidores que actúan en el mercado formal y que también reparten estos productos ilícitos”, agregó. Paraje, ganador del Premio del Día Mundial sin Tabaco de la OMS, consideró que el efecto económico y social de las políticas de control del tabaco es muy alto en el país.
“El impacto es enorme. Podríamos decir que el 14% de los cánceres que se detectan tienen una relación directa con el consumo de tabaco. Ello provoca que alrededor del 10% de los gastos directos de salud sean para tratar enfermedades vinculadas al consumo de tabaco. Eso es solamente en cuanto a la atención de salud, pero si se suma la pérdida de producción, el costo de la mortalidad prematura y el cuidado de los enfermos, los costos totales son enormes. En países donde se ha calculado esto, se llega a cifras en el entorno de dos puntos del PIB anual”, explicó.
Según el especialista, aumentar los impuestos al tabaco no sólo reduciría el consumo y mejoraría la salud pública, sino que también podría beneficiar a las mujeres que cuidan a enfermos en el hogar. “Si aumenta el precio del tabaco y se reduce su consumo, disminuiría la cantidad de personas enfermas que las mujeres, mayoritariamente responsables del cuidado en el hogar, deben atender”.
“Estimamos que, si el impuesto al tabaco subiera alrededor del 25%, los ingresos de las mujeres que cuidan enfermos aumentarían aproximadamente un 12%. Este efecto sería mucho más pronunciado en los hogares pobres que en los ricos, donde suelen contratar trabajo externo para el cuidado de los enfermos”.
¿Cuáles son los principales hallazgos de su investigación sobre el comercio de cigarrillos ilícitos en Uruguay?
Nuestra investigación no se enfocó únicamente en identificar el comercio ilícito de cigarrillos, sino también en caracterizar el consumo de los fumadores. Un hallazgo destacado es que el comercio ilícito en Montevideo representa aproximadamente el 21%. Sin embargo, la información y las variables que recopilamos son bastante más ricas. Quisiera destacar el lugar de compra, dado que descubrimos que una proporción significativa de los cigarrillos de comercio ilícito que se venden en el país se adquiere a través de canales formales, es decir, en establecimientos legalmente habilitados para la venta de productos lícitos.
¿Qué factores contribuyen al aumento del mercado ilícito de cigarrillos en Uruguay y América Latina?
Creemos que los impuestos no determinan de ninguna manera el comercio ilícito. La prueba de esto es que, en el caso de Uruguay, el comercio ilícito ha aumentado incluso sin un incremento en los impuestos, dado que el precio de los productos lícitos en términos reales se ha mantenido estable en el último tiempo.
Lo que explica el comercio ilícito es la falta de control, de fiscalización en fronteras, en la ciudad de Montevideo y en los comercios formales. Me parece que también hay una falta de preocupación por la inteligencia tributaria, en el sentido de que, dado que estos cigarrillos ilícitos se distribuyen por canales formales, muy probablemente hay cierta participación de distribuidores que actúan en el mercado formal y que también reparten estos productos de manera ilícita.
El comercio de cigarrillos ilícitos genera una menor recaudación. ¿Cómo impacta eso en la generación de políticas en materia de salud pública?
La pérdida de recaudación impacta en todas las políticas que lleva adelante el Estado, no solamente las políticas de salud. Lo que produce el comercio ilícito, además de la pérdida de recaudación, es un debilitamiento del precio como herramienta para el control del consumo de tabaco. La evasión, producto del comercio ilícito, reduce la recaudación respecto de su nivel potencial e impide que el Estado recaude para gastar en cualquier área, no solamente en políticas sanitarias.
¿Tienen cifras sobre eso?
No, no conozco cifras. No debería ser complejo calcularlas tampoco. Se debería multiplicar la cantidad de cajetillas de 20 equivalentes que se venden en el mercado ilícito por el impuesto mínimo que se recaudaría. Sería una aproximación inicial. Uno debería después corregir ese cálculo, porque muchas personas no comprarían esas cajetillas. Pero es una aproximación inicial, es un techo. Representaría un quinto del mercado de cigarrillos en Montevideo.
¿Cuál es el costo económico en materia de salud que representa el tabaquismo en los países latinoamericanos y en Uruguay?
En el caso de Uruguay, el 14% de los cánceres que se detectan tienen una relación directa con el consumo de tabaco. Alrededor de poco más del 10% de los gastos directos de salud en Uruguay son para tratar enfermedades vinculadas al consumo de tabaco. Eso es solamente lo que refiere a la atención de salud. Si a eso uno suma la pérdida de producción, el costo de la mortalidad prematura y lo que hace al cuidado de los enfermos al interior del hogar, los costos son enormes. En países donde se ha calculado esto, se llega a cifras en el entorno de los dos puntos del PIB anual.
O sea que, hasta por el lado de la eficacia del gasto público, los gobiernos latinoamericanos y especialmente el uruguayo deberían abordar mejor esta temática.
Absolutamente. Te doy un ejemplo. Un grupo de investigadores acabamos de terminar un estudio que analiza cómo cambiaría la oferta laboral y los ingresos de las mujeres si aumentara el precio del tabaco. Básicamente, si aumenta el precio del tabaco y se reduce su consumo, disminuiría la cantidad de personas enfermas que las mujeres, mayoritariamente responsables del cuidado en el hogar, deben atender. Estimamos que, si el impuesto al tabaco subiera alrededor del 25%, los ingresos de las mujeres que cuidan enfermos aumentarían aproximadamente un 12%. Este efecto sería mucho más pronunciado en los hogares pobres que en los ricos, donde suelen contratar trabajo externo para el cuidado de los enfermos. En resumen, el impacto social y económico de este tipo de políticas de control del tabaco es enorme, superando con creces el incremento en la recaudación.
¿Cuáles son las diferencias más significativas que se observan en el mercado del tabaco entre Uruguay y otros países de América Latina?
Uruguay ha avanzado en algunas políticas que en otros países no se han adoptado todavía. Por ejemplo, la caja neutra, la presentación única, no existe en el resto de la región. Eso es ciertamente encomiable. En la década pasada, Uruguay fue pionero en muchas de estas políticas, pero se ha atrasado en temas de impuestos. Está muy atrasado respecto de algunos países de la región y por eso creemos que hay espacio para que se aumente de manera importante el impuesto al tabaco y se mejoren las instancias de fiscalización para evitar que siga incrementándose el contrabando.
¿Qué margen tiene Uruguay para aumentar esos impuestos?
Creemos que el Imesi debería aumentar, y eso formó parte de un trabajo que hicieron economistas uruguayos, alrededor del 45%. Eso todavía no haría que Uruguay alcance el mínimo recomendado por la OMS en lo que refiere a impuestos como proporción del precio. Así de atrasado está Uruguay.
¿Qué opina sobre los llamados “impuestos saludables”?
Son herramientas de salud pública. Desde el punto de vista económico, son impuestos que hacen que la asignación de recursos sea eficiente en las economías, porque corrigen externalidades y comportamientos que causan costos sociales que no están incluidos en el precio. Entonces, son correctivos.
Además, son impuestos que son progresivos, porque protegen a los hogares pobres, que son los que sufren el impacto financiero de las enfermedades en mayor medida. Y son impuestos que evitan gastos. Nuestras sociedades, y el caso uruguayo es particularmente notorio, están envejeciendo, están muy avanzadas en la transición demográfica, por lo que se enferman y las personas se mueren de enfermedades crónicas. La ciencia médica ha logrado aumentar la vida promedio de las personas, pero se enferman. Y esas enfermedades crónicas están apareciendo a menor edad. La diabetes tipo 2, que antes no se veía en niños, hoy está apareciendo en jóvenes, producto de la mala alimentación. Los cánceres digestivos, que antes no se veían con una prevalencia alta, hoy están aumentando producto de la mala alimentación y el consumo de alcohol. Ni hablar de cánceres relacionados al consumo de tabaco o enfermedades cardiovasculares. Entonces, si no hacemos algo con el control de esos factores de riesgo, vamos a gastar cada vez más en tratar enfermedades que son prevenibles, que pueden evitarse. Ese es el sentido de todo esto; básicamente ahorrar dinero. No hay sistema de salud que aguante una avalancha de personas que viven más y que se enferman más. No tenemos recursos para eso. Entonces, tenemos que trabajar en esa prevención.
El gobierno de Luis Lacalle Pou ha tenido varias controversias por el tema del tabaco en estos últimos años. ¿Qué evaluación hace de su gestión en esta materia?
La verdad, yo no estoy en el país, no he seguido la contingencia uruguaya. Pero mirando algunas variables, como por ejemplo la evolución de los impuestos, veo que Uruguay se ha estancado o se ha atrasado incluso. Y en lo que hace a políticas en las que se había avanzado, como por ejemplo el empaquetado neutro y la presentación única, algunas medidas del gobierno básicamente hicieron que esas acciones se atrasen o se debiliten. Entonces, si me fijo en eso, yo creo que la evaluación es pobre.
¿Considera que uno de los principales desafíos en esta materia es que los gobiernos latinoamericanos suelen ser permeables al lobby de las tabacaleras?
Absolutamente. No existen en la mayoría de los países mecanismos efectivos para evitar ese lobby, que no es sólo sobre el Poder Ejecutivo, sino también sobre el Legislativo y otros organismos del Estado. Aduanas, policías, mecanismos de fiscalización. Si en una ciudad como Montevideo hay tres inspectores para fiscalizar justamente temas de venta de cigarrillos, eso obedece a algo, ¿no es cierto? Dado que me imagino que con las multas solamente uno puede financiar una mayor cantidad de inspectores, si no se ponen, es porque no hay mayor interés en hacerlo.
“Si en una ciudad como Montevideo hay tres inspectores para fiscalizar justamente temas de venta de cigarrillos, eso obedece a algo, ¿no es cierto? Dado que me imagino que con las multas solamente uno puede financiar una mayor cantidad de inspectores, si no se ponen, es porque no hay mayor interés en hacerlo”.
Hace un rato usted mencionaba el tema de la importancia de prevenir, sobre todo, enfermedades que pueden ser claramente evitables. ¿Cómo visualiza el futuro del mercado del tabaco en Uruguay y en la región? ¿Cuáles son las perspectivas a la luz de la actitud de los estados respecto de este tema?
Es muy desafiante, porque no hemos terminado de controlar efectivamente la venta, la comercialización de productos de tabaco tradicional, y ya tenemos otros productos nuevos en el mercado que están ingresando y que presentan una amenaza a la salud pública, como por ejemplo los cigarrillos electrónicos o las bolsas de nicotina. Y hay una innovación impresionante por parte de las tabacaleras en lo que hace a nuevos productos para evitar regulaciones y para enganchar a niños y niñas.
Entonces, se vienen años que van a ser muy desafiantes, lo que indica que el control del tabaco, aunque sea el tradicional, tiene que ser prioritario. O sea, eso debería estar controlado para así poder ocuparnos de los otros desafíos que señalé.
Me imagino que, ante este escenario desafiante, el costo económico asociado a esto va a ser cada vez mayor para los países latinoamericanos.
Lamentablemente sí. Hay otros productos que causan también daños fundamentales, como los productos alimenticios no saludables y las bebidas alcohólicas. Es todo un combo al final. Esto es una cuestión central a mediano y largo plazo. Las enfermedades evitables, prematuras, además, porque estamos viendo enfermedades que antes no se veían en niños y en jóvenes y son para toda la vida, generan un peso económico sobre la sociedad que va a ser más y más notorio. Y hay países que están en el control de esto. Al final son políticas de envejecimiento saludable. Dado que vamos a vivir más, lo más razonable desde el punto de vista económico es que envejezcamos de la manera más saludable posible; si no, el costo sobre la sociedad va a ser cada vez mayor.
“Estamos viendo enfermedades que antes no se veían en niños y jóvenes, y son para toda la vida, y generan un peso económico sobre la sociedad que va a ser más y más notorio”.