El dato
A fines de noviembre el precio del dólar en Uruguay había acumulado una caída del 11% con relación al cierre del año pasado, lo que encendió nuevamente las alarmas entre algunas gremiales exportadoras por el impacto de este retroceso sobre la competitividad de sus respectivos sectores. La situación se agudizó en lo que va de diciembre, con el dólar llegando a cotizar incluso por debajo de los 39 pesos.
En los últimos años, algunos analistas asociados a estas gremiales habían criticado el manejo de la política monetaria, asignándole la responsabilidad por el proceso de apreciación del peso uruguayo (es decir, por la caída del tipo de cambio) que ha venido agudizando la problemática del “atraso cambiario”.
De hecho, la trayectoria prevista para el tipo de cambio en la programación fiscal del presupuesto asume que el tipo de cambio revertirá esta caída y comenzará a depreciarse a un ritmo anual del entorno del 2,1%. Sin embargo, con la inflación local tendiendo a la meta oficial del 4,5%, y dadas las expectativas de inflación estadounidenses, lo anterior implica que en los próximos años no habría cambios significativos en el frente de los precios relativos (medidos, por ejemplo, a partir de la evolución del tipo de cambio real). En otras palabras, el nivel de encarecimiento en dólares de nuestro país seguirá oscilando en torno a los niveles actuales, dado que nuestra moneda no se depreciaría significativamente en términos reales.
Más allá de las previsiones oficiales, los analistas privados consultados por el BCU han venido ajustando a la baja la trayectoria del tipo de cambio, aunque el consenso también apunta a que el tipo de cambio debe comenzar a subir para evitar profundizar los desequilibrios actuales.
El contexto
Como se puede apreciar en el gráfico, la trayectoria bajista del dólar en nuestro país está en línea con el contexto regional, siendo incluso más moderada que la que exhiben al día de hoy otras monedas. Dependiendo de la medida que se tome, la apreciación del peso uruguayo en lo que va del año es menor que la observada en Chile (6,7%) y en Perú (10,5%), pero superior con respecto a Colombia (14,7%) y Brasil (13,8%). En el caso de Paraguay y México (11,6% y 11,3%, respectivamente), las variaciones son relativamente similares.
Esto evidencia que, más allá del impacto que habría tenido la política contractiva del BCU (que ahora transita hacia la neutralidad), la caída reciente del tipo de cambio forma parte de una tendencia global asociada a los propios fundamentos del dólar.
Las causas del debilitamiento del dólar
Ampliando el análisis más allá de la región, en lo que va del año el Índice DXI -que mide el precio del dólar frente a una canasta de monedas relevantes como el euro, el yuan, el yen, la libra esterlina o el franco suizo, entre otros- cayó 8,3%, lo que refleja justamente este fenómeno de debilidad propio de la moneda estadounidense.
Esto responde a varios factores, entre los que destacan el efecto de la política monetaria promovida por la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos (dado que las expectativas sugieren varios recortes más en el correr de los próximos meses), la dinámica económica de esta economía (que comienza a acusar el impacto de las políticas desplegadas por la administración de Trump en materia comercial y migratoria), las tensiones geopolíticas derivadas de la rivalidad con China y el deterioro institucional que, entre otras cosas, supone una pérdida de independencia por parte de la FED, uno de los rasgos que han sido claves para sostener la supremacía mundial del dólar durante las últimas décadas.
Joaquín Pascal, Centro de estudios Etcétera.