Actividad económica
El Banco Central del Uruguay (BCU) actualizó el viernes su indicador mensual de actividad económica (IMAE), que opera como una señal adelantada del PIB. Según este último dato, correspondiente a diciembre, la economía habría perdido dinamismo sobre el último tramo del año.
Concretamente, el IMAE se contrajo 2% en términos mensuales, acumulando así dos retrocesos sucesivos (en noviembre el indicador había caído 2,1%). El menor dinamismo también se refleja en la comparación con diciembre de 2023, que mostró un avance del 2%, luego de expandirse 3,7% y 5,1% en noviembre y octubre, respectivamente.
De esta manera, y considerando la variación anual promedio, el PIB habría cerrado este año con un crecimiento del entorno del 3%, cifra que será confirmada o no el 20 de marzo con la actualización de las Cuentas Nacionales (el último dato que tenemos para el PIB corresponde al tercer trimestre de 2024; de ahí la utilidad de este indicador adelantado). De confirmarse lo anterior, la economía uruguaya se habría expandido menos de lo previsto por los analistas que fueron consultados por el BCU en febrero (3,2%).
Más allá de los vaivenes cíclicos de la economía, esto confirma que en la última década el ritmo de crecimiento anual no superó el 1,2%. Revertir esta situación constituye uno de los desafíos centrales que tendrá por delante el nuevo equipo económico, que asumirá sus funciones formalmente el miércoles.
Salarios
El viernes también se conocieron los últimos datos sobre la evolución de los salarios, que dan cuenta de lo sucedido durante enero. A este respecto, el índice medio de salarios (IMS) aumentó 5,8% en términos interanuales, lo que implica una mejora del poder de compra (salario real) equivalente al 0,7%. Esta cifra surge de considerar la diferencia entre el incremento nominal de los salarios (medido por el IMS) y el aumento de la inflación (medido por el IPC, cuyo aumento ascendió a 5,1% en enero).
El incremento fue mayor en el caso del sector público, donde el avance del poder adquisitivo fue de 1,1% (el IMS aumentó 6,2%). En la órbita privada, y más allá de la disparidad entre los sectores, el incremento real de los salarios fue estimado en 0,4% (el IMS aumentó 5,5%).
Más allá del dato puntual de enero, el salario real cerró el año con un incremento anual promedio del entorno de 2,6%. Si se toma como referencia el promedio de 2019, el avance del poder de compra -siempre medido a partir de los promedios- fue de 2,4%. Con relación a esto, el Instituto Cuesta Duarte destacó que, por primera vez en el quinquenio, “el salario real medio de un año completo se ubicó por encima del de 2019, tras cuatro años en que estuvo por debajo de dicha referencia”.
A pesar de lo anterior, el último informe de este instituto recuerda que, de los 58 meses transcurridos desde marzo de 2022, sólo en 18 meses el poder de compra se situó por encima del umbral de 2019 (de julio 2023 a diciembre 2024).
Por su parte, durante el último quinquenio, la dinámica de los salarios ha mostrado una marcada heterogeneidad entre los distintos sectores de actividad, un proceso que se acentuó con el desdoblamiento de las pautas definido durante la octava ronda de negociación colectiva, considerada como la “ronda puente”. Como resultado, no todos los sectores cierran el período registrando un aumento de su poder adquisitivo, más allá del crecimiento que surge de la medición promedio.
Concretamente, los trabajadores nucleados dentro del sector de comercio y reparaciones como los que pertenecen al de restaurantes y hoteles tienen todavía un poder de compra que es inferior con respecto a la referencia de 2019. En contraposición, los sectores con mayores avances fueron actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler (5,9% por encima del promedio de 2019), enseñanza (3,4%) e intermediación financiera (3,1%). Dentro del sector público, los mejores resultados fueron los de los gobiernos departamentales, con un avance del poder de compra equivalente al 4% entre 2019 y 2024.
Ingresos
En el caso del ingreso de los hogares, que surge de la consideración conjunta del empleo y los salarios, los datos sugieren un retroceso durante los últimos meses (una vez que se depuran los componentes estacionales que afectan a este tipo de indicadores). Este cambio de tendencia se explica principalmente por lo sucedido en Montevideo, pese a que también se observa una caída en el caso del interior.
Al margen de la tendencia reciente, el ingreso de los hogares habría crecido cerca de un 3% en promedio durante el año pasado, una vez descontado el efecto de la inflación (es decir, en términos reales).
Insuficiencia de empleo
Complementando el relevamiento de las estadísticas tradicionales del mercado laboral, el INE introdujo semanas atrás un informe orientado a capturar dimensiones adicionales de la fuerza de trabajo, principalmente en lo que refiere a los problemas de absorción que surgen de los desencuentros entre la oferta y la demanda de mano de obra. Además de la tasa de desempleo, que es el indicador típico de los desfasajes entre estas dos dimensiones, y que se estimó en 8,2% para 2024, se presentaron cinco nuevas mediciones.
Entre ellas, destaca la tasa combinada de subutilización y desocupación, llamada SU2,1 que recoge conjuntamente la ausencia de trabajo y la insuficiencia de horas trabajadas. En otras palabras, este indicador toma en cuenta a los desocupados y también a los subempleados. En este caso, la estimación que surge del nuevo informe para el año pasado ubica esta tasa en 16,7%, lo que implica un incremento con respecto a 2023 (16,4%) y a 2022 (15,7%).
De la desagregación de esta variable surge una perspectiva adicional sobre las brechas de género que atraviesan al mercado laboral, dado que la tasa de las mujeres (19,9%) es seis puntos porcentuales superior que la de los hombres (13,9%). Si la desagregación se realiza tomando como criterio los distintos segmentos etarios de la población, la nueva medición aporta una capa más al diagnóstico sobre la vulnerabilidad que afecta desproporcionadamente a los jóvenes y que reviste un carácter estructural.
En efecto, la tasa combinada de subutilización y desocupación asciende al 36,4% para el tramo que va desde los 14 a los 24 años, una cifra comparativamente más alta con respecto al resto de los grupos considerados: 15,8% para las personas que tienen entre 25 y 44 años, 11,6% para quienes tienen entre 45 y 64, y 8,3% para los mayores de 65 años.
A nivel geográfico, los problemas de absorción de la fuerza de trabajo son mayores en el interior (17,5%) que en Montevideo (15,3%) y entre quienes cuentan con menor nivel educativo. Con respecto a esto último, la US2 fue estimada en 20,9% entre quienes cuentan con ciclo básico incompleto, 13,2 puntos porcentuales superior que la correspondiente a las personas que alcanzaron un nivel terciario o superior (7,7%).
Dentro de este nuevo set de indicadores también sobresale el que captura la problemática del desempleo de largo plazo, que es el que considera a los trabajadores que han estado buscando activamente empleo sin conseguirlo por al menos un año. Según el último dato, el 0,5% del total de desocupados se encuentra en esta situación, una proporción menor que la observada en 2023 (1,1%) y en 2022 (1,2%). Esta caída no necesariamente recoge una mejora de la situación, dado que las personas podrían haber abandonado la búsqueda, pasando a quedar dentro de la población inactiva (una condición que no captura la tasa de desempleo, dado que esta se estima sólo a partir de los activos).
Otros indicadores macroeconómicos
Finanzas públicas
Según los últimos datos difundidos el viernes por el Ministerio de Economía y Finanzas, el déficit fiscal del sector público se ubicó en torno al 4,2% del PIB en los 12 meses cerrados a enero de este año (una décima por debajo del dato correspondiente al cierre de 2024, que fue además corregido con la nueva publicación).
En el caso del Gobierno Central-Banco de Previsión Social (GC-BPS), que es el que se considera para la regla fiscal, el resultado a enero se situó en el entorno de -3,3% del PIB, lo que representa una mejora de apenas una décima frente a la medición anterior.
Tipo de cambio
La cotización del dólar al cierre de febrero se situó en torno a 42,6 pesos por dólar, lo que quiebra la tendencia a la baja que venía mostrando en las últimas semanas. De esta manera, el tipo de cambio cayó 1,2% con respecto al cierre de enero ($ 43,1) y acumula un retroceso de 3,4% en el acumulado del año ($ 44,1).
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