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Esta nota fue publicada originalmente en Cosecha Roja.
Varios casos de abuso policial se reportaron desde los primeros días de movilizaciones, en particular desde que se decretó el estado de excepción. Agrupaciones feministas encendieron alertas por la vulnerabilidad en que se encuentran estudiantes, pobladoras e inmigrantes. El Desconcierto recogió el testimonio de algunas de las víctimas.
A las 16.30 del sábado, Pamela Maldonado (31) estaba junto a su padre y algunos vecinos en medio del caceroleo, a pocos metros de su departamento en la comuna de Santiago. El ambiente se veía tranquilo en el sector de San Isidro. Inspeccionó la calle con una mirada rápida. Nada. Todo se veía muy normal. Subió al baño y regresó un par de minutos después. Abajo se encontró con una imagen que la dejó paralizada: una turba de fuerzas especiales rodeó a su padre. Eran más de diez, lo acorralaron en un círculo y empezaron a patearlo.
–Les pedí que por favor pararan, porque mi papá es diabético; tiene 60 años y lo podían matar, pero me empujaron con los escudos y no pude alcanzarlo –recuerda.
A Pamela, entre codazos, la azotaron contra una pared, mientras no podía ver qué pasaba dentro del carro policial. Ella les gritó que dónde se llevaban a su padre y le contestaron que a la Tercera Comisaría de Santiago. Recuerda que un carabinero de apellido Gallardo –que se logra ver en unos de los videos que grabó– le enterró el puño en la espalda y también la metió al furgón.
Adentro vio a su padre con la nariz ensangrentada. Apenas podía respirar. Pamela quedó en shock. También pudo ver a otros detenidos, golpeados, en muy malas condiciones. Un segundo policía le puso esposas a su padre y las apretó de manera intencional.
Los que siguieron fueron momentos de pavor. Rumbo a la comisaría, un carabinero comenzó a provocar a los detenidos, gritando contra los mapuches, “que odiaba a los comunistas”, e incluso amenazó a Pamela con agredirla sexualmente.
–¡A ver si te gusta por el culo! –le dijo para asustarla.
A esas alturas, ella no podía creer los que estaba pasando. Sólo abrazó a su padre para que no volvieran a golpearlo.
–Después subieron a un tipo ensangrentado que gritaba por el dolor en los riñones; en la constatación de lesiones supimos que era VIH positivo. En un momento pedí que me dejaran limpiarle la cara a mi papá con una botella de agua. Ellos lo hicieron, pero lo ahogaban con la mezcla de agua y sangre. Era una tortura –recuerda nerviosa.
Después de pasar por el consultorio para la constatación de lesiones, los llevaron hasta la Tercera Comisaría de Santiago. Una vez en la celda, vio cómo Carabineros traía a un fotógrafo: ya lo habían herido, pero lo volvieron a golpear y sólo se detuvieron cuando intervino un abogado del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).
Los encerraron en celdas improvisadas, les negaron las frazadas. Pasaron frío y debieron soportar burlas de los mismos carabineros al reclamar por los baños inundados y llenos de heces.
A las 12.30 de la noche los soltaron. Con la poca ropa que les quedaba caminaron desde la calle San Martín hasta su hogar.
–Es de no creer, y lo que sigue será una demanda. No podemos permitir que esto siga pasando. Lo que nos hicieron es completamente ilegal –dice Pamela antes de terminar la entrevista.
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Constanza Acuña (29) trabaja en servicio al cliente de un supermercado del sector oriente y vive en la calle San Martín. El sábado, cerca de las ocho de la tarde, bajó del cuarto piso de su edificio para participar en los cacerolazos. Hasta las nueve era una manifestación ciudadana tranquila. Ella y su pololo estaban contentos.
Repentinamente, un piquete de las fuerzas especiales llegó al lugar. A la distancia, Constanza vio cómo un grupo de carabineros empezaba a correr hacia ellos. Recuerda que en ningún momento sus vecinos los atacaron. No hubo provocación.
Las personas increparon a los carabineros por el uso desmedido de la fuerza, pero no se detuvieron en su actitud violenta. Constanza, su pareja y cinco vecinos corrieron en dirección a su edificio. Alcanzaron a entrar, pero un grupo de fuerzas especiales pateó la reja, entró y persiguió a todos en las escaleras. Los rodearon en el cuarto piso. A su pareja y a su vecino se los llevaron detenidos y quedaron las mujeres solas.
–Golpearon a mi vecina con una luma en las piernas. A mí me tiraron por las escaleras, me quitaron el teléfono de las manos y, cuando los enfrenté, uno de los uniformados me apretó el cuello –recuerda.
Constanza debió atenderse en la Posta Central por los golpes recibidos y aún le cuesta tragar. Sigue asustada por la violencia que le tocó experimentar y tiene claras muestras de shock postraumático.
–No entiendo qué paso. No he podido dormir, tengo miedo de que puedan venir a buscarme. Tampoco entiendo cómo pudieron llegar al punto de entrar a nuestra casa –dice nerviosa.
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Entre las cifras que entregó el INDH tras las jornadas de protestas del domingo, contabilizó 283 personas detenidas (de ese grupo 61 son mujeres), 44 heridos y nueve personas que fueron desnudadas en procedimientos policiales. Todo esto ocurrió entre las comunas de Santiago, Maipú, Iquique, Antofagasta, Coquimbo, Valparaíso, Talca, Concepción, Valdivia, Temuco, Puerto Montt y Punta Arenas.
La mayoría acusó el uso desmedido de la fuerza en el momento de la detención, además de detenciones a niños/as, malos tratos, golpes en rostros y muslos, torturas y vejaciones sexuales, entre otras vulneraciones.
Silvana del Valle, abogada de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, explica que la violencia político-sexual ha sido un continuo en nuestro país y en toda la región durante las últimas décadas, dado que los aparatos policiales siempre han sido educados para ser dispositivos patriarcales. Dice que eso es algo que resuena durante la dictadura en Chile y luego, en el período posdictatorial, como una característica muy marcada de las policías.
–Veían y ven con especial molestia la participación de las mujeres en movimientos sociales. La violencia que se dirige hacia ellas es específica, porque existe una molestia mayor y un intento de quitarla de los espacios públicos, por ende se traduce en violencia concretamente de orden sexual –aclara.
Dice que las mujeres detenidas estos días se encuentran en especial vulnerabilidad. Recuerda cómo en la época de las movilizaciones estudiantiles hubo ordenes específicas a las fuerzas especiales de Carabineros de levantarles las faldas a las escolares, y también se vio que cuando las adolescentes eran detenidas se las tomaba de los senos o de los genitales y luego, cuando llegaban a los cuarteles, se denunciaron desnudamientos, malos tratos e insultos relacionados con su libertad sexual, al igual que los casos que se están conociendo estos días.
La abogada sostuvo que también hay que tener especial consideración con las mujeres migrantes, que vienen saliendo de situaciones violentas en sus países de origen, sumado a la barrera idiomática (en el caso de las haitianas), lo que genera una mayor dificultad para poder resguardar sus derechos.
–Otra arista que no estamos considerando es que en este momento las policías están preocupadas por resguardar la propiedad privada. Hoy las mujeres que son y serán víctimas de violencia no están teniendo los servicios que el Estado debe proporcionar para prevenir y sancionar la violencia contra las mujeres. Me refiero a que si tú llamas a una comisaría el día de hoy para denunciar cualquier tipo de agresión de género, no se tendrá una respuesta positiva –concluye.
Felipe (29 años, pidió no mencionar su apellido) cuenta que el sábado, cerca de las siete de la tarde, iba llegando a Avenida Uno Norte, cruzando por el puente que está a la altura de Libertad, en Viña del Mar, cuando vio un grupo de personas manifestándose. Intentaban defenderse de los carabineros.
Sacó su celular para registrar el momento y logró fotografiar cómo las fuerzas especiales de Carabineros arrastraban a una joven para luego encerrarla en la maletera del vehículo policial (las fotos y videos se dieron a conocer en las redes sociales).
–No era sólo ella, había una persona más que se habían llevado en la maletera. Fue otra testigo quien pudo grabar el video en el que se ve la placa del vehículo y cómo, entre cuatro carabineros, las empujan hasta el auto; al ver eso quedé muy preocupado por la vulnerabilidad que tenemos en este momento las personas, pese a nuestro derecho a manifestarnos y con el marco de impunidad que está operando Carabineros de Chile –comenta.
La imagen fue viralizada además por la Red contra la Violencia hacia las Mujeres en su cuenta de Twitter, mientras que desde la organización comentan que están buscando más antecedentes de la víctima.