Ya pasó más de un mes desde que el gobierno decretó la emergencia sanitaria por el coronavirus y, a medida que se extiende la situación de confinamiento voluntario y distanciamiento social, crece la necesidad del contacto físico con los demás. Frente a un virus que tiene una alta transmisibilidad y que se contagia a través de la saliva o las mucosidades del sistema respiratorio, se nos pide que evitemos los besos y los abrazos. Para quienes viven solas y solos, tienen una pareja a distancia o antes de la pandemia empezaban a salir con alguien, el confinamiento implica además la imposibilidad del encuentro sexual, piel con piel, cuerpo a cuerpo, con esa otra u otro.

Las citas ocasionales para tener sexo quedaron canceladas. Los bares y demás lugares de ocio y encuentro social están cerrados o se adaptaron a la modalidad delivery para evitar la propagación del virus, por lo que ni siquiera existe la posibilidad de ese roce espontáneo. Las apps de citas pasaron de ser plataformas para coordinar encuentros a salas de chat para conversaciones subidas de tono. Todo coqueteo por Whatsapp o redes sociales se proyecta hacia un “después” que todavía no tiene fecha.

La buena noticia es que, incluso en la soledad del encierro, hay alternativas para paliar el deseo de estar con otras personas y mantener la vida sexual activa. La principal herramienta a la que apuntan especialistas es el autoerotismo y la masturbación, siempre con el correcto lavado de manos y de los objetos que hayan podido ser utilizados, como celulares, teclados, mouse o juguetes sexuales, incluso si no fueron compartidos. Esta es la recomendación que hace el Departamento de Salud de Nueva York en una guía sobre prácticas sexuales durante la pandemia que se transformó en modelo a seguir para profesionales de la salud sexual de otras partes del mundo.

Una encuesta realizada por la Academia Internacional de Sexología Médica (AISM) a casi 5.200 personas de 50 países entre el 1º y el 15 de abril reveló que la masturbación es la actividad sexual más frecuente durante la cuarentena, tanto en los varones como en las mujeres. “Que haya más tiempo, más disponibilidad y menos sexo coital porque la sexualidad recreativa se ha visto comprometida por el motivo de encierro y menores instancias de sociabilización ha llevado a un mayor ejercicio del autoerotismo”, explicó Santiago Cedrés, sexólogo y presidente de la AISM, a la diaria. La masturbación “siempre es una recomendación de los sexólogos como estrategia de autoconocimiento, autoerotismo y para tener placer”, y cobra particular importancia en un contexto de confinamiento sin una pareja, aseguró.

Para Josefina Melgar, psicóloga, terapeuta sexual e integrante de la Red de Psicólogas Feministas del Uruguay, la etapa de confinamiento puede ser una oportunidad para que las mujeres exploren el autoerotismo y el autoplacer, “que siempre fue y sigue siendo un tema tabú”. “Es sin duda un buen momento para conocerse, conocer nuestro ritmo, nuestra propia respuesta sexual, qué nos gusta y cómo nos gusta, pero no es algo que se promocione demasiado”, dijo a la diaria Melgar, quien también es educadora sexual. Por eso, a la vez, propuso “hacer un arranque progresivo” y buscar información. “Cuando pensamos en la masturbación pensamos en un tipo y ya sabemos cómo lo hacen, porque hasta tenés el gesto incorporado. Ahora, cuando pensamos en una mujer, no sabemos si lo hace y, en caso de hacerlo, cómo lo hace”, dijo la especialista, “porque es una realidad que no todas se tocan”. Lo bueno es que “siempre están a tiempo”, exhortó.

La terapeuta sexual celebró, por otro lado, la diversidad en la oferta de juguetes sexuales, y que hoy en día se puedan pedir por internet y haya envíos a domicilio. “Antes se hablaba mucho del ‘consolador’, ahora creo que ya no tanto. Ha cambiado hasta la forma de nombrar las cosas, y eso me parece que tiene que ver con el trabajo fino de muchos años que ha hecho el feminismo”, aseguró Melgar. “Incluso cambió la forma, porque ahora no todos son fálicos, eso me parece fantástico. Hay más vibrador, juguete para penetración vaginal o anal, está el succionador de clítoris. Hay muchas posibilidades. Es algo súper válido y positivo”, valoró.

Representantes de algunos de los sex shops más conocidos del país aseguraron a la diaria que la venta de juguetes sexuales aumentó considerablemente desde que empezó la emergencia sanitaria. Especialmente las ventas web, que se promueven junto con promociones para facilitar las entregas a domicilio.

En este nuevo contexto, “las mujeres están comprando más que los hombres”, aseguró Andrea, de Boutique Erótica, y contó que lo que más piden son vibradores y estimuladores de clítoris y punto G. También crecieron los pedidos de productos para usar en pareja, algo que la trabajadora atribuye al “aburrimiento de estar en casa, que los hace pensar en experiencias en las que capaz que antes no hubieran pensado”.

Para Lucía, de la tienda Eros, no hay diferencia entre mujeres y hombres: las compras aumentaron de los dos lados, y no sólo en número, sino también en volumen. Lo que sí notó es que hay más personas que consultan por primera vez. “Se animaron a comprar por primera vez y, como esto es casi que un viaje de ida, ahora piden con más frecuencia”, detalló. También dijo que hubo un aumento “impresionante” de las ventas al interior del país.

Del otro lado del celular

De la mano del autoerotismo también se promueve el sexo virtual, una herramienta que han recomendado distintos gobiernos, desde el argentino hasta el irlandés, para que la población pueda disfrutar de la vida sexual sin tener que romper la cuarentena.

Hoy en día la práctica más habitual es el sexting –el intercambio consentido de mensajes, fotos y videos eróticos por internet–, aunque el sexo virtual también puede consistir en llamadas telefónicas o videollamadas. En cualquiera de los casos, el objetivo es alimentar las fantasías, estimular el placer propio y buscar el de la otra persona.

El sexting es seguro porque evita la posibilidad de contagio de cualquier enfermedad transmisible, pero no por eso está exento de riesgos. Si no se respeta la intimidad y el material que se envía en confianza es compartido con otras personas sin autorización puede derivar en una situación de extorsión, ser usado como pornografía sin consentimiento de quienes están involucrados en las imágenes o incluso –si se trata de adolescentes– caer en manos de redes de explotación sexual infantil. Por eso, hay que asegurarse de que todas las partes estén de acuerdo con el intercambio y tengan ganas de mantenerlo, al tiempo que deben tomarse medidas de seguridad (como, por ejemplo, evitar mostrar la cara).

“Ahí también aparecen las desigualdades de los vínculos, porque casi siempre somos las mujeres las expuestas”, aseguró Melgar acerca de los riesgos del coqueteo virtual, aunque reivindicó las “millones de posibilidades” que permiten las herramientas tecnológicas al alejar de la sexualidad los “centrismos” que “no colaboran y frustran”, como “el heterocentrismo, el coitocentrismo y el orgasmocentrismo”. “Nuestra sexualidad está tan centrada en esas cosas que, cuando no hay un otro, cuando no hay posibilidad de tocar al otro o de que el otro me toque a mí nos perdemos un poco”, reflexionó.

La encuesta realizada por la AISM mostró que el sexo virtual es definitivamente la conducta sexual más frecuente de las personas que no tienen pareja conviviente. La segunda, según el estudio, es romper con la cuarentena para tener relaciones sexuales con una pareja o vínculo sexoafectivo no conviviente. Pese a que esto no es lo recomendado, especialistas insisten en que, de hacerlo, se tomen los recaudos sanitarios necesarios. “Si tenés relaciones con una pareja no conviviente, se recomiendan las posturas sexuales de abordaje posterior, para no tener contacto ni con el aliento, ni con la saliva, y para el sexo anal obviamente hay que usar métodos de barrera”, explicó el sexólogo, porque si bien el virus no se transmite por el flujo vaginal o el semen, “sí se puede transmitir por las heces”.

La cuarentena en pareja

“Vos sos tu compañero sexual más seguro”, dice la guía de Nueva York para promover la masturbación en tiempos de pandemia. “El siguiente compañero sexual más seguro”, agrega, “es alguien con quien vivís”.

Esto lleva a la siguiente pregunta: ¿cómo impacta la cuarentena en la salud sexual de quienes viven en pareja? De acuerdo con los resultados de la encuesta de la AISM, la vida sexual de 60% de las parejas cambió “para peor” desde que empezó el confinamiento, una cifra que se eleva a 75% en el caso específico de Uruguay. Uno de los principales problemas es la pérdida del deseo (o deseo sexual hipoactivo).

El sexólogo dijo que desde que se decretó la emergencia sanitaria aumentó el número de consultas que recibe a diario, “porque en la cuarentena uno se expone más a las disfunciones”, y aseguró que la enorme mayoría están vinculadas a la pérdida del deseo: “Es, por lejos, la disfunción sexual más prevalente en Uruguay y en el mundo, tanto en el hombre como en la mujer”.

El impacto psicológico y emocional de la cuarentena se traduce principalmente en ansiedad y estrés, por factores muy diversos como el temor al contagio, el miedo a la muerte propia o de una persona querida, la angustia que provoca no poder encontrarse con familiares y demás vínculos, las consecuencias económicas que puedan surgir o la poca certeza sobre lo que vendrá. Todo esto influye también en cómo se vive la sexualidad, aseguraron tanto Cedrés como Melgar.

¿Qué recomendaciones hacen para que el vínculo de las parejas no se vea afectado? “En primer lugar, siempre que hay una disfunción hay que desdramatizar y no pensar que se termina el mundo o que uno deja de ser sexuado”, dijo Cedrés. “Lo más importante es entender que la estrategia de comunicación con el propio cuerpo y con el cuerpo de mi pareja es fundamental. Capaz que es el momento de experimentar nuevas sensaciones, nuevas zonas, nuevas conductas”, sugirió. En ese sentido, recomendó buscar el goce “con menor contacto de genitales, como para descubrir zonas erógenas nuevas, trabajar las fantasías y aprovechar este momento difícil de encierro como una herramienta para cultivar la creatividad a la hora de lidiar con la sexualidad”. En definitiva, redondeó, “un escenario de cuidado de uno mismo y del otro, en el que haya consentimiento, atención y respeto del nivel de deseo de cada uno”.

Melgar, por su lado, propuso que la pareja busque “sus propios momentos para hacer las actividades que le gusten a cada persona y hacerlo en espacios separados, si es posible, para poder reencontrarse después en un lugar común”. La especialista dijo que otra clave “vital” es permitirse generar el ambiente para la sexualidad. “Si mi casa es un caos, si mi pareja sexual es también con la que convivo para trabajar o si tengo a los gurises todo el día adentro de casa es posible que tenga menos ganas de tener sexo”, recalcó. Por eso recomendó, de vez en cuando, hacer algo distinto: “Quizás esta noche, en vez de cenar en pijama, me pongo un vestido”.

¿Y después de la pandemia?

¿Cómo será el escenario poscoronavirus? ¿Vamos a salir todas y todos del encierro con ganas de tener más sexo, o vamos a sentir la necesidad de generar otro tipo de vínculos afectivos, más allá de lo sexual?

Cedrés no cree que la escena de la vuelta a la “normalidad” sea la de un pueblo intentando ponerse a tiro con la actividad sexual que no tuvo, porque “lo que está pasando con la cuarentena es la pérdida del deseo, que lleva al no ejercicio de la función sexual, entonces cuando uno tiene menos sexo, menos sexo quiere”. Y esto está pasando en personas que viven en pareja y también en personas que no.

A su entender, no hay dudas de que el encuentro afectivo de las personas se reconfigurará. “Vamos a tener que buscar la manera de estrechar lazos aunque tengan que ser sin la cercanía física del aliento con el aliento, aunque los besos sean mucho más selectivos, aunque uno no le dé la mano a todo el mundo, aunque no comparta las rondas de mate con cualquiera. Eso nos va a reconfigurar. Tendremos que buscar la forma de que nos reconfigure sin perder la afectividad”, aseguró.

Melgar considera que “vamos a salir queriendo dar y recibir afecto, y eso se puede traducir en la sexualidad, por supuesto”. “Ojalá que reconsideremos, revaloremos y cambiemos en algo los lazos con los demás. Hay mucha gente que dice ‘ya vamos a volver a la normalidad’, y yo pienso: ‘Ojalá volviéramos a algo mejor’”.

En una nota publicada el 27 de marzo en Infobae, la periodista argentina especializada en género Luciana Peker pronosticó un panorama similar: “El impacto emocional del coronavirus va más allá del doloroso saldo sanitario. El mundo no va a ser igual ni en lo político, ni en lo social, ni en el erotismo en donde el otro aparece como un peligro y, a la vez, como una necesidad, en donde ya la interacción no aparece como un valor que no corre riesgo de pérdida. Los lazos también se van a transformar. Y ojalá se vuelva mejor, con más libertad y más cuidado”.