El debate sobre el proyecto de ley para legalizar la interrupción voluntaria del embarazo en Argentina tenía ayer dos frentes de lucha bien marcados. Mientras el rechazo se imponía en el Senado, en las inmediaciones del Congreso prevalecía el color verde, ya convertido en el símbolo a favor del aborto legal.
A pesar de que llovió durante todo el día, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito comunicó que llegaron a movilizarse más de un millón de personas, uno de los objetivos que buscaba el movimiento de mujeres para superar la cifra que se alcanzó el día que la iniciativa recibió la media sanción de la Cámara de Diputados.
Puertas adentro del Congreso, la pelea de los senadores “verdes” se hacía cuesta arriba. La votación confirmó las cifras que se manejaban previamente: 38 en contra y 31 a favor -así como dos abstenciones-. También se posicionó a favor la senadora María Eugenia Catalfamo, quien sin embargo no pudo asistir a la sesión porque está a pocos días de la fecha para dar a luz a su primera hija.
Las abstenciones fueron las de la neuquina Lucila Crexell y el santafesino Omar Perotti. Antes de que comenzara el debate, ambos pidieron que en caso de que el proyecto de legalización fuera rechazado, la cámara tratara, ayer mismo, dos proyectos de despenalización del aborto que presentaron el martes. Las dos iniciativas mantendrían el aborto clandestino pero sin castigo para quien interrumpiera su embarazo. Cuando terminó la votación se levantó la sesión sin que se manejara esta posibilidad.
La sesión empezó de mañana, unos minutos después de las 10.20. La lista de oradores se cerró en 61, incluidos los siete jefes de bancada, que tenían previsto hablar al cierre del debate. Desde ese momento, se supo que la votación no tendría lugar antes de la medianoche.
El encargado de abrir el debate fue Mario Fiad, senador de la Unión Cívica Radical y presidente de la Comisión de Salud. Su visión fue clara: declaró que el proyecto es “claramente violatorio de la Constitución nacional y de los tratados internacionales”. El legislador opinó que “el comienzo de la persona es desde la concepción” y dijo que “reconocer el derecho a la vida como derecho fundamental” es la “base” del sistema jurídico argentino.
A continuación, intervino el presidente de la Comisión de Justicia y Asuntos Penales, Pedro Guastavino, del Partido Justicialista, quien recibió aplausos cuando afirmó que, horas antes de la sesión, se pasó “esquivando crucifijos de un sector de la iglesia” que “quizás es el mismo” que “daba vuelta la cara” cuando, durante la dictadura, los “torturaban”. Antes de decir que votaría a favor del proyecto, resumió: “Comprendí que la única forma de abordar correctamente la problemática del aborto es desde el lado de la salud pública”.
Las intervenciones a favor y en contra del aborto legal giraron más o menos en torno a los mismos argumentos y se dieron, en general, sin mayores exabruptos. Uno de los puntos que causaron más controversias fue el tiempo: si bien cada senador tenía diez minutos reglamentarios para exponer sus posturas, algunos se extendieron más y eso generó cruces con la presidenta del Senado, Gabriela Michetti. Otra alerta sobre el tiempo de las intervenciones se disparó cuando, alrededor de las 20.00, Michetti pidió agilizar el debate para poder terminar antes de las 22.00, a solicitud del Ministerio de Seguridad, que informó que “las fuerzas [de seguridad] se ven con mayor dificultad después de esa hora”.
Dos argumentos se repitieron con fuerza a la hora de manifestar el apoyo al aborto legal: el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y el hecho de que la práctica existe, pese a la ilegalidad, pero en condiciones insalubres y traumáticas que muchas veces llevan a la muerte. La justicialista Beatriz Mirkin sintetizó en su intervención las palabras que muchos de sus colegas apoyaron antes y después. “Acá en Argentina se aborta clandestinamente y también se aborta en los sanatorios. Yo lo he visto [...] La ley no obliga a ninguna mujer a abortar. En todo caso, lo que hace es obligar al Estado a que actúe para que no haya más abortos clandestinos”, afirmó.
Luego, interpeló a los oyentes, casi a los gritos y con la voz quebrada: “¿Qué somos? ¿Vientres somos las mujeres, o somos seres humanos con derechos?”. Finalmente, hizo una pregunta que nadie respondió: “Si esta ley no se aprueba hoy, ¿qué vamos a hacer mañana? ¿Vamos a seguir penalizando a las mujeres cuando llegan a los hospitales en situación de riesgo por aborto?”.
A su vez, Nancy López, también del Partido Justicialista, insistió en la importancia de separar las convicciones personales de los intereses y necesidades de la sociedad. “Soy católica, pero no me votaron por mi condición de católica. Me votaron para que legisle y represente a todos los argentinos”, dijo.
López fue una de las primeras en recalcar la importancia del movimiento de mujeres organizado y celebrar la conquista de las calles: “Si esta ley no sale hoy, muy pronto va a salir porque creo que a esta ola verde no la podemos parar y no la para nadie”. En relación con esta “marea verde”, otro de los argumentos que se impusieron fue el generacional. “Tal vez tengamos que entender que no estamos legislando para nosotros, estamos legislando para ellos [los adolescentes]”, ilustró en esa línea la senadora justicialista María Inés Pilatti.
Quienes se manifestaron contrarios al proyecto defendieron que es “inconstitucional”, “no resuelve el problema de la clandestinidad” y “atenta contra la vida”. Una intervención en particular dejó atónitos a los senadores y despertó una lluvia de críticas en las redes sociales. El responsable fue el senador justicialista Rodolfo Urtubey, quien consideró que “hay casos donde la violación no tiene la configuración clásica de la violencia sobre la mujer”. Se trata, precisó, de casos en los que “la violación es un acto no voluntario con una persona que tiene una inferioridad absoluta, como en el abuso intrafamiliar, donde no se puede hablar de violencia pero tampoco de consentimiento”.
Por su parte, el oficialista Esteban Bullrich opinó que “es un fracaso de todos que una mujer llegue a la decisión de abortar”, y afirmó que la iniciativa que se aprobó en Diputados “legaliza ese fracaso”. También tuvo tiempo para defender “las dos vidas” con frases como: “Sin vida, hoy no estaríamos acá”.
Qué pasa si no es ley
Rechazada la legalización del aborto en el Senado, el proyecto no puede volver a presentarse hasta marzo de 2019, cuando arranque el período parlamentario. Tendrá que volver a pasar por todas las instancias que ya superó: obtener el estado parlamentario, ser tratado en comisiones, y luego conseguir la aprobación de los diputados. Sin embargo, la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y el movimiento de mujeres deberán evaluar si conviene hacerlo, ya que a esa altura habrá comenzado la campaña de cara a las elecciones legislativas. Todo indica, por lo tanto, que la iniciativa volverá a ser presentada –por octava vez– en 2020. Otro escenario podría darse más temprano, si los senadores Perotti y Cruxell vuelven a presentar sus proyectos, que apuntan exclusivamente a la despenalización del aborto hasta la semana 12 de embarazo.
Ante la inminente posibilidad de que el proyecto fuera rechazado por el Senado, organizaciones sociales y políticas, con el acompañamiento de la Campaña Nacional, llamaron anoche a un “cacerolazo federal”, bajo la consigna “En la calle ya es ley”.
“Nosotras ya hablamos en las calles. Ante este poder ilegítimo que consideran que tienen algunos que se creen dueños de nuestro destino vamos a seguir luchando. La negativa a nuestro proyecto les va a costar mucho. Nosotras ya ganamos”, afirmó la abogada Nelly Minyersky durante una conferencia de prensa que dio anoche, cerca de las 22.00, la Campaña Nacional. Las representantes, en una mesa decorada con pañuelos verdes, aseguraron que seguirán movilizadas de forma pacífica “hasta que sea ley”.
Ni fu ni fa
Unos minutos antes de que comenzara la sesión en el Senado, el presidente argentino, Mauricio Macri, manifestó por fin su postura sobre el debate. “No importa cuál sea el resultado, hoy ganará la democracia”, escribió en sus redes sociales, en momentos en que el rechazo a la iniciativa era evidente. También en redes, recibió críticas y se le hizo saber que el resultado sí importaba para las personas que se ven obligadas a recurrir a un aborto clandestino. Al mismo tiempo, el mandatario dijo que el debate sobre la legalización del aborto era una cuestión de “creencias” que en muchos casos “pueden ser irreconciliables”.
En la misma línea, consideró que la discusión iba “más allá” de la despenalización del aborto. Se trata más bien, dijo, de una cuestión que “obliga” a los argentinos “a aceptar que hay otros que piensan distinto”. Y concluyó: “Si entendemos que nuestras creencias a veces ganarán y otras perderán, llegaremos a ser algo sin igual: verdaderamente libres y mejores personas”.
En paralelo, la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, ratificaba su rechazo a la iniciativa e insistía –en declaraciones a la radio Mitre– en que la legalización del aborto generaría sobrecarga y demoras en otras intervenciones médicas en los hospitales públicos. Puso como ejemplos cirugías cardiológicas y oncológicas. Esto pese a que la mayoría de los abortos se realizan utilizando medicación y no por medio de intervenciones quirúrgicas. Pero lo que realmente provocó repudio fue lo que dijo después, cuando opinó que si la ley no lograba aprobarse ayer, hoy iba a sentirse “más aliviada”.