El dato

Según el índice de tipo de cambio real (TCR)1 elaborado por el Banco Central del Uruguay (BCU), en lo que va de 2025 el peso uruguayo se apreció en términos reales con relación a las principales monedas de referencia. Esto significa que, en términos generales, los bienes en Uruguay se encarecieron con respecto a otros países una vez que los precios se expresan en la misma moneda.

El deterioro más pronunciado se da con China, con una caída del TCR equivalente a 6,4%. También se registró una apreciación real frente a Argentina (-6,2%), Estados Unidos (-4,9%) y frente al conjunto de países extrarregionales (-4,8%). A nivel global, por su parte, el índice cayó 3,7%.

Sin embargo, la situación se invierte cuando la comparación se realiza en términos interanuales, es decir, comparando la situación entre abril de 2025 y abril de 2024. En ese sentido, salvo por el caso de Brasil, Uruguay se “abarató” en comparación con los mismos países referenciados previamente. El caso más ilustrativo es el de Argentina, dado que el TCR bilateral con ese país se incrementó más del 20% interanual.

El contexto

La caída del TCR durante el primer cuatrimestre del año (el último dato es de abril) es otro factor que se suma a una serie de eventos externos de carácter adverso que estamos enfrentando, como el incremento de la incertidumbre, el enfriamiento de la economía mundial y la expectativa de que los precios de las materias primas caigan.

Impacto sobre el comercio y el turismo

La apreciación del peso uruguayo frente a sus principales socios tiene efectos concretos sobre la economía real. Exportadores y sectores transables, como la industria y el agro, enfrentan una pérdida de competitividad en la medida en que sus costos están en pesos y los dólares que cobran valen menos.

A su vez, los destinos turísticos uruguayos se encarecen frente al exterior, reduciendo el atractivo para turistas extranjeros y encareciendo el turismo interno en comparación con otros destinos regionales.

A lo anterior se suma el problema del comercio fronterizo con Argentina y Brasil. En la medida en que los precios de nuestros vecinos sean más bajos que en nuestro país, existen incentivos para cruzar la frontera, agravando la situación de los comercios uruguayos en las ciudades limítrofes.

Por el contrario, una moneda más fuerte implica más poder de compra del peso en el exterior y salarios en dólares más altos, lo que se traduce en bienes importados más accesibles para la población y una inflación más baja.

Implicancias políticas: estabilidad de precios o competitividad

El comportamiento del TCR plantea un dilema clásico para la política económica uruguaya: una moneda fuerte ayuda a contener la inflación importada y contribuye a la estabilidad macroeconómica, pero no contribuye en el corto plazo a una mejora de la competitividad, especialmente si los socios comerciales experimentan depreciaciones de sus monedas o si sus tasas de inflación son más bajas.

En los últimos años, el BCU ha optado por mantener el foco en la inflación sin intervenir en el mercado cambiario. Sin embargo, en este marco, el debate sobre la competitividad externa vuelve a ganar centralidad en la discusión, sobre todo frente a un contexto externo más adverso, lo que podría traer presiones y cuestionamientos a la estrategia del BCU.

Joaquín Pascal, Centro de estudios Etcétera.