El dato
La estructura de impuestos en Uruguay carga de manera diferente a los hogares dependiendo de su nivel de ingresos. En el eje horizontal, el gráfico ordena a los hogares en función del ingreso, comenzando desde el más pobre y avanzando hacia el más rico. Concretamente, se dividen todos los hogares en diez grupos iguales, dependiendo de cuál es su ingreso. De esta manera, surgen los llamados deciles: el decil 1 se corresponde con el 10% de los hogares más pobres y el decil 10 nuclea al 10% de hogares más ricos. Con este criterio de desagregación, las líneas muestran cuál es el porcentaje del ingreso total que utiliza cada decil para pagar los diferentes tipos de impuestos.
La línea roja muestra el gasto destinado al pago de impuestos “directos”, entre los que destacan el IRPF y el IASS. Lo que evidencia este análisis es que, a medida que nos movemos hacia los hogares de mayor ingreso, el peso de estos impuestos directos crece fuertemente, lo que refleja su carácter progresivo: “paga más el que gana más”. Esto, naturalmente, es producto de su diseño, que se gestó específicamente con este fin. Existe un primer nivel de tasa cero, que corresponde al mínimo no imponible; en otras palabras, los ingresos que no alcanzan ese umbral no están gravados por estos impuestos. Se trata de aproximadamente el 70% de los salarios y el 80% de las jubilaciones. A partir de ese nivel, comienzan a aplicar tasas mayores que operan por escalones.
La línea azul, por su parte, representa el gasto destinado al pago de impuestos “indirectos”, siendo el IVA el más importante de ellos. Lo llamativo de estos impuestos, siendo que son los que tienen mayor peso en la estructura de la recaudación, es su carácter claramente regresivo, dado que, a mayor ingreso, menor es el porcentaje de imposición: “paga más el que gana menos”. Esto es consecuencia de que la mayor parte de este tipo de impuestos se paga al adquirir bienes de consumo. Así, los hogares con menores niveles de ingresos gastan todo su ingreso en bienes y servicios, en tanto carecen de capacidad de ahorro (pagan impuestos por todos sus ingresos).
En contraste, los hogares con mayor ingreso, que sí cuentan con la posibilidad de ahorro, sólo pagan estos impuestos por la parte que destinan a la compra de bienes y servicios de consumo.
Finalmente, la línea ocre corresponde al efecto total, que incorpora lo que paga cada decil tanto en impuestos directos como indirectos. Destaca, en ese sentido, la forma de “U” que define el pago de impuestos expresado con relación a los ingresos de cada decil. En efecto, al contrario de lo que se suele pensar, quienes pagan más impuestos, en términos de sus ingresos, son los dos extremos de la distribución, es decir, los más pobres y los más ricos.
¿Cuál es su relevancia?
Los impuestos tienen dos finalidades principales: la recaudación y la afectación de la distribución de los ingresos. La primera es obvia: el motivo fundamental de que existan impuestos es que el Estado necesita recursos para financiar los servicios públicos. La segunda, menos evidente, y a veces controvertida en términos de su “deber ser”, tiene que ver con el rol que desempeñan como herramienta para alcanzar objetivos en materia de equidad.
Si se logra que los más ricos paguen más impuestos que los más pobres, no sólo en términos absolutos sino con relación a los ingresos que poseen, entonces se pueden reducir las desigualdades que emergen del mercado. Si, además, esos recursos son usados para proveer servicios que beneficien en mayor medida a las personas de menores ingresos, como puede ser la educación o las transferencias específicas para los hogares más vulnerables, entonces el efecto redistributivo total es aún más potente.
Entonces, lo que evidencia este gráfico es que nuestra estructura tributaria no logra ser progresiva y, además, que el motivo principal detrás de esto está asociado al importante peso que tienen los impuestos indirectos, que son marcadamente regresivos.
¿Qué se puede concluir de esto?
Si se quiere avanzar en términos de la progresividad de nuestra matriz tributaria, será necesario aumentar el peso relativo de los impuestos directos y reducir el de los indirectos, o replantear el diseño de los impuestos indirectos, que, a través de propuestas como la del “IVA personalizado”, pueden hacerse menos regresivos de lo que son actualmente.