¿A quién cuido? ¿Quién me cuida? ¿Cómo cuidamos? Son tres pilares que se suman a las tres “R”: Reconocimiento, Reducción y Redistribución del trabajo de cuidados, para analizar cómo se desarrolla este trabajo, culturalmente asignado a las mujeres, por eso históricamente no remunerado, y, por ende, invisibilizado.

Con esta caracterización, podríamos decir, grosso modo, que en Uruguay una mitad de la población cuida a la otra, pero como empleo formal remunerado hay solo 3948 asistentes personales que cuidan y unas 80.000 familias son cuidadas (o, en términos mercantiles, “se benefician” de este servicio) bajo el Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC).

Hace unos días se realizó en Montevideo el seminario “Miradas sobre la política de cuidados” de la Red Académica de Cuidados, donde se expusieron distintas perspectivas en torno a cuidados no remunerados y corresponsabilidad; formación, roles y servicios en los cuidados remunerados, e infancia y dependencia.

El enfoque de las “tres R”

  • Reconocimiento del trabajo de cuidados no remunerado.
  • Reducción de este trabajo desarrollando servicios o prestaciones para el cuidado (licencias y medidas de corresponsabilidad en las empresas).
  • Redistribución del trabajo de cuidados no remunerado entre varones y mujeres.

Al cierre del seminario, la directora regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, María Noel Vaeza, se manifestó “orgullosa” como uruguaya por el sistema de cuidados que se implementa en el país desde hace cuatro años, y dijo que la “prioridad número uno” que marcará en el organismo regional será “concientizar” a los gobiernos de otros países –como México, Panamá, Colombia y Chile– sobre las buenas políticas públicas que abarca el sistema.

Vaeza recordó que la baja participación económica de las mujeres en la región sigue marcada por las tareas de cuidados: “Este es el principal bloqueo para que las mujeres no puedan salir a trabajar: ¿con quién dejan a sus niños o mayores a cargo?”.

Por eso la agencia de la ONU caracteriza al SNIC de Uruguay como “una oportunidad para el empoderamiento económico de las mujeres”. “Los cuidados son la base del sistema capitalista. Si no, no se puede salir a trabajar”, dijo Vaeza, quien valoró el trabajo en red que desarrollan investigadoras uruguayas para sumar argumentos que permitan “entusiasmar” a los gobiernos y a las empresas en apostar a la remuneración del trabajo de cuidados y en incorporar esta dimensión al mercado laboral, tanto como una profesión reconocida, como a nivel de licencias maternales y paternales.

Soledad Salvador, economista de CIEDUR y consultora a cargo del informe presentado el martes pasado, que sintetiza los impactos, alcances y desafíos del SNIC, dijo que las Encuestas del Uso del Tiempo (realizadas en 2007 y 2013) sirvieron para impulsar el reconocimiento del trabajo de cuidados en ámbitos como las negociaciones colectivas y de formación profesional, pero es necesario relevar cada cinco años los impactos del SNIC, por ejemplo a través de nuevas encuestas.

Desafíos

“El programa de formación de asistentes personales debería seguir desarrollándose, pero no alcanza para reconocer el trabajo no remunerado”, dijo Salvador. Para generar condiciones de trabajo decentes hace falta formalizar, mejorar remuneraciones y regularizar la situación de unas 57.000 trabajadoras de cuidados que tienen bajos salarios y precariedad laboral. También realizan su trabajo en domicilios particulares y su nivel educativo es muy bajo, además de que la mitad no están registradas en la seguridad social.

Se ha conformado el Sindicato Único de Asistentes Personales (SUAP), que se integró al PIT-CNT, pero aún “no tienen un ámbito de negociación colectiva porque se hace difícil encontrar una contraparte que represente al sector empleador”, dice el informe.

En la venidera reforma de la seguridad social, Salvador propone incorporar a los cuidados como un “riesgo” posible (como se considera cubrir el “riesgo de desocupación”): “pensar que, en algún momento, la persona se tiene que retirar del trabajo remunerado para cuidar”, y ese tiempo debe ser cubierto económicamente.

Algunas políticas implementadas

  • Personas con dependencia severa: se implementaron servicios de cuidados específicos.
  • Residenciales de larga estadía: regulación y plan de mejora de la calidad. Hace tres años existían 18 centros habilitados, hoy 300 (en habilitación o en proceso).
  • Red Académica de Cuidados: creada en 2017. Compuesta por Udelar, UTE, ORT, Universidad de Montevideo y centros privados de investigación. Masa crítica que aporta a la producción del conocimiento científico; propone debates en la sociedad, provoca encuentros para cruzar saberes y perspectivas.

Otros desafíos son: lograr la inclusión educativa de niñas y niños con dependencia severa; tener criterios comunes de calidad en centros de cuidado infantil de INAU, MEC y ANEP; extender la jornada u ofrecer servicios a contrahorario escolar, multiplicando los centros Siempre (para hijas e hijos de afiliados a sindicatos y empresas), centros de día o espacios de cuidado para hijas e hijos de estudiantes de enseñanza media. Y, sobre todo, que las iniciativas estén basadas en las necesidades de cada territorio, con una clara apuesta por la igualdad.

El futuro del trabajo

En la centralidad de “liberar” a la mujer (de tareas de cuidados) para que pueda entrar al mercado de trabajo, cabe preguntar: ¿qué pasa si no quedamos a cargo de nada, para disfrutar de un tiempo ocioso-recreativo, el famoso y desconocido “tiempo para una”?

En el futuro, el trabajo de cuidados seguirá vigente, por más aplicaciones y botones de línea roja que se activen. No hay automatización que reemplace el cambio de pañal, el abrazo, la salida a la rambla, lo que puede un cuerpo feminizado cuando cuida.

Ante la llegada del nuevo gobierno, algunas asistentes personales tienen temor de perder ese puesto laboral, que para muchas significó la primera vez que cobraron un salario formal por cuidar.

Con Julio Bango, secretario nacional de Cuidados

Bango está satisfecho por lo logrado en sólo cuatro años de haber puesto en marcha el Sistema Nacional Integrado de Cuidados. Dice a la diaria que lograron los objetivos que se habían propuesto; en especial, comenzar a implantar una nueva política pública en Uruguay, “el cuarto pilar del sistema de protección social del Uruguay”, como lo llama. En el siglo XX, la protección social en nuestro país “se armó sobre la base del sistema educativo, de salud y seguridad social; el pilar de los cuidados es muy relevante porque viene a romper o a intentar colaborar con cambiar la división sexual del trabajo”.

Entre los logros, el jerarca destaca la ampliación de los servicios de cuidados para la primera infancia (0 a 3 años). De esta manera, dice Bango, “hemos liberado el tiempo de cuidado de un montón de mujeres, sobre todo de aquellas que son jefas de hogar, que les permite ingresar a empleos, mejorar los ingresos y, por lo tanto, mejorar las condiciones de vida de esos hogares”.

El secretario del SNIC reconoce que la tarea de cuidados “cae sobre la responsabilidad de las mujeres dentro de las familias y esto genera inequidad de oportunidades para hacer su vida, para salir a trabajar, para participar en política, o en lo que quieran hacer con su tiempo”. Por eso, no está de más recordar que “uno de los aspectos centrales de la política de cuidados es el cambio cultural, es propiciar las condiciones materiales para que la igualdad de género se efectivice. Desde ese punto de vista estamos muy contentos porque vamos logrando las metas que nos propusimos”, insiste.

El 65% del presupuesto del SNIC está destinado a primera infancia y, en materia de servicios, Bango afirma que se ha hecho “la inversión más grande en la historia de la primera infancia” en un quinquenio en el Uruguay. “Vamos a ser el primer país en la región en universalizar los servicios para niñas y niños de 3 años” y en cubrir más de 60% para quienes tienen menos de dos años de edad.

Para él, estos y otros resultados aportarán a la “marca país” de Uruguay como parte de la agenda de derechos.

Bango dijo que “la discusión sobre el futuro de los cuidados es económica”. El SNIC fue el buque insignia en la campaña presidencial de 2014, pero la asignación presupuestal ha estado siempre en juego y sufrió recortes respecto de lo esperado.

Hay incertidumbre en cuanto a las prospectivas que puede hacer con la llegada del nuevo gobierno. Respecto a la transición, el jerarca actual dice que “cuando se reducen recursos hay que salir con capacidad de innovación, con seriedad y profesionalidad”. Considera que más que la cuestión presupuestal, lo más correcto es hablar del financiamiento. “La discusión que tiene que dar la sociedad uruguaya es, con este gobierno que viene o con cualquier otro, cómo quiere resolver ese déficit social que hay de los cuidados”.

Probablemente, el próximo gobierno inicie un debate sobre la reforma de la seguridad social. “Antes de hablar de los instrumentos o si de aumentamos la edad de retiro, podríamos aprovechar la oportunidad para discutir qué modelo de protección de la vejez queremos para la sociedad uruguaya. Y eso involucra todo el sistema de seguridad social, de jubilaciones, pero también el sistema de cuidados”.

Los cuidados en números

  • 3.948 asistentes personales integran SNIC: el 94% son mujeres.
  • El 64% del tiempo de las mujeres está destinado al trabajo no remunerado y un tercio para el trabajo remunerado. En los varones el uso del tiempo es a la inversa.
  • 22.368 mujeres podrían acceder al mercado de trabajo si contaran con servicio de cuidados para menores de 12 años.
  • Costo/Beneficio: el costo del financiamiento del SNIC es reducido en relación al impacto que tiene la política pública. “Con 0,2% del PIB se han logrado cambiar vidas”, dijo Soledad Salvador. Los servicios de trabajo no remunerado contribuyen 22,9% al PIB de Uruguay.

No es viable pensar, por mejor que esté un país desde el punto de vista económico, que una política de cuidados se pueda financiar solamente con la contribución de rentas generales. “Entonces, hay que discutir si la sociedad entiende que corresponde aportar de alguna manera para financiar una política universal de cuidados, porque es una cuestión de todas las familias del Uruguay, no importa si están bajo la línea de pobreza o sobre la línea de riqueza. Merece una discusión de cómo la sociedad responde a este desafío, así como en el siglo XX respondió al desafío de la seguridad social, de la educación o de la salud. Creo que hemos logrado instalar eso como una reflexión a resolver en el futuro inmediato”.

Para pensar en esa proyección de financiamiento aparece el debate sobre una posible asociación público-privada. Al respecto, Bango dice que han hecho varias investigaciones acerca de cómo se financia la política de cuidados en el mundo.

Existen distintos sistemas: sistemas de seguro privado, que no han funcionado, porque los terminan pagando sólo los que tienen plata, pero el Estado, si quiere llegar a todos, tiene que subsidiar a la gente que no puede pagarse ese seguro. Después hay otros modelos de contribución pública en que el Estado se hace cargo. Y hay otros que son mixtos; hay contribuciones de la sociedad y del Estado. Por ahí oscilan los modelos y mecanismos de financiamiento, sobre todo en Europa, en los países más desarrollados.

“Las opciones están arriba de la mesa, lo que hay que hacer es ver cuál es la mejor para el Uruguay y cuál es la decisión de una sociedad de para dónde quiere ir. En ese caso, el gobierno representa la sociedad. Y estamos muy expectantes de ver cuáles son las propuestas que tiene el gobierno entrante al respecto”, concluyó el director del SNIC.