El índice de precios del consumo aumentó 0,1% en términos mensuales, por debajo de las expectativas de mercado (0,3%). Con relación a julio de 2024, el incremento fue de 4,5%, en línea con la meta del Banco Central.

Desagregando el indicador en función de los mecanismos de formación de precios, la inflación transable se ubicó por debajo del 5% interanual, en línea con la caída mensual del tipo de cambio. Por otro lado, la inflación no transable (que refleja las presiones internas) aumentó 5,8%, permaneciendo más cerca del techo del rango de tolerancia que del centro. Esto evidencia la “asimetría” que ha caracterizado al proceso de desinflación de los últimos dos años.

Si se desagrega el indicador a partir de la estabilidad de los precios, la inflación subyacente, que es la que excluye frutas, verduras y combustibles, se situó en torno al 5,3%. Esta medición se aproxima a la inflación de largo plazo, y es la que se toma en cuenta para la activación de los correctivos intermedios que están previstos en las pautas salariales.

De cara a los próximos meses, los últimos relevamientos sugieren que las expectativas van de a poco alineándose con la meta. En particular, los analistas consultados por el Banco Central estimaban en julio que la inflación cerraría el año en 4,7%, una proyección que se ajustaría a la baja una vez que se incorpore este nuevo dato, que, como se señaló, sorprendió nuevamente a la baja.