En mayo, la inflación de los alimentos en los países de la OCDE se ubicó en torno al 4,6% interanual, mostrando una leve reducción con respecto a abril y confirmando la tendencia de descenso que inició el año pasado. Sin embargo, las situaciones al interior son muy disímiles. En ese sentido, Turquía continúa liderando el ranking dentro de este grupo de países, con un aumento del 32,9% frente al mismo mes del año anterior. En el otro extremo, Suiza es el único país que registra una deflación alimenticia, con una caída de 0,3%.
El contexto
La moderación de la inflación de los alimentos se produce luego de dos años marcados por fuertes aumentos, que estuvieron impulsados por el encarecimiento de los insumos, las disrupciones logísticas y los fenómenos climáticos que afectaron la producción agrícola. Estos factores explican, al menos parcialmente, que el precio de los alimentos se ubique hoy un 40% por encima del nivel prepandémico en promedio.
Más allá de esto último, la moderación reciente de estos precios, junto con los de la energía, ha permitido reducir la inflación general en estos países con relación a los picos observados a fines de 2022. Concretamente, la inflación promedio para este universo de economías es ahora del 4% interanual, menos de la mitad de lo que era en aquel momento.
No obstante, la suba de los precios de los alimentos no se distribuyó de la misma manera entre los distintos países. Factores como la fortaleza de la moneda, la dependencia de las importaciones para abastecerse de alimentos o situaciones de inestabilidad política y económica, entre otras cosas, explican que en algunos países los incrementos hayan estado muy por encima del promedio.
Las implicancias
La evolución de la inflación de los alimentos es clave por su impacto directo en el costo de vida, además de por sus efectos sociales y económicos más amplios. Dado que los alimentos representan una proporción mayor del gasto correspondiente a los hogares de menores ingresos, las altas tasas de inflación de este componente de la canasta de consumo tienden a incrementar la pobreza y generar crisis alimentarias. En ese sentido, y más allá de la moderación reciente, las presiones sobre el precio de los alimentos que derivan de los factores climáticos y de índole geopolítica continúan representando uno de los principales riesgos, en particular en los países de bajos ingresos.
¿Dónde se ubica Uruguay?
De acuerdo con los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística, la inflación de los alimentos en Uruguay se ubicó en 4,8% interanual a mayo de 2025, un nivel levemente superior al promedio de la OCDE y más cercano al de países latinoamericanos como México y Colombia.
Este dato refleja, por un lado, que la consolidación de la inflación en niveles inferiores a los de años anteriores también se produjo para los precios de los alimentos, lo que es de vital importancia para la sociedad dada la importancia de estos productos en la vida cotidiana de las personas. Sin embargo, con respecto a diciembre de 2019, los precios de los alimentos acumulan un incremento del 51,8%, por encima de los niveles registrados por la OCDE. Esto impacta directamente sobre los hogares pertenecientes a los deciles más bajos de ingreso, que son los que destinan el mayor gasto a esta división puntual del IPC.
En síntesis, Uruguay tiene el desafío de continuar consolidando la baja de la inflación y, en particular, de los precios de los alimentos. Dado los riesgos que siempre están latentes sobre la oferta, y que se incrementarían en el futuro, resulta clave diseñar mecanismos que permitan reducir la volatilidad de estos precios tan sensibles.
Joaquín Pascal, Centro de Estudios Etcétera.