El endeudamiento es un tema tabú para los uruguayos, que prefieren no hablar con otras personas sobre el tema. Sin embargo, más de un tercio de quienes tienen relación con el crédito presentan dificultades para pagar y la mitad admite que el tema le genera miedo y preocupación.
Estos datos surgen del informe Interés por intereses: análisis del endeudamiento de los hogares en Uruguay, elaborado por el grupo de trabajo Endeudamiento ¡Uy! Este grupo está conformado por integrantes de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración y la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República (Udelar), la Asociación de Bancarios del Uruguay y el Instituto de Promoción Económico-Social del Uruguay.
La coordinadora del proyecto, Elisa Failache, doctora en Economía Aplicada (Universitat Autónoma de Barcelona) e investigadora del Instituto de Economía de la Udelar, explicó a la diaria que el objetivo del estudio fue conocer las percepciones de los hogares respecto del endeudamiento.
Los resultados obtenidos, producto de entrevistas con grupos focales y actores claves, demuestran que, aunque el 60% de las personas admitían tener algún vínculo con el mercado crédito, reconocen que es un tema que les preocupa “bastante o mucho” y que les cuesta hablar sobre ello.
“En las entrevistas surgió con claridad que a la mayoría le cuesta hablar con amigos y familiares sobre este tema, lo que evidencia que se trata de un tabú; existe vergüenza en torno a las deudas o bien la gente piensa que se expone y queda vulnerable si habla de eso”, explicó la economista.
Otro de los indicadores que surgen del estudio es que las personas que están en la situación más vulnerable acceden a créditos mucho peores, “lo cual alimenta un círculo vicioso de la deuda, porque se enfrentan a tasas muy altas y no pueden pagarlas”. Las entrevistas mostraron, además, que existen marcadas diferencias en la visión sobre el crédito: “Lo que para algunos es una oportunidad, para otros es una necesidad y para un tercio de los consultados representa un riesgo”.
“Es preocupante que la mitad de los usuarios de crédito estén preocupados por su deuda a nivel social y que un cuarto de esas personas no pueda pagarla, algo que les impide acceder a garantías de alquiler o a otros créditos. Esta situación nos interpela y nos lleva a pensar en el bienestar de la sociedad, porque se trata de un problema que limita las posibilidades de las personas al sentirse obligadas a vivir con miedo”, subrayó Failache.
La presentación del estudio fue el jueves 7 de agosto en un panel en el que participaron, además de la coordinadora del proyecto, Ana Claudia de los Heros (Banco Central del Uruguay), Julieta Sierra (diputada del Frente Amplio), Martín Lavalleja (Oficina de Planeamiento y Presupuesto), Ariel Wilkis (Universidad Nacional de San Martín, Argentina) y Marcelo Ventós (Instituto de Promoción Económico-Social del Uruguay).
¿Cuál fue el objetivo de presentar los resultados con una mesa de debate?
Buscamos poner el tema en discusión para que todo el mundo pudiese entender de qué va y cuáles son las aristas que habría que pensar para abordar este problema. No es que haya sido una investigación en sí, sino que el objetivo fue aportar a la discusión pública. Pero, igualmente, en el marco del proyecto hicimos entrevistas con grupos focales y actores claves. Lo que presentamos el jueves pasado fueron los resultados de esa encuesta, que buscó recabar las percepciones de los hogares respecto del tema del endeudamiento.
Encontramos que el 60% tenía algún crédito, lo que refuerza la idea de la central de riesgo del Banco Central con respecto a que existen un montón de hogares y personas que tienen algún vínculo con el mercado de crédito. Queríamos entender cómo percibían ellos el tema. Algo interesante que encontramos es que más o menos la mitad de los hogares afirman que el tema del endeudamiento les preocupa bastante o mucho.
¿Puede entenderse que el endeudamiento es un tema tabú en Uruguay?
Sí. Con base en la experiencia en Argentina, y sobre todo a partir del intercambio con mujeres que abordan la cuestión desde la economía feminista y se referían a esto como un tema tabú, como algo de lo que no se habla y no se cuenta, queríamos ver en la encuesta si efectivamente sucedía algo similar en Uruguay. Lo que comprobamos, a partir del relevamiento, es que sí: el endeudamiento es un tema del que a las personas les cuesta hablar, incluso, con amigos y con familiares, más allá de que el 60% contestó que tenía algún vínculo con el mercado de crédito. Más allá de que este porcentaje es elevado, es un tema del que cuesta hablar. Existe vergüenza en torno a la deuda, y las personas creen que se exponen y quedan vulnerables si hablan de eso.
Este es un aspecto que a nosotros nos parecía importante resaltar, porque muchas de las cuestiones que se están jugando al endeudarse serían más fáciles de encarar si uno las pudiese hablar con otros o si buscase herramientas para poder pensar en cómo afrontar la situación, más allá de que existe una limitación estructural si uno no tiene los ingresos para poder pagar las deudas.
¿Cómo visualizan las personas consultadas el tema de las tasas de interés?
Las instituciones que dan crédito a personas que no están en el mercado formal de trabajo se están arriesgando, por eso establecen tasas de interés más altas que permiten que el negocio sea rentable. Sin embargo, el hecho de que la tasa de interés sea tan alta también influye en que no se pueda pagar. Nosotros no nos metimos mucho con la parte más cuantitativa de esta cuestión, pero de los grupos focales emergió esta problemática asociada a la diferencia de tasas y a cómo las personas que están en una situación más complicada sólo podían acceder a créditos mucho peores, lo que alimenta un círculo vicioso de endeudamiento. Las personas expresaban que no les alcanzaba, que enfrentaban tasas muy altas y les resultaba imposible pagar.
También vimos que hay diferencias en la visión que se tiene sobre el crédito; algunos lo ven como una oportunidad, otros como una necesidad, y para más o menos un tercio representa un riesgo. Estas visiones sobre la deuda muestran por qué algunos la ven como una posibilidad de acceder al consumo que, de otra forma, no sería posible, mientras que para otros es un mecanismo de exclusión. Existe, por lo tanto, una cuestión de doble filo.
¿Cuáles son las percepciones de los sectores más vulnerables con respecto al crédito?
En la encuesta hicimos una actualización por nivel socioeconómico. Las personas de mayor nivel socioeconómico tienden a depender menos del crédito, lo ven como una oportunidad y en sus hogares les preocupa un poco menos este tema. Sin embargo, a medida que baja el nivel socioeconómico es más fuerte la preocupación, así como el riesgo y la necesidad del crédito.
Elisa Failache.
Foto: Alessandro Maradei
En particular, en los sectores más vulnerables se lo ve como una entrada a círculos negativos a los que tienen que ingresar porque no tienen otra opción: las deudas se toman para afrontar gastos corrientes o cotidianos, o sea, para poder llegar a fin de mes o enfrentar gastos inesperados, como los vinculados con una enfermedad o con los cuidados de algún miembro del hogar, situaciones que implican no poder ir a trabajar y no cobrar el sueldo. Esas cosas llevan a que las personas se endeuden y luego se les haga difícil salir.
En su presentación del jueves señaló que Uruguay tiene un ratio bajo de crédito a personas físicas con respecto al PIB, pero advirtió que se observa un crecimiento acelerado del crédito al consumo durante los últimos años. ¿Cómo se explica esta situación?
En realidad, el ratio bajo de crédito específico se explica sobre todo porque en Uruguay el crédito hipotecario es bastante bajo comparado con otros países. En muchos países el crédito hipotecario está muy desarrollado con respecto a nuestro país. Sin embargo, cuando miramos el consumo, Uruguay se encuentra, en la comparación de países, en una posición intermedia, no es ni particularmente bajo ni particularmente alto.
Otro de los datos que surgieron en el marco de la presentación es que uno de cada cuatro adultos tiene problemas para pagar sus deudas. ¿Qué lectura hace de esta situación?
Ese dato sale de un informe que el Banco Central hizo en 2023, en el que se analiza cuántas personas están catalogadas en la central de riesgo como deudores que no pueden pagar sus créditos. Si bien para la estabilidad económica y para el país no es alarmante, porque no va a afectar la cadena de pagos, esto muestra que para muchas personas la cuestión del endeudamiento es compleja. Una cosa interesante que surgió el jueves en la presentación es la idea que trajeron los distintos comentaristas de que, de todos modos, cuando se hizo el plan de reestructura de deudas, el año pasado, muchísimas personas intentaron averiguar e informarse, lo que muestra que hay voluntad de pagar y de mejorar su situación.
¿Cuál es la situación del crédito informal?
Sobre este tema no hay muchos datos, y ese es uno de los grandes debes. Toda la información que se tiene es del mercado formal, porque es el que tiene que presentar la información al Banco Central. Actualmente se está ampliando el requisito de quienes tienen que presentar información. Con datos de 2017, sabemos que hubo un desarrollo fuerte de distintos mecanismos de crédito informal durante los últimos años, pero con datos de la EFHU [Encuesta Financiera de los Hogares Uruguayos], por ejemplo, se mostró que el 80% de los hogares tenía vínculo con el mercado formal y 20% con el informal, incluyendo préstamos de familiares o amigos, es decir, no sólo con el crédito ilegal que usa tasas de usura por fuera de la ley o que utiliza formas violentas para el cobro. El problema es que esos datos son de 2017 y después no se actualizaron.
Lo que sí pasó es que distintas organizaciones sociales han visto crecer en el territorio esta oferta ilegal llamada préstamos gota a gota, que son préstamos a muy corto plazo, con tasas de interés muy altas, que además utilizan formas violentas de cobro. Pero no hay un mapeo formal que nos permita saber cuál es la dimensión de esta problemática.
¿Cómo evalúa la situación de las familias que se ven obligadas a acceder a este tipo de créditos?
Para los hogares que acceden a créditos en estas condiciones es una situación muy negativa y, en términos de bienestar social, claramente implica un desafío muy grande porque estas personas que están accediendo a esos créditos lo hacen a tasas muy altas, algunas del 1000%, además de la cuestión de las condiciones de cobro, y después muchas veces estas formas de crédito ilegal también están asociadas con dinámicas en el territorio muy complejas de crimen organizado. Eso habría que estudiarlo más.
También es cierto que hay un desafío relacionado con cómo hacemos para que estas personas no tengan que ir al mercado de crédito informal para poder sustentar sus necesidades básicas. Hay una necesidad de más análisis y de soluciones más estructurales a los ingresos de las personas. Hay que separar los problemas; el endeudamiento no puede ser una solución a problemas estructurales de falta de ingresos, porque en estos casos se produce una dinámica de ciclo negativo. Si se accede al crédito para poder llegar a fin de mes, es muy difícil que después eso sea sostenible.
¿Cómo impacta el endeudamiento en la sensación de exclusión social y en el trato que reciben las personas?
Ese es otro de los temas a analizar, ya que en Uruguay no hay agrupaciones de personas endeudadas o grupos de referencia a los que uno pueda preguntar cómo están viviendo esta situación. Al ser un tema tabú, no existe apertura para que las personas puedan conversar sobre eso; algunas son más abiertas, pero después hay mucho que queda en la esfera más privada. Entonces, a nivel de encuestas, por ejemplo, también es difícil pensar en cómo medirlo, porque no es un tema que la gente cuente libremente.
¿Cuáles serían los temas que destacaría como puntos de acuerdo que se presentaron en la mesa de debate del jueves?
En las entrevistas que hicimos y en los grupos focales, la necesidad de apostar por la educación financiera constituye un punto en el que hay acuerdo universal. Aparece en todos los actores, sin importar a quién están representando; en todos los grupos focales sale este tema. Y, de hecho, hay bastantes avances en eso.
Existe también cierto consenso en que sólo con educación financiera no se va a solucionar. Como el tema es complejo, también lo que planteamos es que se debe pensar en respuestas que dialoguen entre sí; por ejemplo, pensar en la regulación, ya sea de la publicidad engañosa o de la poca transparencia que existe para que el consumidor pueda entender cuáles son las condiciones en las que va a acceder al crédito.
También se podría establecer topes a las tasas de usura o cambiar la forma en que se construye hoy ese tope, para que las tasas sean más bajas. Hay que mirar la situación de forma conjunta para evitar que exista un traslado del crédito formal al informal. Asimismo, hay que hacer frente a la desigualdad de los ingresos de las personas y cómo garantizar ingresos mínimos o un Estado de bienestar más o menos presente que pueda solucionar problemas más estructurales.
¿Qué tan preocupante es que casi la mitad de los usuarios de crédito manifieste preocupación por su nivel de deuda?
Es preocupante a nivel social. Tenemos un cuarto de esas personas que además no pueden pagar, lo que hace que no puedan acceder a garantías de alquiler ni a otros créditos. Esta situación nos interpela para pensar en el bienestar de la sociedad; que haya un problema así tan estructural y que a la gente le preocupe muestra que esta problemática está limitando las posibilidades de las personas de estar mejor y no tan estresadas, viviendo el día a día con miedo.
Durante la discusión del jueves surgieron varias líneas de trabajo a futuro y, en general, todas las instituciones parecerían estar de acuerdo en que es un tema relevante y en el que hay que poder pensar y evaluar qué hacer. Eso es algo muy positivo.