La Dirección General de Planeamiento (DGPlan) de la Universidad de la República (Udelar) presentó el miércoles los principales resultados de la primera Encuesta de Prevalencia sobre Violencias, Acoso y Discriminación, que busca identificar las principales características de estas problemáticas en el ámbito universitario. El estudio fue realizado entre el 1° y el 25 de junio de 2021 a través de formularios dirigidos a estudiantes de grado, docentes, y funcionarias y funcionarios técnicos, administrativos y de servicio (TAS). Los resultados, que fueron presentados en el marco de la jornada “Por una Udelar reflexiva y activa ante el acoso, la violencia y la discriminación”, en el Paraninfo de la Universidad, demuestran que para las tres poblaciones estudiadas el género es el principal motivo de discriminación. Revelan además que los varones son los principales agresores y las mujeres son quienes más sufren situaciones de violencia sexual o de género.

La encuesta se estructuró en tres formularios, uno específico para cada grupo de población, de forma online y autoadministrada. En total, se recibió la respuesta de 1.011 estudiantes, 982 docentes y 726 funcionarias y funcionarios TAS. La cantidad de respuestas permitió establecer una muestra representativa de cada grupo.

Expertas que analizaron los datos presentados destacaron la importancia de esta encuesta y la necesidad de continuar con este tipo de estudios para monitorear las acciones que se ponen en marcha dentro de la Udelar y evaluar sus impactos. “Es un hito en un proceso de larga duración. No es una encuesta más”, dijo la psicóloga y profesora titular de la Facultad de Psicología de la Udelar Alejandra López. “Es la primera vez en la historia de esta institución que podemos caracterizar estas problemáticas y generar un acumulado para futuros análisis”, señaló.

“Este estudio es un salto cualitativo en el nivel de discusión. Nos coloca en otro escenario hacia dentro y hacia fuera. Nos orienta en cómo desarrollar nuevas intervenciones basadas en mejores evidencias, en cómo reafirmamos lo que estamos haciendo y cómo eventualmente generar mecanismos de evaluación más refinados”, agregó López.

Situaciones de discriminación

Uno de los primeros puntos de abordaje de la encuesta fueron las situaciones de discriminación. De acuerdo con los datos presentados, 12,5% de las y los estudiantes se sintieron discriminados en algún momento en el ámbito universitario. Los principales motivos de discriminación señalados fueron el género (45,3%), la situación social o económica (36,1%) y el aspecto físico (33,6%), entre otros. Al desagregar esta variable por sexo, se observa que son más mujeres las que manifestaron haber vivido situaciones de discriminación (13,4%) que los varones (10,8%).

Entre las y los docentes, 19,5% (26,2% mujeres y 11,4% varones) manifestó haber sufrido discriminación. Entre las principales razones también se ubicó el género (60,7%) y la situación social o económica (21,9%), y se agregó la edad (36,6%). En tanto, entre las y los funcionarios TAS –sin considerar el funcionariado del Hospital de Clínicas–, la cantidad de personas que se sintieron discriminadas aumentó a 26,7% (30,9% mujeres y 20% varones). Las principales causas de discriminación son las mismas que para el grupo docente: el género (43,6%), la situación social o económica (25,6%) y la edad (24,8%).

Sobre este punto, la socióloga María Goñi, integrante del Observatorio para la Igualdad de Género del Centro de Estudios Interdisciplinarios Feministas de la Udelar, que participó en la mesa de análisis tras la presentación de la encuesta, sostuvo que “reconocer la discriminación no es fácil, menos cuando no existe una problematización y sensibilización previa a esta temática”, y agregó que son situaciones que “muchas veces” han sido “naturalizadas, internalizadas y normalizadas en distintas estructuras”. “Las respuestas a esta pregunta dan cuenta de todas estas complejidades y la necesidad de avanzar en este sentido”, apuntó.

Violencia sexual y/o de género

Otro de los aspectos que se contempló en la encuesta fueron las “situaciones de violencia sexual y/o de género” que atravesaron las personas. Esto se determinó a partir de la “caracterización” de las experiencias vividas y declaradas por las y los encuestados. Entre ellas, se contempló “haber sido ignorados, ofendidos o menospreciados en el ámbito educativo, haber recibido insinuaciones sexuales e insultos a través de redes sociales, haber recibido propuestas sexuales, que hayan tocado su cuerpo sin consentimiento, haber recibido chistes con intención sexual, invasión del espacio físico, entre otras”, explicó Valeria Regueira, de la DGPlan, que estuvo a cargo de la presentación de los datos.

En esta línea, 16,4% de las y los estudiantes dijo haber padecido una situación de violencia sexual y/o por razón de género. Al observar esta variante entre mujeres y varones estudiantes, la diferencia es significativa. Mientras que 22,4% de las mujeres manifestó haber vivido una situación de este tipo, sólo 4,1% de los varones dijo haber atravesado una experiencia así. “Esta desigualdad es importante; cinco mujeres por cada varón respondieron afirmativamente a alguna de estas situaciones violentas”, resaltó Regueira.

En el caso del cuerpo docente, 19,5% expresó haber vivido situaciones de violencia sexual y/o de género. Una vez más, las mujeres fueron las que declararon haber vivido estas violencias en mayor medida (30,4% frente a 6,5% en el caso de los varones). “Acá tenemos una relación por sexo al igual que entre las y los estudiantes: de cinco mujeres por cada varón”, sostuvo Regueira.

En relación a la misma variable, 23,2% del funcionariado declaró haber sufrido algún tipo de estas manifestaciones violentas. Otra vez, es mayor el número de mujeres que atravesaron estas situaciones que la cantidad de varones (28,6% frente a 14,7%). Regueira explicó que, en este caso, la relación pasa a ser “dos a uno”, es decir, por cada dos mujeres que vivieron una situación violenta, un varón dijo haber padecido una experiencia similar.

Violencia hacia las mujeres

La encuesta incorporó un bloque específico sobre las formas de violencia hacia las mujeres con preguntas dirigidas a esta población, para caracterizar las situaciones particulares que atraviesan las estudiantes, docentes y funcionarias de la Udelar.

En este marco, 38,4% de las estudiantes dijo haber sufrido alguna forma de violencia por el hecho de ser mujer. De acuerdo al documento presentado, 21,9% de las estudiantes “cree tener menos presencia académica” por su género, 15,4% dijo que “se han ignorado sus aportes, comentarios o acciones por ser mujer”, y 15% destacó que “se han dirigido hacia ellas utilizando gestos o comentarios peyorativos”, entre otras situaciones.

Entre las docentes, 52,3% manifestó haber vivido alguna forma de este tipo de violencia. En este caso, 31,3% declaró que “cree que tiene menos presencia laboral por ser mujer”, 27,4% destacó haber sido “ignorada en sus aportes, comentarios o acciones”, y 24,8% dijo que “suele asumir tareas menos visibles o estimulantes que las asumidas por sus compañeros varones”, entre otras.

En el caso de las funcionarias TAS, 39,4% manifestó haber sufrido violencia por ser mujer. De acuerdo a las respuestas de las participantes, 25,2% señaló haber sido ignorada por ser mujer, 19,2% dijo que se dirigieron a ellas con “gestos o comentarios peyorativos” y 17,3% cree que tiene menos presencia laboral que sus compañeros varones, entre otras.

Al analizar las variables de violencia sexual y/o por género y violencia hacia las mujeres de manera conjunta, se determinó que 17,9% de las estudiantes, 24,6% de las docentes y 20,4% de las funcionarias sufrieron ambos tipos de violencia. De esto también surgió que 42,9% de las estudiantes, 58,1% de las docentes y 47,6% de las funcionarias padecieron al menos una forma de violencia.

Los agresores

En las tres poblaciones estudiadas, los varones fueron identificados como los principales responsables de las agresiones. En el caso de las y los estudiantes, en 91,7% de los casos los perpetradores de la violencia fueron varones (casi la mitad de los responsables, 49,5%, fueron docentes). Entre las y los docentes, los varones fueron señalados como agresores en 90,2% de los casos. En su mayoría se trató de compañeros de trabajo de mayor rango o grado (46,9%) y jefes o directivos (25,8%). Las y los funcionarios manifestaron que los varones fueron los agresores en 80,9% de los casos. En 43,8% de las situaciones, se trató de un jefe, director o directivo, y en 22,5% un compañero de mayor rango o grado.

Al consultar a las personas si habían buscado ayuda ante estas situaciones vividas, 77,2% de las y los estudiantes manifestaron que ya habían hablado con una persona allegada sobre lo ocurrido. No obstante, 22,8% lo hizo por primera vez al momento de responder la encuesta. En el grupo docente, los porcentajes son similares: 74,9% había buscado ayuda con anterioridad y 25,1% lo hizo por primera vez durante el estudio. Entre el funcionariado, la encuesta arrojó que 82,4% ya había buscado ayuda y 17,6% habló de las situaciones vividas por primera vez durante el desarrollo de la encuesta.

Sobre las consecuencias de estas vivencias, las y los estudiantes plantearon en primer lugar efectos emocionales como ansiedad, angustia o baja autoestima (42%). En segundo lugar, apuntaron a una pérdida de la motivación para estudiar (36,9%), seguido de un descenso del rendimiento académico (25,9%). Para las y los docentes, los principales impactos fueron el descenso de la satisfacción laboral (56,4%), consecuencias emocionales (43,5%) y una baja de la productividad laboral (25,5%). En el caso de las funcionarias y funcionarios, las principales consecuencias fueron descenso de la satisfacción laboral (53,9%), consecuencias emocionales (38,2%) y deterioro de la salud física (28,4%).

“Estas respuestas reflejan cómo a pesar de identificar las situaciones violentas, estas se van normalizando en un contexto que parece muy poco receptivo a escucharlas. Persiste una brecha entre lo normativo y el deseo de abordar estos problemas con barreras simbólicas y de contexto cultural que sostiene creencias, mitos y valores que minimizan las violencias, el acoso y la discriminación”, expresó Goñi.

Percepción de riesgo

Otro de los puntos abordados fue la percepción de las personas encuestadas ante “escenarios hipotéticos”, dijo Regueira. Por ejemplo, se consultó a las y los participantes si, “ante una situación hipotética de acoso”, consideran que “tendría algún tipo de riesgo en caso de denunciar”. La respuesta fue afirmativa por parte de 48,3% de las y los estudiantes, 48,2% de las y los docentes, y 41,5% de las y los funcionarios. En su mayoría, fueron mujeres las que percibieron un mayor riesgo en denunciar.

También se planteó si, ante una situación de acoso, creen que “el agresor terminaría siendo sancionado en caso de denunciar”. Casi la mitad de todos los grupos respondió afirmativamente en este escenario (55,5% entre estudiantes, 45,9% del cuerpo docente y 50,8% del funcionariado). Sin embargo, los resultados muestran que esta idea disminuye entre las mujeres.

“Me parece relevante que sean las mujeres de las tres poblaciones quienes tienen menos confianza en la denuncia o quienes piensan que la denuncia puede ser improcedente. Acá subyace lo que podríamos llamar ‘una cultura de la impunidad de la dominación masculina’. Esa cultura donde, por las relaciones patriarcales, se normalizan estas situaciones y hace que no se crea tanto en la denuncia”, manifestó la antropóloga Susana Rostagnol, que participó de la actividad como delegada del Consejo Directivo Central de la Udelar.