Cada 8M es un hecho político. Cientos de miles de mujeres se nuclearon para marchar, tanto en Montevideo como en otras capitales departamentales del país. Fueron muchas, y muy diversas. También faltaron otras tantas, que por diversos motivos no pudieron acompañar la movilización. Tal es el caso de las mujeres que están desaparecidas en Uruguay.

La cuestión de la desaparición de mujeres no está en la agenda pública. Sin embargo, en Uruguay son varias las mujeres –la mayoría jóvenes de contextos socioeconómicos vulnerados– que están desaparecidas. O que fueron desaparecidas.

Uno de los días en que este tema está sobre la mesa es en el marco del Día Mundial contra la Trata de Personas, porque algunos colectivos feministas entienden que muchas mujeres son desaparecidas por redes de trata con fines de explotación sexual.

El Encuentro de Feministas Diversas (EFD), a través del proyecto Desaparecidas, es uno de los colectivos que trabaja en la visibilización de la desaparición de mujeres. En la marcha por el 8 de marzo desplegaron una pancarta de tela bordada con las caras de algunas de las mujeres desaparecidas, para que justamente “pudieran estar en la marcha”. Minutos antes de marchar, Florencia Buslón, Inés Nogueiras y Natalia Vera conversaron con la diaria.

“El objetivo principal de nuestra colectiva es la visibilización de un tema que no está presente en los medios, por eso este tipo de intervenciones”, explicó una de las “feministas diversas”.

En el seno del EFD surgió un club de bordado. “Es un espacio para juntarnos y compartir tiempo dedicadas al bordado como una vía de expresión más, que tiene el poder de lo artesanal y del significado que ha tenido para la historia de las mujeres”.

El 8M del año pasado hicieron una pancarta con el lema “Juntas somos poderosas” en la que cada letra estuvo a cargo de una integrante. Además, se bordaron letras en otros países y se enviaron por correo para el armado.

Para este año, desde el proyecto Desaparecidas propusieron que la pancarta “fuera un recordatorio de las mujeres que hoy no están y de cuya desaparición no tenemos respuesta”, y seleccionaron a nueve mujeres que están siendo buscadas, algunas desde hace muchos años, otras que desaparecieron el año pasado, “como símbolo de una realidad que no tiene mucha difusión”.

Cada rostro está bordado sobre un lienzo que está confeccionado con “pañuelos de hombre”. Una diseñadora de la colectiva creó los retratos a partir de las fotos de búsqueda que comparten habitualmente en sus redes sociales. Las integrantes del club de bordado, que están radicadas en Montevideo, en el interior y en Argentina, se repartieron los retratos para bordar y se juntaron para coser entre todas los pañuelos que arman la pancarta. “Fue un proceso muy intenso para quienes pusimos las puntadas de cada rostro sobre la tela”, comentaron.

El último pañuelo reclama que “El Estado es responsable” de dar respuestas, de activar la búsqueda y de no ser omiso ante la realidad de la trata de personas con fines de explotación sexual, de la que muchas de estas desaparecidas son víctimas.

Una realidad invisible

El número de mujeres desaparecidas en Uruguay cambia todo el tiempo. Uno de los últimos relevamientos que hizo el colectivo, a través de la información aportada por la página web Personas ausentes del Ministerio del Interior y el grupo de Facebook “Personas desaparecidas en Uruguay”, da cuenta de que se desconoce el paradero de al menos 72 mujeres.

El proyecto Desaparecidas del EFD tiene el objetivo de visibilizar estos casos, concientizando sobre la trata de personas y con el fin de compartir herramientas con las familias para que puedan denunciar estos casos. Desde la coordinación de la organización trabajan en el contacto directo con las familias y realizan intervenciones con el fin de poner esta problemática en la agenda política.

“En Desaparecidas reconocemos la necesidad de aprender sobre este tema tan complejo y con tantas aristas, reuniendo toda la información posible y colectivizándola, para tomar conciencia colectiva de lo que viven las víctimas y sus familiares”.

Reafirman la idea de que son “desaparecidas”. “Creemos que son desaparecidas y no ausentes, como les llama el Estado, porque creemos que hay un carácter político en estos hechos y que el Estado, por omisión o inoperancia, es responsable”.

Consideran que las políticas de búsqueda de personas desaparecidas no tienen una perspectiva de género. “Para empezar, la página Personas ausentes no discrimina entre desapariciones de varones y de mujeres. Tampoco se reconoce la realidad de la trata de personas con fines de explotación sexual ni hay políticas específicas para luchar contra este delito de lesa humanidad. La trata de personas no funcionaría sin la complicidad estatal”. Cuentan que en el contacto con las familias de las desaparecidas “han sido testigos de la inacción del Estado para la búsqueda de estas jóvenes, que tras realizar la denuncia quedan desamparadas”.

Minutos antes de marchar, recibieron la noticia de que Catherine, una de las mujeres desaparecidas cuyo rostro está en la pancarta, apareció y ya está con su familia. Y el resto, ¿dónde están?