“¡Arriba las que filman!” es la frase que tienen escrita en las remeras. La estampa –que ya es consigna– es un genérico: incluye a las que dirigen, producen, escriben guiones, hacen los montajes, se encargan del sonido, trabajan en la música, están a cargo de la dirección de fotografía o de arte, se dedican al vestuario, entre otros roles. A las trabajadoras profesionales y a las estudiantes. En definitiva, a las que inciden en la producción audiovisual y también cuentan las historias.
Todas integran Mujeres Audiovisuales Uruguay (MAU), un colectivo que nació en enero de 2019 para promover la igualdad de oportunidades en el sector, terminar con la violencia machista en este ámbito específico y “fomentar contenidos que ofrezcan miradas diversas y puntos de vista plurales e igualitarios”.
Parte del trabajo que empezaron en aquel entonces vio la luz hace unas semanas en el Espacio Feminista Las Pioneras, donde presentaron ¿Quiénes cuentan las historias?, un libro que analiza la participación de las mujeres en el sector cinematográfico uruguayo entre 2008 –año en que se aprobó la Ley de Cine– y 2018. El estudio fue realizado por integrantes de MAU con el apoyo de la oficina Montevideo Audiovisual de la Intendencia de Montevideo (IM) y el Instituto de Cine y Audiovisual del Uruguay (ICAU).
La investigación examina la presencia de mujeres en la producción de los largometrajes estrenados durante esa década y en los proyectos postulantes y ganadores de los fondos de fomento.
El resultado es una serie de datos concretos que revelan que, al igual que las trabajadoras de otros sectores, las mujeres del audiovisual enfrentan desigualdades y están subrepresentadas en puestos de mayor toma de decisiones, incidencia creativa o mejor pagos.
El estudio refiere al género de las personas en base al sexo (hombres y mujeres) porque la información recabada sólo identificaba los nombres de quienes ocuparon los cargos durante esos diez años, aclararon las responsables. Por lo tanto, no tiene en cuenta las distintas orientaciones sexuales, identidades de género o categorías no binarias.
El objetivo de MAU es que esta publicación sea una herramienta para desarrollar acciones que promuevan una mejora de la situación de las mujeres de la industria audiovisual, orienten a la construcción de política pública para acortar las brechas y definan el camino hacia “un cine más plural”.
“¿Para qué necesitamos tener cifras en la cultura para demostrar lo que está absolutamente a la vista? ¿Para qué necesitamos que los organismos que hacen las políticas entiendan que hay que generar espacios para la participación de las mujeres porque no estamos teniendo el acceso a los lugares, a los premios, a la visibilidad y a la representación de nuestra voz? ¿Por qué es necesario?”, se preguntó Pepi Gonçalvez, productora cinematográfica e integrante de MAU, durante la presentación del libro. “Es un poco parte de un espíritu tecnócrata que nos invade”, respondió. “Tenemos dos opciones: una es directamente quemar la pradera y la segunda es esta, que es hacer nosotras mismas los números para demostrarles a las instituciones que durante todos estos años han incumplido los tratados internacionales de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, que hemos firmado alegremente pero misteriosamente en el área de cultura no nos hemos preocupado de cumplir”.
Gonçalvez dijo que las cifras que surgieron del estudio “no deberían nunca haber sido una iniciativa de un equipo de voluntarias, sino que tendría que haber sido la consecuencia natural de una preocupación del sector cultural en saber cuál es la condición de las mujeres dentro de sus actividades”. Ahora no hay excusas para poner manos a la obra, porque “la información está a la vista”.
Las mujeres en segundo plano
El estudio se basó en todos los largometrajes de más de 60 minutos estrenados en territorio uruguayo entre 2008 y 2018, lo cual constituye un universo de 209 películas. Los roles que se analizaron son los que lideran un área artístico-creativa dentro de las producciones audiovisuales: dirección, guion, producción, dirección de fotografía, dirección de arte, vestuario, sonido, montaje, posproducción de sonido y música.
Durante la década relevada, esos roles se distribuyeron en un total de 1.819 puestos de trabajo. Un primer resultado de la investigación muestra que las mujeres ocuparon apenas 16,4% de esos puestos laborales (298), mientras que 65,1% fueron ocupados por hombres (1.185).
En términos comparativos, la mayoría de los roles analizados están “ampliamente masculinizados”. En ese sentido, llama la atención el de sonido, que fue ocupado sólo por 1% de mujeres en estos diez años. Otros cargos masculinizados son el de música (ocupado por 4,9% de mujeres), dirección de fotografía (11,2%), montaje (14,4%) y guion (15,9%). Por otra parte, producción y dirección de arte aparecen como roles en los que la participación de mujeres y hombres es más equitativa.
En el único caso que se observa mayor presencia de mujeres es en vestuario, con 70,5% de representatividad. “Ahí se refleja la división sexual tradicional del trabajo, en donde hay ciertos roles que se asignan o se relacionan mucho más con el desempeño de las mujeres y otros que se relacionan mucho más con el desempeño de los hombres”, explicó Noelia Torres, integrante de MAU. “En el caso de vestuario, está esa idea de que la parte estética siempre es un rol mucho más afiliado con las mujeres”.
Torres se detuvo en el rol de dirección, ya que los resultados muestran que sólo tres de cada diez películas fueron dirigidas por mujeres en el período estudiado. “A veces lo que se puede llegar a pensar es que en los últimos diez años hay más mujeres dirigiendo y es verdad, pero también hay más hombres dirigiendo y hay más proyectos haciéndose”, especificó Torres, entonces “no podemos decir que en los últimos años hay más mujeres en dirección”. Agregó como dato curioso que el año que tuvo más mujeres como directoras de proyectos fue 2008, que es “el primer año relevado y el más lejano en el tiempo”.
Por otro lado, la representante de MAU dijo que otra de las ideas que podría surgir al observar la información es que faltan mujeres técnicas, pese a que la realidad es distinta. “En MAU tenemos muchísimas compañeras que están especializadas en esas áreas, entonces habría que empezar a mirar cómo se conforman los distintos equipos que trabajan dentro del cine y el audiovisual, porque muchas veces en esos equipos hay muchas mujeres haciendo tareas de asistencia, pero es más difícil encontrarlas desarrollando tareas dentro de la cabeza de equipo”, explicó la referente. “Ahí hay una brecha que dificulta a las mujeres llegar a esos puestos que son de mayor toma de decisiones y mayor incidencia creativa, además de puestos de trabajo que son más pagos que los de asistencia”, agregó.
Una de las recomendaciones que propone el colectivo para revertir las desigualdades en este caso es que en los rodajes se tenga como objetivo la conformación de equipos paritarios. Esto también se puede promover desde las políticas públicas, dijo Torres, a través, por ejemplo, de un sistema que a la hora de asignar fondos de financiamiento otorgue “puntos extra a los proyectos que tienen equipos paritarios o si tienen a mujeres en alguno de los roles cabeza de equipo”.
Falta de incentivos
“La producción audiovisual supone costos muy altos, lo que exige la financiación de los proyectos a través de diferentes medios, siendo los fondos de fomento gestionados por los organismos públicos, a través de distintas convocatorias, las herramientas imprescindibles para poder costear parte de las producciones nacionales”. Así comienza el capítulo dedicado a los fondos de fomento, que analiza las postulaciones al Fondo de Fomento Cinematográfico y Audiovisual del ICAU; los fondos Montevideo Socio Audiovisual y Montevideo Filma de la oficina Montevideo Audiovisual de la IM; y el Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional (FONA), también gestionado por la comuna capitalina.
Los resultados señalan que sólo 17,2% de las postulaciones que hubo entre 2008 y 2018 abarcaba proyectos dirigidos por mujeres, una cifra que se reduce aún más en el caso del género de ficción (12%).
Por otra parte, los proyectos ganadores son los que tienen mayormente a hombres en los roles de dirección, producción y guion. A modo de ejemplo: del total de proyectos ganadores, 74% estaban dirigidos por hombres.
Otra de las conclusiones en el análisis de los fondos de fomento es que es en el género documental donde las mujeres mejoran su postulación y también donde resultan más premiadas. Respecto de los roles, es en la producción donde aumentan las postulaciones y la proporción de mujeres premiadas, si bien no superan el 40% en ninguno de los casos. Al mismo tiempo, concluye el texto, “se confirma que las narrativas de mujeres no tienen el mismo éxito en las convocatorias que las escritas por hombres, lo que implica que las historias de las ficciones uruguayas son guionadas en su mayoría por hombres”.
Según Torres, los resultados muestran que también es necesario impulsar medidas afirmativas que permitan incentivar la postulación “de más mujeres o de más proyectos que involucren a mujeres”.
“Son varios los desafíos por delante en función de estos resultados, desde el diseño de medidas focalizadas que estimulen a las mujeres a presentarse a los fondos de fomento y que garanticen su representatividad en la selección, hasta medidas que garanticen la permanencia de las mujeres en el sector, dado que en determinado momento parecería producirse un abandono o expulsión, tal y como se percibe al comparar las postulaciones de mujeres entre las líneas de desarrollo y producción”, resumen las sociólogas Valentina Torre y Natalia Ríos en las reflexiones finales del estudio.
“En este sentido, cabría, a futuro, indagar por qué las mujeres se postulan en menor medida que los hombres, identificar los factores que obstaculizan la participación de las mujeres en las distintas convocatorias limitando su llegada a estas instancias”, agrega, a la vez que hay que ver “cómo inciden en la proyección y en las carreras de las mujeres cineastas los cuidados que históricamente han recaído en las mujeres”.