El Plan Ceibal compró 5.000 placas programables Micro:bit, pero se quedó cortó, porque en unos días de convocatoria hubo más de 15.000 pedidos de docentes y estudiantes. Las placas están pensadas para niños y adolescentes, por lo que por el momento se distribuyen entre alumnos de quinto año de escuela hasta tercer año de educación media, o entre sus docentes. Según explicó Magela Fuzatti, jefa de Laboratorios Digitales del Plan Ceibal, la placa sirve para la introducción de los niños a la programación, tiene varios sensores (entre ellos, acelerómetro y magnetómetro de luz) y una matriz de luces led que responden a las órdenes programadas. Micro:bit incluye un entorno web en el que los estudiantes pueden programar en base a bloques (con la plataforma MakeCode) y con un simulador en el que se puede probar lo programado sin necesidad de tener la placa. Los primeros en usarlas mostraban cómo se formaban distintas caras en función de la temperatura, o cómo programaban la canción “Para Elisa”.

La placa se puede pedir después de completar un formulario en microbit.ceibal.edu.uy. Los estudiantes quedan conectados con una comunidad de docentes de Plan Ceibal y de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Fing) que enseñan a utilizar la placa y habilitan diferentes materiales para explorar qué se puede hacer con ella. Los docentes también pueden pedir la placa y se capacitan en el Plan Ceibal para trabajar con sus estudiantes; ya hay anotados 50 centros educativos, en su mayoría liceos y escuelas técnicas de UTU. El tercer colectivo que accedió a las placas son los grupos de pensamiento computacional, que actualmente tienen 450 estudiantes; clases de quinto o sexto año de escuela en las que trabajan en la resolución de un problema complejo y real, y utilizan la programación, robótica y ahora Micro:bit para prototipar una posible solución.

Miguel Brechner, presidente del Plan Ceibal, explicó que se están comprando más placas para responder a la demanda, y que en función de cómo funcionen este año se distribuirán a más colectivos a partir de 2019. Wilson Netto, presidente de la Administración Nacional de Educación Pública, apuntó que este programa también será “de carácter universal”.

Las placas se están entregando 50% a niños y 50% a niñas, y esperan mantener ese criterio. En ese sentido, la decana de la Fing, María Simon, aseguró: “Tenemos la certeza de que se necesitan más ingenieros, de que hay que inspirar la vocación en niños y niñas, y digo especialmente las niñas porque tenemos muy pocas mujeres en las profesiones de las ciencias exactas. Como país no podemos permitirnos el lujo de estar desperdiciando la mitad de los talentos”. La decana graficó que la placa “es una interfaz entre la computadora y la realidad, porque mueve cosas, se da cuenta de que hay o no hay luz, y muestra cómo están hechas muchas máquinas con las que usualmente interactuamos, a veces sin entenderlas”. Consideró que si bien hasta ahora se hacía referencia a la brecha en el acceso a la informática y a las comunicaciones, ahora “programar no es una brecha nueva que se está abriendo: el acceso está superado, pero falta saber qué hay adentro”.