Concretamente, el Copom resolvió por unanimidad reducir la tasa de interés, que pasó de 8,75% a 8,25%. De esta manera, se modera el sesgo contractivo que venía teniendo la política monetaria con el objetivo de anclar las expectativas de inflación, contribuyendo a impulsar la actividad económica en un contexto más desafiante que muestra señales de desaceleración.
El escenario externo en la mirada del Copom
En términos de actividad, el documento destaca la mejora de las perspectivas de crecimiento global, producto del mejor desempeño que tuvo el comercio durante el primer semestre de este año, más allá de que la incertidumbre sigue siendo elevada y de que el arancel promedio de Estados Unidos ronda actualmente el 20% (siendo inferior al 3% durante las últimas cuatro décadas). En este sentido, el Copom señala que “los datos de actividad recientes muestran una desaceleración menor a la prevista” y que se espera una moderación del dinamismo para 2026.
En lo que refiere al dólar, el reporte indica que, si bien se ha mantenido estable frente a otras monedas en los últimos meses, acumula una depreciación cercana al 7% en lo que va del año; en otras palabras, el dólar se debilitó a nivel global durante 2025.
En el caso de la región, el diagnóstico oficial asume un deterioro de las perspectivas de crecimiento. Por un lado, “Argentina atraviesa un período de elevada volatilidad e incertidumbre, con un deterioro en los indicadores de actividad, un enlentecimiento de la desinflación y crecientes tensiones políticas en el contexto de las elecciones legislativas de octubre”. Por el otro, en Brasil “se confirmó la desaceleración de la actividad en el segundo trimestre, tras la pérdida de dinamismo del sector agropecuario y en un entorno de condiciones crediticias más restrictivas”.
Sobre la marcha de la economía uruguaya
En materia de actividad, los datos del segundo trimestre pautaron un crecimiento trimestral de 0,4%, por debajo de lo proyectado en el informe de política monetaria anterior. Según los indicadores de alta frecuencia, la economía continuará creciendo durante la segunda mitad del año, a pesar del menor dinamismo observado en el tercer trimestre producto de la desaceleración de la industria, en particular de la refinería de Ancap.
Por su parte, el Copom también destaca las “señales favorables” del mercado laboral, con una mejora reciente de los tres indicadores principales (actividad, empleo y desempleo) y de la masa salarial, que en los últimos tres meses aumentó 1,5% frente al trimestre anterior.
Finalmente, en lo que refiere al mercado financiero, el documento indica que “las tasas de interés de corto y largo plazo continuaron descendiendo, en línea con la trayectoria de las expectativas de inflación”. En particular, se destaca que las expectativas de inflación de largo plazo que están implícitas en el mercado se moderaron nuevamente, ubicándose ahora en torno a 4,7% (dos décimas por encima de la meta oficial).
Sobre la política monetaria
Para el horizonte de la política monetaria, que es de dos años, las proyecciones de crecimiento fueron corregidas “levemente a la baja”, pero se espera que la actividad “continúe expandiéndose en torno a su nivel potencial” (en torno a 2,3%). Los motivos detrás de esta revisión bajista tienen que ver con el “funcionamiento irregular” de la refinería y la menor demanda externa prevista para 2026, que se hará sentir en sectores relevantes como el turismo (en particular, se prevé un deterioro regional mayor al previsto).
En concreto, se proyecta que la economía crezca 2,3% este año (-0,2 puntos porcentuales con relación a la estimación previa) y 2,4% el que año viene (-0,4 puntos porcentuales). A este respecto, “el dinamismo seguiría siendo impulsado por el consumo privado y, a partir del próximo año, por una recuperación moderada de la inversión”.
En este escenario, el Copom sugiere que la inflación evolucionará apenas por debajo de lo anticipado en el trimestre anterior, convergiendo a la meta del 4,5% dentro de los próximos 24 meses. Pesan, detrás de esta proyección, las expectativas sobre la evolución del tipo de cambio (en el marco del debilitamiento global del dólar) y de los precios internacionales, que presionan los riesgos de corto plazo para la inflación a la baja. Sin embargo, advierten las minutas, el cierre de los acuerdos en el ámbito de la negociación colectiva en curso podrían suponer “riesgos al alza”, más allá de que los lineamientos fueron diseñados con arreglo a la meta del 4,5%.
En síntesis, el trasfondo de la decisión adoptada el lunes pasado para la tasa de interés está marcado por una revisión a la baja de las perspectivas de actividad (que responde principalmente al deterioro regional) y por una evolución inflacionaria que se mantendría próxima a la meta, “con una trayectoria de convergencia por debajo del objetivo en el horizonte de política y riesgos equilibrados”. De mantenerse este escenario, aclara el documento, “el BCU continuará el ciclo de reducción gradual de la tasa de interés hacia una instancia neutral” (es decir, que no implica un sesgo expansivo ni contractivo).