“Compuesta por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), 169 metas y 232 indicadores, la Agenda 2030 aborda una amplia variedad de desafíos mundiales: pretende erradicar la pobreza, reducir múltiples desigualdades, hacer frente al cambio climático, poner fin a los conflictos y mantener la paz”; así explica el Informe de ONU Mujeres “Hacer las promesas realidad: la igualdad de género en la Agenda 2030”, la conformación de la agenda aprobada en 2015.
En el taller “Cómo aplicar los ODS a la agenda periodística”, organizado por la agencia Inter Press Service junto con la Organización de Naciones Unidas, se abordaron algunos de los ejes que componen este tema. La importancia de la inclusión de temas de género fue uno de ellos. Lilián Celiberti, directora de Cotidiano Mujer, y Magdalena Furtado, responsable de ONU Mujeres Uruguay, participaron en el debate.
Furtado comenzó su exposición con una pregunta: ¿cuál es la realidad que queremos cambiar? Para responder se refirió al indicador Global Gender Gap, que es monitoreado por el Foro Económico Mundial y analiza anualmente el progreso de 145 países hacia la igualdad de género por medio del estudio de cuatro áreas: salud, poder político, economía y educación. De acuerdo al indicador, eliminar las brechas de desigualdad entre varones y mujeres llevaría cerca de 217 años. Si bien el panorama no es alentador, la especialista en género sostuvo que “estos ODS tratan de achicar las brechas” y en ese sentido varios objetivos de la agenda están atravesados por “la mirada de género”.
El ODS número cinco de la agenda se aboca específicamente a metas vinculadas con el género. Dentro de este objetivo se delimitaron seis puntos para impulsar la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres.
En primer lugar se plantea “poner fin a todas las formas de discriminación contra las niñas y las mujeres”, explicó Furtado. La segunda meta tiene como objetivo eliminar toda forma de violencia hacia ellas, tanto en el ámbito público como privado. Se incluyen en este punto la trata y la explotación sexual.
“Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina” es la tercera meta. Le siguen lograr el reconocimiento y valoración de los “cuidados y el trabajo doméstico no remunerados”. Furtado sostuvo que la “sobrecarga de trabajo no remunerado” sobre las mujeres es “un problema medular” que dificulta la independencia económica femenina.
La quinta meta busca “asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios de la vida política, económica y pública”. El sexto punto de este objetivo se vincula a los derechos reproductivos y a la salud sexual y reproductiva.
11 objetivos tienen metas vinculadas al género; no obstante, seis quedan por fuera, entre ellos: energía sostenible; industria innovación e infraestructura; consumo y producción responsables; vida submarina; ecosistemas terrestres y paz, justicia e instituciones sólidas, puntos que Celiberti consideró fundamentales en la discusión de derechos de las mujeres, al tiempo que explicó que a la agenda le falta “una comprensión del rol que tienen las mujeres en las sociedades concretamente”.
En este sentido, Celiberti planteó: “¿Cómo se ubica esta agenda en el contexto actual del mundo?”. Explicó que “esta agenda significa un avance en relación a los Objetivos de Desarrollo del Milenio y hacia una concepción más integral, pero se da en un contexto del mundo de profundas amenazas en todos los sentidos”.
“Tenemos realidades que están en pugna, incluso con aquellas cosas que aparecen en consensos internacionales. Esto plantea un desafío muy grande: ¿cómo presentar estas temáticas cuando las realidades concretas de cada uno de los países están tan lejos?”, expresó Celiberti. Planteó que para acercar la agenda a la realidad cotidiana de las personas lo que se debe hacer es problematizarla.
Ambas se refirieron a la “ola de conservadurismo” que enfrenta la región. Furtado sostuvo que este avance en muchos países está asociado a “movimientos religiosos y de derecha”. En este sentido, Celiberti citó como ejemplo al movimiento A mis Hijos no los Tocan y sostuvo que este tipo de iniciativas “atentan contra el avance de derechos en cuanto a una educación menos constreñida a los roles de género tradicionales”. Estos movimientos “ubican claramente a los feminismos y al movimiento de diversidad sexual como enemigos”, afirmó, y agregó que “apuntan a un miedo profundo de la ruptura de los patrones patriarcales tradicionales”.