El lunes el Banco Central de la República Argentina (BCRA) anunció la suscripción de un acuerdo de estabilización cambiaria con el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, por un monto de hasta 20.000 millones de dólares. Según el comunicado publicado por el BCRA, el objetivo es “contribuir a la estabilidad macroeconómica de la Argentina, con especial énfasis en preservar la estabilidad de precios y promover un crecimiento económico sostenible”.
En ese sentido, el acuerdo define los términos y las condiciones para la realización de un swap de monedas entre ambas partes. Con este mecanismo, la autoridad monetaria refuerza sus menguadas reservas internacionales,1 ganando liquidez para llegar a las elecciones del domingo sin el quiebre del régimen de bandas de flotación.
A esto se sumarían 20.000 millones de dólares más, que provendrían de la banca privada a través de una línea de crédito. No obstante, este segundo tramo del rescate está condicionado a la definición de garantías adicionales, dado el historial crediticio del país y lo delicado de la situación actual. Para dimensionar este paquete, vale resaltar que el monto potencial es casi equivalente al valor actual de las reservas argentinas (cerca de 40.000 millones de dólares).
Sin embargo, más allá de lo anterior, que forma parte de un conjunto más amplio de señales enviadas desde fines de setiembre por el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent (principalmente a través de su cuenta en la red social X), la presión sobre los activos argentinos no cede. El caso más ilustrativo es, por supuesto, la cotización de los múltiples dólares que todavía están vigentes, más allá de la unificación que se hizo en abril con la inauguración de este nuevo régimen cambiario. En particular, el dólar informal volvió a superar el techo superior de la banda, como ya lo había hecho semanas atrás.
En efecto, el mercado descuenta que habrá una devaluación luego de las elecciones y, por lo tanto, sigue demandando dólares a pesar de las promesas de la administración de Donald Trump de que va a hacer todo lo necesario para apoyar a su “aliado estratégico” Javier Milei y evitar así “otro Estado fallido en América Latina”.
Así los ven
En las últimas semanas, el intento de salvataje del proyecto libertario rioplatense ha ganado notoriedad en Estados Unidos y sigue cosechando opositores que, por distintos motivos, advierten sobre sus riesgos y contradicciones (en particular con relación al leitmotiv trumpiano de “hacer grande a América de nuevo”).
La opinión de Paul Krugman
Krugman, Premio Nobel de Economía en 2008, considera que “la administración Trump está cometiendo tantas acciones corruptas, destructivas y simplemente estúpidas que el fallido intento de rescatar a Javier Milei, el presidente argentino, con una postura similar a la de MAGA, con miles de millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses ni siquiera figura entre los diez primeros”. Sin embargo, advierte que “la debacle argentina” está recibiendo mucha atención pública en Estados Unidos y “con razón”, dado que constituye “una demostración flagrante de la hipocresía e incompetencia de la administración”.
En su visión, el apoyo tiene dos fundamentos principales. Por un lado, el deseo y la necesidad de que “un político de derecha y antigubernamental triunfe, sin importar cuánto dinero público se requiera”. Por el otro, que “algunos multimillonarios de fondos de cobertura estadounidenses, personalmente cercanos a Bessent, apostaron fuerte por Milei y compraron bonos argentinos”. Por eso, si bien es “casi seguro que el paquete de rescate no logrará revertir la economía argentina y probablemente no rescatará políticamente a Milei”, les ofrece “tiempo suficiente a los amigos de Bessent para retirar gran parte de su dinero antes de que la economía argentina se derrumbe”.
De todos modos, considera Krugman, “es muy posible que los acontecimientos superen los planes de rescate”, más aún luego de la intervención fallida de Trump sobre la situación dramática que atraviesan los argentinos (“no tienen dinero, no tienen nada, están luchando fuerte para sobrevivir...”) y sobre el condicionamiento de la asistencia a la victoria de La Libertad Avanza (que alentó, si eso es posible, una mayor volatilidad en el mercado).
En suma, Krugman anticipa el fracaso del rescate, pero rescata una lección para Estados Unidos del caso argentino: “Primero los estadounidenses” significa, en realidad, “Primero los amigos multimillonarios”.
La visión del Financial Times
Para este medio inglés, el salvataje estadounidense configura “un mal uso del dinero para casi todos los involucrados”. En un duro editorial señala lo evidente: “Intercambiar dólares estables por pesos volátiles y sobrevaluados no es un buen negocio” y responde “más a motivaciones políticas que a un compromiso económico de largo plazo”.
Por otra parte, el prestigioso analista Martin Wolf señaló, en su columna de opinión, que la estrategia argentina “carece de compromiso nacional, recursos y credibilidad”, y anticipó que el proyecto libertario “está al borde del fracaso” y que es “improbable que el plan de desinflación funcione”, como demuestran los antecedentes de los programas de estabilización basados en el tipo de cambio.
La mirada de Bloomberg
En el caso de Bloomberg, la principal advertencia está dispuesta en clave estadounidense, en tanto advierte que la estrategia de la Casa Blanca “podría resultar autodestructiva”, pese a que existe “un argumento plausible para intervenir” y que el gobierno argentino “sorprendió a casi todos” con su disciplina fiscal y su combate a la inflación. Más allá de esto, señala el texto, “fracasó en enfrentar el problema crónico del peso” y resulta paradójica la intervención de Estados Unidos para defender la moneda de un país “que ha necesitado casi dos docenas de rescates desde 1958”.
La opinión de The Wall Street Journal
Finalmente, esta publicación pone en entredicho la asistencia privada de los bancos, recordando que “la tercera economía más grande de América Latina ha incumplido los pagos de su deuda soberana en nueve ocasiones, tres de ellas desde el año 2000”, y que “ha recibido más de 20 paquetes de ayuda financiera del Fondo Monetario Internacional desde la década de 1950, incluyendo un mecanismo acordado a principios de este año”.
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El stock de reservas internacionales determina la capacidad del sector público de hacer frente a choques externos adversos sobre el tipo de cambio, y actúa como un resguardo ante la falta de liquidez internacional. ↩