Los cambios que hasta el momento prevé la reforma educativa impulsada por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) para la educación media superior y en particular para la asignatura Filosofía continúan recibiendo el rechazo de los profesores de la asignatura.

En esta ocasión hubo un nuevo pronunciamiento de la Coordinadora en Defensa de la Filosofía y su Enseñanza, específicamente sobre la creación de la unidad curricular optativa titulada Argumentación y Debate, propuesta para primero de bachillerato. Por otro lado, también cuestionaron los Torneos Nacionales de Debate organizados por la ANEP y arribaron a una conclusión general final: “Es imprescindible que la profundización de las habilidades argumentativas se desarrolle en el marco de un curso de Filosofía”.

“Concebimos la Filosofía como un pensar problematizador donde la argumentación forma parte de su sintaxis. Sería absurdo separar los procedimientos del saber filosófico y más absurdo aún plantearla como opcional. Si esto último sucediera, claramente deberíamos discutir qué entendemos por argumentación”, esbozaron los docentes para dar comienzo al comunicado.

La coordinadora plantó una “alerta” a la hora de llevar la argumentación a las aulas: según plantearon, “puede tener sus riesgos”, ya que “no hay consenso sobre los supuestos teóricos antropológicos y ético-políticos de una discusión argumentativa”. Por tanto, al momento de aterrizar las distintas modalidades existentes en el ámbito educativo “es necesaria una vigilancia filosófica para evitar desviaciones no deseables”. Según los docentes, es necesario focalizar cuáles son “los fines de una discusión argumentativa” y a partir de ahí “el valor que se le pueda atribuir”.

Los torneos de debate también generan en el colectivo docente una alerta y un riesgo: para los docentes, ambos conceptos se deben a la posibilidad de un “adiestramiento instrumental” en las propuestas de los torneos. Y a partir de eso, se preguntaron “si esto es lo que está detrás de la idea de la unidad curricular de ‘Argumentación y debate’”.

Caminos para argumentar

La coordinadora se basó en ciertas reflexiones incluidas en el libro Lecciones sobre pedagogía y cuestiones de enseñanza, del docente Carlos Vaz Ferreira, para mostrar algunos puntos que consideraron relevantes sobre las discusiones en contexto de clase.

Según delinearon, el autor “considera que las discusiones en clase, bien llevadas o dirigidas, pueden ocasionar beneficios irremplazables”. Para eso, principalmente se debe “poner la discusión en el espíritu del estudiante”, lo que significa “hacer sentir al estudiante que no se trata de sostener teorías para imponerlas; mostrar que la actitud ante los argumentos es oírlos, comprenderlos, meditarlos, darse cuenta de su alcance y aplicabilidad”.

En esa línea, señalaron que el alumno también “debería entender que hay cuestiones, las más trascendentales, en que no todas las razones serias están del mismo lado; aceptar que no es posible en todas las cuestiones pronunciarse a favor de una doctrina, sino que la verdadera solución de una cuestión consiste en dar nuestra creencia a la prueba, saber suspenderla donde no hay prueba suficiente en ningún sentido, saber inclinarse en el grado justo hacia aquella solución para la que hay más posibilidades y argumentos serios”. Y en última instancia, “sólo convencernos cuando las razones lo justifiquen verdaderamente”.

En ese marco, afianzaron que el “‘enemigo’ al que hay que vencer en la discusión filosófica no es de ninguna manera el interlocutor discrepante” y que, en consecuencia, “el obstáculo a enfrentar es el problema reconocido como tal y que habilita el intercambio”.

Por otro lado, subrayaron que si se trata de una “buena discusión” sucede que se “moviliza a los interlocutores” y “conmueve sus certezas”. Al final, la discusión argumentativa “supone el reconocimiento de la diferencia, de la diversidad y del valor de pensar colectivamente” y “no hay lugar para este dispositivo cuando se ejerce el poder de manera autocrática”. En el aula, en tanto, concluyeron que de esta manera se logra reconfigurar “tanto la autoridad del docente como la autoridad del saber”.

Bajo estas concepciones es que la coordinadora argumentó la necesidad de que la argumentación y el debate se trabaje bajo la órbita de la Filosofía. “El debate trabajado aislado y como un fin en sí mismo puede derrapar y desvirtuar su valor en la construcción de ciudadanos críticos y participativos. La vigilancia filosófica no garantiza pero es condición de posibilidad para que esta capacidad no se ejerza desde la violencia simbólica ni se constituya en un mero adiestramiento instrumental para dominar armas, estrategias y tretas discursivas”, manifestaron.

Adiestramiento instrumental

Según la resolución que da pie al Torneo de Argumentación y Debate de la ANEP, los docentes remarcaron que se plantea como objetivo “insertar a Uruguay en la red de Debate Escolar Internacional”. En ese marco, la coordinadora se preguntó: “¿A qué intencionalidad responde este interés de participar en estas organizaciones internacionales?, ¿cuál es el concepto de pensamiento crítico al que adhiere esta organización?, ¿quiénes integran esta red?, ¿cuáles son sus parámetros de evaluación y objetivos?”.

Por otro lado, cuestionaron la suma de 550.000 pesos que se otorga para realizar el torneo y también el “modo en que se han desarrollado”: “¿Por qué se prioriza este torneo en una Transformación Educativa que se ha caracterizado por el recorte presupuestal?” y “¿en qué se invierte?” fueron algunas de las preguntas.

En ese contexto, se preguntaron por qué, si hay recursos, estos se llevaron a cabo mayormente de manera virtual, y también sobre los enfoques empleados: “¿Este no es un enfoque espectacularizante de la educación? ¿Por qué se decide tener un enfoque competitivo en lugar de un enfoque democrático donde todas/os estén incluidos? ¿Acaso no hay lógicas mercantilizantes encubiertas?”.

El torneo, calificado por la coordinadora como “antecedente” para implementar la unidad curricular de Argumentación y Debate, “es contrario a los sentidos de la Filosofía y su enseñanza reflejados en la fundamentación y contenidos de los programas vigentes”, según plantean.