Uruguay tiene la tercera tasa de culminación de la enseñanza secundaria más baja de América Latina: sólo 43% de los jóvenes terminan esta etapa de sus estudios, explicó Wilson Netto, presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), ayer, en la presentación del informe Políticas para promover la culminación en la educación media en América Latina y el Caribe. A pesar de que ese nivel es obligatorio en la mayoría de los países, la tasa de finalización promedio es de 59%. El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y la organización Results for Development (R4D) presentan en este estudio la situación de la región y, en particular, detallan experiencias llevadas a cabo en Chile y México para revertirla. A partir de las conclusiones ofrecen recomendaciones para reducir el abandono y lograr la universalización de la educación media.

Los expertos indicaron que uno de los cambios fundamentales es la mejora del entorno escolar, para promover un sentido de pertenencia. El personal poco preparado para apoyar a los jóvenes en problemáticas de distinta índole “puede crear involuntariamente un entorno que desaliente a los estudiantes con respecto a continuar su educación”. Además, los esfuerzos deben centrarse en generar espacios “más inclusivos de las diversas necesidades de los estudiantes”.

Una segunda medida, relacionada con la primera, es “mejorar la relevancia de planes de estudio y calidad de la pedagogía para aumentar el atractivo de la educación con respecto al ingreso al mercado laboral” y dar herramientas para la continuación de los estudios posteriores al nivel secundario. Sobre este punto habló Miguel Székely, director del Centro de Estudios Educativos y Sociales de México, quien comentó que los jóvenes están desmotivados por los temas que se estudian y que ven en sus referentes adultos un camino de éxito que, muchas veces, no pasa por una buena trayectoria educativa.

Entre las acciones para generar centros más inclusivos y participativos proponen “incrementar la participación de los padres y de las familias en formas que resulten adecuadas para los jóvenes de nivel secundario”; sobre todo recomiendan no olvidar los desafíos inherentes a la adolescencia. Detallan que sería buena idea incluir en las propuestas de la institución actividades de prevención y de respuesta al abandono; espacios que sean universales para todos los padres y otros específicos para aquellos que muestran poco interés; y que toda la dinámica educativa gire en torno a la institución, el hogar y la comunidad.

También en esta línea, recomiendan incorporar la perspectiva de género al diseño de las iniciativas para responder a las diferentes necesidades. Natalia Maidana, del área de Género del Ministerio de Educación y Cultura, señaló que Uruguay ha trabajado en el tema y que “ahora está embarcado en la Estrategia Nacional para la Igualdad de Género 2030 y trabaja en la educación como “el lugar privilegiado para el cambio cultural”.

El informe subraya –y así lo subrayaron los representantes de R4D– la necesidad de mejorar la coordinación entre las propuestas educativas, lo que evita trabajo duplicado y permite una mejor inversión del presupuesto. Asimismo, se entiende fundamental mejorar los datos sobre los estudiantes con los que cuenta el sistema educativo, ya sean demográficos o socioeconómicos, para que sean la base de los cambios. Proponen la creación de sistemas de alertas tempranas a nivel nacional y local para poner en marcha respuestas rápidas frente a la desvinculación.