La cantidad de vasectomías realizadas en la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) en Uruguay tuvo un crecimiento en torno a 48% entre 2017 y 2021. El número de estas intervenciones pasó de 33 a 49, según datos del prestador de salud a los que accedió la diaria. En el mismo período, el número de ligaduras tubarias se mantuvo estable, pero en cifras considerablemente más altas: se realizaron 1.642 en 2017 y 1.718 en 2021. En base a estos datos, la diaria conversó con expertas y expertos para profundizar sobre la construcción social en torno a la responsabilidad de mujeres y varones en la salud reproductiva.

La ligadura tubaria y la vasectomía son procesos quirúrgicos de control de la fertilidad y consisten en cortar los conductos por donde viajan las células que generan un posible embarazo: el óvulo en el caso de la mujer y el espermatozoide en el varón. La primera consiste en el corte u obstrucción de las trompas de Falopio mediante una laparoscopía, una técnica videoasistida mucho menos invasiva que una cirugía a cielo abierto, explicó a la diaria Grazzia Rey, docente de la Clínica Ginecotocológica B del Hospital de Clínicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.

En el segundo caso, la operación consiste en ligar y “habitualmente” seccionar cerca de un centímetro del conducto deferente que se encuentra bajo la piel del testículo y transporta los espermatozoides hasta el pene y el exterior, detalló a la diaria el urólogo Enrique Cardozo, presidente de la Sociedad Uruguaya de Urología (SUU).

Aunque se trata de dos intervenciones con el mismo objetivo, tienen diferencias cruciales. Al conducto deferente se accede mediante una cirugía que es ambulatoria –es decir, que no requiere internación–, con anestesia local o también con sedación “si es necesario”, pero es una “cirugía sencilla y que tiene muy bajo nivel de riesgo”, señaló a la diaria Mónica Gorgoroso, referente técnica en Salud Sexual y Reproductiva de ASSE. La cirugía no supera los 40 minutos y ese mismo día el varón puede volver a su domicilio y retomar sus actividades. En cambio, para una ligadura tubaria es necesaria la internación y anestesia general. Si bien con la laparoscopía no quedan cicatrices, es una operación más “invasiva” y acarrea mayores riesgos para la salud de la mujer, sostuvieron las expertas consultadas.

Rey apuntó que, si bien existen “microcirugías” para revertir tanto la ligadura tubaria como la vasectomía, este procedimiento en “la mayoría de los casos” no es exitoso, y afirmó que en 99% de los casos la ligadura tubaria no es reversible. Lo mismo ocurre con la vasectomía. El varón se puede someter a una “microcirugía” para reconstruir el conducto deferente, y aunque el éxito es mayor que para la esterilización tubaria, no supera el 40%, aseguró Cardozo, que añadió que en Uruguay es una intervención “muy cara”.

Derecho a elegir

Desde 2012, la ligadura tubaria y la vasectomía integran el Programa de Atención Integral de Salud y no deben tener costos adicionales. La Ley 18.426 sobre salud sexual y reproductiva, y su decreto reglamentario, garantizan que acceder a estos procesos de esterilización es un derecho de las y los usuarios del sistema de salud. De acuerdo a esta norma, los prestadores están obligados a cumplir con esta disposición ante la sola voluntad de la persona, que deberá ser plasmada en un consentimiento informado. El consentimiento lo puede firmar cualquier persona mayor de 18 años, cualquier menor que esté legalmente casada o casado y la tutora o tutor de una persona en situación de discapacidad.

En detalle, las cifras registradas para vasectomías son: 33 realizadas en 2017, 28 en 2018, 52 en 2019, 47 en 2020 y 49 en 2021. Para el caso de las esterilizaciones tubarias, en los mismos años, los números fueron: 1.642, 1.713, 1.852, 1.748 y 1.718, en ese orden. “Si bien en números reales se observa un aumento de las vasectomías, en realidad el incremento no es tal porque la cantidad aún es muy baja en comparación con la cantidad de usuarios de ASSE”, consideró Gorgoroso.

En ese contexto, aunque las expertas consultadas por la diaria reconocen un aumento de vasectomías, no observan un “cambio real” porque las cifras aún son muy dispares entre mujeres y hombres que se someten a estas cirugías. Asimismo, consideraron que la cantidad de ligaduras tubarias “se mantiene” y no hay un descenso que se corresponda con un aumento de vasectomías. La cantidad de esterilizaciones tubarias “no es ni alta ni baja, son cifras históricas”, dijo Gorgoroso.

“Todavía hay mucho para hacer en relación a la difusión de información entre los varones y a derribar mitos vinculados a la vasectomía”, dijo la técnica de ASSE. Por ejemplo, la esterilización implica la pérdida de fertilidad, pero no de la eyaculación ni de la erección. Tampoco impacta en el deseo ni en el desempeño sexual, comentó.

Por su parte, Cardozo consideró que existe una “clara percepción” entre integrantes de la SUU de que ha aumentado la cantidad de varones que se hacen una vasectomía y que consultan al respecto, aunque no haya datos globales registrados. Cardozo vinculó este fenómeno a “un cambio cultural” y al incremento de acceso a la información por medio de internet.

En su consultorio el urólogo ha recibido múltiples consultas de varones de edades distintas y con diversos motivos por los que querían esterilizarse. Según contó Cardozo, los niveles de información con que llegan los usuarios a su consulta son “muy variables” –desde quienes plantean el deseo de informarse sin una base previa, hasta quienes ya conocen el procedimiento–. Las edades también varían, aunque el especialista consideró que el “pico máximo” está entre los 30 y 40 años y la “mayoría” plantea como motivo no querer más hijas o hijos o factores económicos vinculados a la atención y el cuidado. Señaló que hay otras razones, pero son más “anecdóticas”.

Las 49 vasectomías que se realizaron en ASSE en 2021 tuvieron lugar en distintos departamentos del país, entre varones con un promedio de edad de entre 35 y 50 años. No obstante, hubo intervenciones en hombres más jóvenes y más adultos, desde los 18 hasta los 72 años, contó Gorgoroso. “La gran mayoría expresó que el motivo por el que tomaron esta decisión es tener una paternidad satisfecha”, y en “algunos pocos casos” la vasectomía se vinculó con “patologías propias de la próstata u otros problemas vinculados a la salud del varón”, señaló la experta.

Protagonistas

Felipe, Emiliano y Rafael, de 19, 30 y 41 años, respectivamente, están seguros de que no quieren tener hijas o hijos y desean tener un rol activo en sus responsabilidades reproductivas, por eso están decididos a hacerse la vasectomía, contaron a la diaria. Felipe se encontró con varias barreras por su edad y desistió de la operación porque no logró encontrar un especialista que le diera lugar a su solicitud. Con indignación y enojo, contó que el relato de los profesionales se repetía una y otra vez: “sos muy joven”, “cuando tengas pareja vas a querer tener hijos”, “te queda mucho por delante”, te vas a arrepentir”. Él se mantiene seguro y lo dejó como un deseo a cumplir en el futuro.

El planteo de Felipe es un elemento que se repite en las historias de varones que conversaron con la diaria. De todas formas, las expertas consultadas consideran que estas cuestiones pesan más sobre las mujeres por el rol social reproductivo que se deposita sobre sus cuerpos.

Jorge, Álvaro, Augusto, Santiago, Juan, Martín y Javier son varones de entre 28 y 41 años. Todos se hicieron la vasectomía; en la mayoría de los casos, por no querer tener más hijas e hijos o, directamente, por no querer ninguno. Tomaron la decisión solos o en consulta con su pareja, pero la última palabra fue la suya. Coincidieron en que la intervención es sencilla, segura e indolora. Asimismo, sostuvieron que existe una gran falta de información en relación al procedimiento y en que hay muchos “mitos” alrededor. La mayoría conocía el proceso antes de solicitarlo. Ninguno vio afectada su sexualidad e, incluso, sostienen que la intervención les permitió vivir esa parte de su vida con más seguridad y libertad.

Augusto y Santiago llegaron a tomar la decisión en la búsqueda de un método anticonceptivo alternativo a las pastillas o a cualquier otro tipo de dispositivo de control de fertilidad en el cuerpo de sus parejas que alterara su funcionamiento normal. “No estoy a favor de métodos anticonceptivos orales para mujeres, tanto las de consumo diario como las pastillas de emergencia. No me parece justo que una mujer esté tomando hormonas para no quedar embarazada de mí”, dijo Augusto.

Los varones consultados sostuvieron que las decisiones sobre la reproducción recaen sobre las mujeres porque está muy presente “la idea de que la palabra final la tiene la mujer”, dijo uno de ellos, y agregó: “Eso es lo que se promueve, que son las mujeres las que nos ponen los límites y deben decidir. Es un lugar de comodidad de los varones no asumir un rol activo”. En esa línea, algunos sostuvieron que es necesaria una educación sexual más “amplia”, que no se centre únicamente en cómo los varones deben colocarse un preservativo.

Para este grupo de hombres, hacerse la vasectomía fue algo mayor a decidir sobre su fertilidad. “Es fundamental hacer un cambio en el paradigma de la vida sexual y entender que no somos espectadores ni acompañamos en esto, sino que somos parte y debemos actuar a la par; poner estos temas arriba de la mesa es totalmente necesario”, expresó Álvaro, y consideró que hablar de vasectomía “todavía es un tabú” y “como sociedad asumimos que como la mujer es la que gesta es la que debe cuidarse, cuando la responsabilidad es y debe ser equitativa”.

Además, atravesar el proceso los condujo a hablar del tema entre pares, algo que consideran que debería ser más frecuente y sin ninguna incomodidad. “Cuando surge este tema de conversación entre varones hay una percepción implícita de ‘ay, no, cómo me voy a hacer una operación ahí abajo, es un atentado a mi hombría’, pero es diferente entre varones más viejos y más jóvenes. La idea de que la mujer es la que debe prevenir un embarazo, cuidarse u operarse es más común en las generaciones de mis padres y abuelos”, comentó Juan.

El sesgo de género de la reproducción

“Toda la salud sexual y, sobre todo, la reproductiva descansa histórica y culturalmente sobre el cuerpo de las mujeres. Todavía seguimos inmersas en una cultura que deposita en la mujer la decisión de querer o no ser madre, continuar o no con un embarazo y tomar medidas de precaución. Es producto del mismo fenómeno”, expresó Gorgoroso.

En la misma línea, Rey planteó que incluso “el uso del condón, que es el método masculino por excelencia porque no hay otro tipo de método anticonceptivo para el varón, en general también responde a una demanda de la mujer”, y consideró que “muchos varones no quieren perder su fertilidad porque la relacionan con su masculinidad”.

Para la especialista de ASSE, el hecho de que cada vez más varones se interesen por la vasectomía demuestra que “lentamente” crece entre ellos “la idea de poder decidir si quieren hijas e hijos o no”, una cuestión que no sólo ha recaído y recae sobre las mujeres, sino que los deja a ellos en un lugar de “espectador de su descendencia y dependiendo de que la mujer tome o no medidas anticonceptivas”. “Este es un lugar en el que muchos varones están decidiendo no estar”, manifestó.

Por su parte, el urólogo opinó que si bien “históricamente recayó la responsabilidad de la reproducción sobre la mujer y que fueran ellas quienes se sometieran a intervenciones quirúrgicas de esterilización”, eso cambió. “Hay un cambio cultural claro y muy importante”, agregó. “Los varones están asumiendo que tienen la misma responsabilidad que la mujer”.