Como cada 14 de julio, este jueves se celebra el Día Internacional de la Visibilidad No Binaria, una fecha para reivindicar el derecho a la identidad, las diversas formas de ser y existir, y recordar que el sexo biológico y el binomio mujer/hombre no determinan necesariamente la identidad de género de las personas. La selección de la fecha no es arbitraria: fue elegida porque se ubica exactamente entre el Día Internacional de la Mujer y el Día Internacional del Hombre. No obstante, asumir una identidad no binaria no refiere exclusivamente a las personas que no se identifican como mujeres ni como varones, sino que también agrupa a las que fluyen entre ellos, se identifican con todos los géneros o con ninguno.

En el marco de esta fecha, la diaria conversó con Cami, de 32 años y que utiliza pronombres neutros y masculinos, Reneé (30), que utiliza de “forma indistinta” los pronombres “elle”, “ella” o “él”, y Torri (26), quien usa pronombres masculinos y neutros. Los tres compartieron sus experiencias como personas no binarias, sus reivindicaciones en materia de derechos y la percepción que tienen sobre las iniciativas que se oponen al uso del lenguaje inclusivo en los centros educativos.

El reconocimiento de su identidad, poder enunciarse y ser visibles son las principales luchas de las personas no binarias en todo el mundo. En concreto, reclaman el derecho a “poder existir” y a expresarse como son en todos los espacios que habitan, señaló Reneé. Por eso, entre otros motivos, Torri sostuvo que la mayor discriminación que sufren las personas no binarias proviene del propio Estado, que incumple con un derecho tan “fundamental” como el derecho a la identidad, consagrado en la Ley 18.620 sobre el derecho a la identidad de género y al cambio de nombre y sexo en los documentos identificatorios, aprobada en 2009, y respaldado por la Ley Integral para Personas Trans, de 2018.

En esa línea, uno de los principales reclamos de esta población es que se habilite el cambio de nombre y género en la cédula de identidad sin tener que elegir entre las opciones “mujer trans” o “varón trans”, con las que muchas personas trans no binarias tampoco se sienten identificadas. De hecho, reclaman que no pueden acceder a la Tarjeta Uruguay Social (TUS) para población trans porque desde el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) aseguran que las identidades no binarias no están incluidas dentro de las identidades trans. “Hace poco más de un mes solicité la TUS trans. El formulario llega a un equipo técnico del Mides que hace una evaluación y define si te otorgan la tarjeta o no. Hace una semana me llamaron para decirme que, por mi expresión de género, no me corresponde la tarjeta. Si nos remontamos a lo que nos dice la Ley Integral para Personas Trans, esto es discriminación. Es el propio Estado el que me violenta y me dice que mi expresión de género no es la de una persona trans. Es un montón”, relató Cami.

No cumplir con un derecho básico como el reconocimiento de la identidad desencadena una serie de violaciones a los derechos de estas personas en todos los espacios que quieren habitar, sostuvo por su parte Torri. “Las personas no binarias, si quieren cambiar su nombre, tienen que mentir y decir que son de un género u otro. Cuando van al médico, te llaman por tu nombre muerto o asumen que sos algo que no sos. Tenés docentes en escuelas, liceos y facultades que se niegan a abrazar tu identidad. Están enmarcados en la ley para eso. Desde el Estado no hay un mensaje de que somos parte de la sociedad y eso tiene grandes consecuencias”, agregó.

“La violencia del Estado es enorme”, sintetizó Cami; “va a llegar un momento en que vamos a pedir al Estado reparación. Nos van a tener que reparar los daños. Esto es tortura prácticamente. El Estado se va a tener que hacer responsable de esta vida tortuosa a la que estamos sometides”.

Por su parte, Reneé planteó que las identidades no binarias “no son una moda” y que son concebidas de esa forma por personas a las que les incomoda su existencia. “Las preguntas no son por qué existimos las personas no binarias o qué venimos a perturbar, como le quieren hacer creer a la gente. Más bien, las preguntas son por qué te incomodamos tanto, qué sentimientos te generamos, quién te enseñó esos sentimientos asociados a nuestra forma de expresarnos y qué tanto te parás a pensar en lo que sentís”, señaló. En esa línea, sostuvo que otro de los debes como sociedad es reflexionar en torno al “cissexismo en todos los ámbitos”, “el binarismo de género”, “el monosexismo” y “muchos otros sistemas y formas de violencia que afectan a nuestras corporalidades”.

Enunciar, visibilizar y existir

“El uso del lenguaje no binario o no sexista que implica el uso de la e primero empezó como una reivindicación del movimiento feminista frente al genérico masculino. No se usó el genérico femenino porque básicamente los hombres no lo iban a permitir. De todas formas, después se entendió que el uso de pronombres neutros funciona, además, para no asumir el género de nadie“, sostuvo Torri. Con esa introducción, explicó que las personas no binarias reivindican el uso de pronombres neutros, como “elle” o “elles”, aunque también utilizan femeninos o masculinos. “Al hablar con una persona cara a cara, lo mejor es preguntar los pronombres con los que se identifica y, cuando vas a dirigirte a muchas personas, a mi parecer, lo ideal es que se utilice la e para no utilizar el genérico masculino, que ya es una reivindicación de hace años de que es machista, y para no asumir que todas las personas que están ahí son cis”, planteó Torri.

Cami, Reneé y Torri reivindicaron la importancia de habilitar nuevas formas de expresarse y nombrarse para que puedan “existir otras formas de ser”, por ejemplo, desde las infancias y las adolescencias no binarias. “A mí me hubiese encantando enterarme de niñe que existía ser no binarie, porque ya lo tenía clarísimo, sólo que nadie me dio la información. Entonces es muy violento que no exista ni siquiera cómo nombrarte o la apertura a decir ‘esto existe’ y puede que seas vos o puede que no, pero está la información ahí”, dijo Torri.

En ese mismo sentido, señalaron con mucha preocupación las propuestas de partidos políticos u organismos del Estado de censurar el lenguaje inclusivo. En febrero de este año, se dio a conocer una circular de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) que establece una actualización de disposiciones para el uso de lenguaje inclusivo que fueron tomadas en diciembre de 2021. El documento sostiene, entre otras cosas, que el uso del lenguaje inclusivo “deberá ajustarse a las reglas del idioma español” y se alienta a buscar “mecanismos tendientes a evitar cualquier sesgo discriminatorio en la comunicación”. Más tarde, en abril, la diputada de Cabildo Abierto Inés Monzillo presentó un proyecto de ley para prohibir el lenguaje inclusivo en instituciones educativas y entes públicos.

Para Cami, estas propuestas son otra forma de “atentar” contra las identidades de “las niñeces, las adolescencias y todas las personas que están transitando su vida educativa”. “Si a los 32 años me cuesta un montón hablar de mi identidad, imaginate lo que puede ser ir a una institución y no poder ser para personas de 16 años o menos que se están descubriendo y saliendo del cascarón. Es tremendo”, consideró. “Nuevamente, es el Estado el que nos violenta y nos impone lo que tenemos que ser para comodidad de ellos y de ellas. No dimensionan en absoluto el daño que nos están haciendo”, agregó.

Torri señaló con gran preocupación los impactos de estas violencias sobre la salud mental de las personas de la comunidad. “La población LGBTIQ+ tiene unos índices de suicidio muy altos y, en particular, entre las poblaciones de disidencias al género asignado al nacer”, afirmó. Además, sostuvo que genera un gran dolor sentir que “sos la única persona en el mundo que está viviendo determinada cosa y que no te permiten ser en ningún espacio”, y es “muy duro” que, “después de tanta campaña antibullying que se ha hecho a nivel mundial, sean tus profesores o tu familia quienes te hagan bullying por ser como sos”.

Por último, Torri dijo que le llama la atención que la sociedad no logre dimensionar lo “fascista” que es prohibir determinadas formas de hablar. “Más allá de no dimensionar que estás prohibiendo una identidad, porque mucha gente no sabe qué es ser no binarie, pero por lo menos dimensiona que te están marcando cómo no podés hablar”, señaló.

En línea con la realidad

“No se puede pensar el lenguaje como ámbito separado de la realidad. La realidad y los colectivos nos están diciendo que hay que incluir identidades disidentes, en este caso, de género, y que hay realidades que están invisibilizadas”, aseguró a la diaria Laura Recalde, doctoranda en Antropología Social. Agregó que, cuando hablamos de “invisibilización”, no se trata de una metáfora, porque se “generan violencias concretas y reales a personas de carne y hueso que, si no las analizamos, se seguirán reproduciendo”.

“Las identidades no binarias y disidencias de género tenemos que, otra vez, volver a hablar sobre derechos humanos. Son los estados que están comprometidos con derechos humanos universales donde consta que uno de ellos es la libre expresión de la personalidad y una vida libre de violencias”, expresó la experta. Recalde consideró que, desde el Estado y las instituciones que lo conforman, las personas tienen que “comprometerse con todos los derechos” y hacer hincapié en las poblaciones vulneradas que no tienen acceso a políticas públicas. En el caso de las personas no binarias, ni siquiera se las nombra.

En relación a los proyectos y discursos contra el uso del lenguaje inclusivo, Recalde se preguntó de qué tipo de lenguaje y de inclusión estamos hablando. A la vez, sostuvo que “hay un claro uso político del tema”. “Creo que hay movimientos y partidos que tienen en sus agendas ir en contra de los derechos de las disidencias sexuales y de género por cuestiones dogmáticas sobre lo que es una familia, los roles de género y demás”, opinó. “Este uso político es muy peligroso porque, por un lado, niega el saber científico de las ciencias sociales y humanas, pero también de las ciencias biológicas en relación al género, porque hay ríos de tinta escritos. Además, por otro lado, se niega la realidad”, expresó la académica. También señaló que en otros países hay estudios que constatan que el uso de la e en las escuelas no interfiere con el proceso de aprendizaje.