(Hoy es 16 de octubre. Faltan 11 días para las elecciones nacionales)

Buenos días. Les comento algunas noticias de la campaña electoral que pueden leer hoy en la diaria.

Decía John Lennon que “la vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”. Después de que los partidos definen sus candidaturas a la presidencia, sus programas y sus estrategias electorales, irrumpe lo imprevisto. Ayer, ya en el tramo final de la campaña, ganó espacios destacados en los medios de comunicación la opinión de la presidenta del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente, Gabriela Fulco, sobre la conveniencia del servicio militar obligatorio. Dirigentes partidarios y organizaciones sociales se vieron en la obligación de pronunciarse al respecto (sin que al cierre de esta edición se hubieran expresado respaldos), el diputado nacionalista Pablo Abdala le atribuyó la idea al Frente Amplio como tal, y la palabra “disparate” fue utilizada en más de una ocasión.

Volvemos a nuestra programación habitual. Al comienzo de esta campaña, los partidos con mayor representación parlamentaria coincidieron en la intención de convencer a votantes “de centro”, pero el factor más disruptivo es, en la actualidad, la expresión electoral de la derecha. En realidad, ambas cosas no son contradictorias. Es cierto que el crecimiento de la oposición se debe en buena parte a un aumento de los votos derechistas, pero también lo es que no se ganará el gobierno con un discurso netamente de derecha.

Había y hay un sector de la ciudadanía sin preferencia firme por el oficialismo o la oposición, y lograr la confianza de esas personas era y es crucial para llegar a la presidencia de la República. Lo que pasó fue que, del mismo modo en que el Frente Amplio ha confiado en que no había espacio “a su izquierda” para el crecimiento significativo de otra fuerza política, los partidos Nacional y Colorado confiaron en que no tendrían competencia relevante “a su derecha”. Sin embargo, hoy la tienen, debido al crecimiento de Guido Manini Ríos. Esto incide mucho en la distribución de los votos opositores y, según todo indica, también tendrá importante incidencia, gane quien gane, en la dinámica política de los próximos cinco años.

Por otra parte, desde la salida de la dictadura hubo entre los nacionalistas dos corrientes internas principales, y nadie ponía en duda que la que hoy encabeza Jorge Larrañaga fuera la más “progresista”. Sin embargo, desde que Luis Lacalle Pou pasó a ocupar el lugar de su padre ha tenido éxito con un perfil distinto, expresado en su campaña “por la positiva” de 2014 y su actual énfasis en “evolucionar”. A su vez, Larrañaga fue endureciendo su discurso acerca del FA, y en los últimos tiempos la apuesta central a la campaña “Vivir sin miedo” ha alejado su imagen de lo que se suele llamar wilsonismo.

Entrevistado por la diaria, Larrañaga sostuvo que el wilsonismo “es enseñanza, es desarrollo productivo, es descentralizacion, es igualdad de oportunidades”, pero que para lograr todo eso hay que recuperar primero la seguridad pública. Hace unos años, que el senador afirmara algo así era tan imprevisible como lo que dijo ayer Fulco.

Hasta mañana.