El regreso a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump supone una nueva vuelta de tuerca a las políticas arancelarias, que tiene visos de derivar en una nueva subida de precios cuando la inflación ya ha empezado a estar bajo control. Así lo están reconociendo grandes multinacionales de algunos de los sectores más afectados por las amenazas de Trump, como las automovilísticas, pero también las empresas ligadas al gran consumo.
De momento, Trump ya ha dejado claros sus planes en el discurso inaugural del lunes, cuando el republicano aseguró que “en lugar de gravar a nuestros ciudadanos para enriquecer a otros países, aplicaremos aranceles e impuestos a países extranjeros para enriquecer a nuestros ciudadanos”, y anunció la creación de una especie de Hacienda para recaudar esos aranceles.
De momento, los dos países más amenazados por estas nuevas trabas al comercio son Canadá y México, porque Trump exige a ambos que sean más ejecutivos y se impliquen en su estrategia contra la migración. “Estamos pensando en un 25% para México y Canadá, porque están permitiendo el paso de una gran cantidad de personas”, aseguró Trump en respuesta a preguntas de la prensa en el despacho oval. “Creo que lo haremos el 1° de febrero”, adelantó sin dar más detalles.
También apuntó contra las importaciones españolas, aunque no estaba muy clara su intención. Colocó a España, erróneamente, dentro del paraguas de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). “España es una nación BRICS. ¿Sabés qué es una nación BRICS? Lo descubrirás”, afirmó a un periodista. “Si los países BRICS quieren hacer eso [en referencia a la idea de que pueden plantearse poner en marcha una moneda de referencia alternativa al dólar] está bien, pero impondremos, al menos, un arancel del 100% a los negocios que hagan con Estados Unidos”, aseguró.
Sin saber aún muy bien cómo se va a concretar la política de Trump, si hará realidad esos aranceles a México y Canadá en sólo unas semanas, o si pondrá en marcha medidas similares respecto a China y la Unión Europea, ya han comenzado las respuestas a las ambiciones republicanas.
Estas últimas potencias han contestado, aprovechando el marco del Foro Económico de Davos. Por un lado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró que, si esta pelea económica acaba en sanciones y trabas al comercio, acabaremos en “una guerra global hacia el abismo”. Por otro, el vice primer ministro chino, Ding Xuexiang, fue más metafórico en el mismo foro suizo, pero con un mensaje similar. “Perseguir el proteccionismo es como encerrarse en una habitación oscura”, una especie de habitación del pánico. “Aunque el viento y la lluvia queden fuera, en la habitación oscura también se bloqueará la entrada de luz y aire”, aseguró en declaraciones que recoge la agencia Bloomberg.
Los avisos de las multinacionales
Al mismo tiempo, hay multinacionales que están señalando el efecto directo de estos aranceles: los precios volverán a subir. “Nosotros, y creo que probablemente todas las empresas internacionales, prosperamos gracias a los aranceles armonizados, por así decirlo”, asumió en Davos Jesper Brodin, consejero delegado de Ingka Group (Ikea). “De hecho, cuanto menos aranceles, mejor, porque al final del día existe un riesgo en cualquier país con aranceles que, como empresa, debes trasladar a los clientes”, reconoció Brodin.
Al margen del gran consumo, el sector más expuesto a las amenazas arancelarias de Trump es el del automóvil. Estas barreras pueden suponer más del 20% del resultado de explotación de los fabricantes; entre los más expuestos están compañías como Stellantis (dueña de marcas estadounidenses como Jeep o Chrysler), General Motors y Volkswagen.
Precisamente, el presidente de la división canadiense de General Motors, Kristian Aquilina, también ha advertido de las consecuencias en los precios de estas políticas arancelarias. “Son una perturbación que no beneficia a nadie, especialmente a Estados Unidos”, apuntó en una entrevista que recoge Bloomberg. El directivo ahondó en que, si no hay excepciones, las barreras al comercio derivarán en un aumento del coste de los vehículos y de sus componentes, aunque aún no han calculado el impacto exacto que tendrán las medidas que planea Trump.
Una versión más extensa de este artículo fue publicada originalmente en elDiario.es.