En el marco de los Juegos Olímpicos de Tokio, que se inauguraron el viernes pasado, ONU Mujeres y el Comité Olímpico Internacional (COI) lanzaron en Argentina una guía para evitar la cobertura deportiva sexista en los medios. El documento, titulado “Perspectiva de género en el periodismo deportivo. Para una información deportiva libre de estereotipos”, tiene como objetivo aportar lineamientos para una cobertura sobre las mujeres en el deporte “con una perspectiva sensible al género, que no las describa desde su aspecto físico, no las sexualice, no las defina en función de sus pares varones, entre otras estrategias”, según introduce el texto.

Se trata de “contribuir con el desarrollo de la cobertura periodística de deportes con una mirada de género e integrar esta mirada para realizar coberturas más justas, más igualitarias y más equitativas con respecto a las mujeres”, explicó a la agencia de noticias Efe Lisa Solmirano, licenciada en Comunicación Social y coordinadora de “Una victoria lleva a la otra”, el programa de ONU Mujeres que confeccionó la guía. Entre los errores más comunes, la experta se refirió a “mencionar aspectos que escapan a lo deportivo”, como “comentarios relacionados con la orientación sexual o con el físico”, o “infantilizarlas” y presentarlas como “las chicas”, por ejemplo. También aseguró que se suele definirlas “en relación a un hombre”, como cuando se describe a una mujer que se destaca en algún deporte como “la Messi de…”.

Una de las premisas en que se basa la guía es que el deporte es uno de los ámbitos más “masculinizados” y que, si bien en otros sectores de la sociedad hubo más “avances” con “respecto a paridad y participación paritaria de mujeres”, “en el deporte estamos bastante más atrás”, alertó Solmirano.

Para la coordinadora, también es importante que tanto quienes ejercen el periodismo como quienes consumen información deportiva sepan que las mujeres parten de “una base que ya es desigual con relación a sus posibilidades de participación en el deporte, de entrenamiento y de dedicación”. Entre otras cosas, mencionó la dificultad que tienen muchas mujeres para combinar la práctica deportiva con las tareas de cuidado, el menor acceso a premios o a becas, así como “menores posibilidades de alcanzar los estándares de entrenamiento que tienen los hombres porque los equipamientos suelen ir para los deportes de varones”.

La guía también incluye un apartado dedicado a las disidencias sexuales y de género, en el entendido de que un periodismo deportivo con enfoque de género “supone el compromiso de reconocer los derechos humanos y las libertades fundamentales, en particular los derechos de todas las personas a vivir una vida plena, independientemente de su orientación sexual, identidad y expresión de género y de la diversidad corporal”.

Ponerse los lentes violetas

¿Qué significa incluir la perspectiva de género en el discurso periodístico deportivo? Antes que nada, implica hacer un tratamiento de la noticia “basado en el derecho a la igualdad entre varones, mujeres y diversidades”, asegura el manual. “La actividad periodística debe estar libre de sexismo y ser respetuosa de los derechos de las personas en la selección, producción y distribución de la información”, señala el texto. En ese sentido, significa “contextualizar la información para explicar las condiciones en las que ese ‘triunfo’, ese ‘resultado’ o esa ‘retribución económica’ han sido posibles”, así como “hacer visibles las condiciones desiguales en las que varones y mujeres practican deportes y compiten”.

Requiere, además, una distribución equitativa en la cobertura de la actividad, generando las mismas condiciones para la publicación de información de deportes protagonizados por varones y por mujeres. No es novedad que, en la mayoría de los medios masivos, se le da poca –o nula– relevancia a las disciplinas deportivas en las que compiten mujeres.

“Se trata de contar las historias de vida y de señalar los obstáculos que el entorno y la cultura deportiva implican para las mujeres. Es necesario mencionar las discriminaciones que padecen para ayudar a comprender la desigualdad que enfrentan para practicar, competir y llegar a ciertos niveles de reconocimiento”, agrega el documento.

Para nivelar la cancha, lo primero a poner en práctica es el uso de un lenguaje no sexista y respetuoso de los derechos de las personas, algo que “garantiza condiciones equitativas en el plano social, político, económico y cultural”. El manual destaca, por ejemplo, que cuando se distingue entre “deporte” y “deporte femenino”, “se está aplicando una óptica sexista que toma como norma que el deporte es practicado por los varones”. De esa manera, el que practican las mujeres queda como “subordinado”, al considerarlo una “excepción”.

Fórmulas a erradicar

La guía señala ejemplos de “marcas de sexismo” usuales en el lenguaje deportivo que hay que erradicar:

  • Nombrar a las mujeres deportistas por su nombre de pila cuando a los varones se los reconoce por el apellido.
  • Referirse a las mujeres como “las chicas”, sea cual sea el deporte, su edad o categoría, lo cual las “desvaloriza mediante el paternalismo y la condescendencia” y “anula las individualidades y sus acciones”.
  • La identificación de una deportista por su relación familiar o afectiva.
  • La designación mediante sustantivos sexuados en masculino para profesionales, deportistas, personal técnico (“la capitán”) o bien añadiendo “femenino” al sustantivo masculino (“árbitro femenino”).
  • Hacer hincapié en cualidades estéticas o referirse a las deportistas mujeres como objeto sexual.
  • Epítetos y expresiones condescendientes (ejemplo que plantea la guía: “Las integrantes del equipo de fútbol sin miedo a romperse una pierna en un encontronazo”).
  • Uso de términos sexuados en masculino para hablar de mujeres y hombres. Un clásico ejemplo: hablar de “los deportistas” para referirse a deportistas mujeres y hombres, algo que “invisibiliza a las mujeres de esos colectivos, convierte en androcéntricos el lenguaje y el pensamiento, refuerza las relaciones de identidad y semejanza masculinas y naturaliza el derecho masculino a ocupar en exclusiva el espacio simbólico”.
  • Mirada androcéntrica (como el ejemplo de “la Messi femenina”), que plantea como referente universal en deporte al varón.
  • La respuesta es el empleo de un lenguaje no sexista, que busque alternativas inclusivas de todas las identidades. Un consejo que aparece en el documento es el uso de términos genéricos (“personas que practican deportes” en lugar de “los deportistas”), abstractos (“la dirección técnica” y no “los directores técnicos”) o colectivos (“comunidad deportiva” en vez de “los deportistas”). También se aconseja reemplazar artículos por “quien” o “quienes” (“quienes quieran participar” y no “los que quieran participar”) o, directamente, eliminar los artículos cuando sea posible (“dirigido a deportistas” y no “a los deportistas”, por ejemplo).

Las recomendaciones

En base a todo a lo anterior, ONU Mujeres y el COI proponen diez recomendaciones para lograr una cobertura deportiva igualitaria:

1) Contextualizar la nota deportiva para que se comprendan las diferencias que pueden afectar a mujeres en sus carreras deportivas.
2) Procurar equidad en la distribución de información entre géneros (en la jerarquización informativa, en la manera de referirse a deportistas, en el enfoque que se le dé a la información).
3) Evitar preguntar sobre la vida personal de las deportistas si no aportan a la trayectoria o al rendimiento deportivo.
4) Evitar hacer referencias a cuestiones estéticas sobre el físico de quienes hacen deporte.
5) Consultar sobre rendimientos y trayectorias deportivas, estrategias, logros y triunfos.
6) Evitar comparar el rendimiento de mujeres con el de varones en términos binarios, es decir, como contrapuestos.
7) Al escribir o comentar sobre el desempeño de una deportista mujer interrogarse si se haría el mismo tratamiento en caso de que se tratara de un deportista varón.
8) Preguntar a las personas el modo y el pronombre con que prefieren ser nombradas.
9) Hacer mención de su identidad de género, su cuerpo u orientación sexual sólo cuando tenga interés informativo.
10) Evitar caer en los estereotipos que establecen lo “normal” en términos de género.