2018 cerró con tres femicidios en tres días la última semana. Carolina Vivero, Loreley Carmona y Mercedes San Juan fueron asesinadas por sus parejas. La violencia de género se posiciona como un tema prioritario para abordar en el período electoral.
Además de las tradicionales alertas feministas como respuesta ante cada femicidio, otras expresiones de movilización aparecen para aportar a la reflexión. Así surge Cuerpos invisibles, una intervención artística feminista que tuvo lugar en el Parque Rodó el domingo 30 de diciembre. Fue convocada por mujeres feministas independientes por medio de las redes sociales.
“Cuando se hizo la alerta feminista por el femicidio de Carolina Vivero, ya estábamos al tanto de que habían asesinado a otra mujer más. Al término de la proclama, mientras nos abrazábamos y llorábamos, nos enteramos de que otro varón se había llevado la vida de otra mujer. Fue la tercera mujer asesinada en 72 horas. En ese momento sentí que teníamos que hacer algo más”, cuenta Lorena Bertsch, quien, ante la emergencia del tema, resolvió convocar espontáneamente por Twitter a esta concentración.
Lorena recordó una intervención artística que había visto en Buenos Aires durante una manifestación que exigía justicia para Lucía Pérez, la adolescente argentina violada y asesinada cuyos femicidas fueron absueltos. “Como les queríamos dar visibilidad a las víctimas, se nos ocurrió resaltar la invisibilidad de los cuerpos en el nombre del evento”.
Así fue como ese mismo día comenzó la convocatoria por medio de un tuit que contaba las ganas de llevar adelante esta experiencia. “Cuando me desperté, tenía muchísimas notificaciones de mujeres que apoyaban la iniciativa y que estaban dispuestas a sumarse”. Al cabo de un par de horas, en un grupo de Telegram, se inició el proceso de producción. En menos de 48 horas, 50 mujeres, que en su mayoría no se conocían entre sí, se organizaron y representaron a cada una de las mujeres asesinadas este año.
La organización de las mujeres aparece como una herramienta clave para el feminismo. “Aun sin conocernos, aunque muchas nos veíamos por primera vez, sabemos lo que nos convoca y, al igual que en esta intervención, la sororidad es una forma de contenernos y apoyarnos entre nosotras”.
Las organizadoras quisieron poner en juego también el papel de los femicidas en la historia, por eso la convocatoria estuvo hecha a mujeres y varones, en particular “a aquellos que se dicen feministas o aliados”. “Queríamos que los varones estuvieran presentes porque no aparecemos muertas mágicamente, nos matan ellos, que son nuestras parejas o ex parejas”. La respuesta a la convocatoria fue diferencial: “Las mujeres pusieron el cuerpo inmediatamente, pero a los varones se los tragó la tierra”. Lorena cuenta que sólo dos hombres se pusieron en contacto con ella. Fueron cinco en total los que participaron activamente en la intervención.
La organizadora comentó: “La idea de la intervención fue materializar las noticias que lamentablemente recibimos cotidianamente y que a veces parecen tan abstractas como lejanas”. Por eso, resolvieron mostrar cuerpos feminizados que atravesaron por el abuso y la violencia. “Nos parecía que a través de los cuerpos se podía hacer algo más real, más tangible”.
Eligieron el Parque Rodó para hacer la intervención. Desde la organización, enfatizaron que apropiarse del espacio público es un acto político y reivindicativo en sí mismo, “ya que habitualmente no es un lugar que habiten las mujeres con seguridad”. Respecto de la violencia basada en género, mostrarla puertas afuera también es una decisión política, puesto que en la mayoría de los casos “es una realidad que queda relegada al ámbito privado”.
Al caer la tarde, cerca de las 18.00, las mujeres empezaron a llegar al lugar. Eran diversas, de todas las edades, la inmensa mayoría jóvenes. Algunas vestidas, otras con menos ropa, representaron la violencia en sus cuerpos. “Nos acostamos en el pasto; algunas fuimos embolsadas por los varones que se sumaron a la intervención”. Todas tenían marcas en la piel, producidas por maquilladoras profesionales “que pusieron sus manos y sus materiales al servicio de la causa”.
Durante una hora yacieron en el piso encarnando a las mujeres que fueron asesinadas en 2018 en delitos de género. “Mientras, los participantes varones pretendían que nada pasaba: charlaban entre nuestros cuerpos a las risas y se sacaban selfies. Era una forma de exacerbar su masculinidad”.
El silencio y el respeto caracterizó la jornada. Muchas personas que recorrían el lugar se acercaron para sumarse al evento; muchos estaban visiblemente conmovidos. “Algunas compañeras se sintieron muy movilizadas cuando al final, en la lectura de la proclama, mucha gente que se había acercado, y a la que le habíamos entregado el material, leyó la proclama con mucha fuerza junto a nosotras”.
Cuentan que fue una experiencia muy removedora. “Hubo muchos sentimientos mezclados: dolor de ver a nuestras compañeras en esa situación y de ponerse en la piel de aquellas mujeres que realmente atravesaron por eso y que hoy ya no están”. Los cuerpos inertes aportaron a la reflexión. “Pequeños detalles o cotidianidades, como ver los pies con las uñas pintadas, ahora inmóviles, o ver las caras de las mujeres que hacía un rato charlaban y se reían llenas de vida también detenidas en el tiempo provocaron la sensibilización de las personas”.
Los varones que participaron en la intervención también generaron reacciones. “Rabia e impotencia debido a la ignorancia y a la burla que representaron, eso era lo que queríamos transmitir de parte de ellos”.
Según la organizadora, “la violencia de género es una realidad que elegimos no ver”, por eso destacó la importancia de generar empatía en la gente y dijo que “ese fue el motor de la intervención”. “Nos siguen matando y la gente mira para el costado”. Resaltó también que se trata de humanizar este fenómeno. “No es sólo gritar que no nos olvidamos de ninguna. Quisimos materializar que, si bien las estadísticas son importantes para comprender los fenómenos, no podemos olvidar nunca que detrás de cada femicidio hay una mujer como todas nosotras”.
El caso argentino
Lucía Pérez fue violada y torturada hasta la muerte en octubre de 2016 en Argentina. Los femicidas, tres hombres, fueron absueltos por la Justicia. No hay responsables de este homicidio, que provocó el primer paro nacional de mujeres en Argentina.
Expresión Mole es un colectivo de teatro físico y danza aérea que en la marcha contra la Justicia patriarcal hacia Plaza de Mayo por el caso de Lucía Pérez copó un edificio con cuerpos embolsados. Fueron cinco mujeres en bolsas plásticas transparentes, porque muchas veces "así aparecen las mujeres que son víctimas de la violencia basada en género", según las artistas argentinas.
Las mujeres embolsadas se colgaron desnudas de las rejas del edificio y permanecieron allí por dos horas ante la mirada y la compañía de muchas mujeres y varones que participaron en la marcha. En Argentina una mujer es asesinada cada 32 horas.