El tramo de 18 de Julio que va desde la plaza Libertad hasta la explanada de la Intendencia de Montevideo (IM) fue en la tardecita de este lunes el escenario de una nueva alerta feminista, convocada para denunciar dos femicidios ocurridos en apenas una semana. La movilización, liderada por la Coordinadora de Feminismos, fue más concurrida que las manifestaciones anteriores y tuvo lugar en la previa del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que se conmemora cada 25 de noviembre (25N) en todo el mundo.
El primer femicidio que contempló esta alerta es el de Katherine Martínez, de 29 años, que fue asesinada el lunes 6 en Maldonado por su pareja, un varón de 35 que el día después se resistió al arresto y terminó siendo abatido por la Policía.
El otro caso es el de Mariana Rivero, la mujer de 24 años que estaba desaparecida desde el 20 de octubre y cuyo cuerpo fue encontrado el miércoles 8 en Punta Yeguas, Montevideo, después de que su exnovio confesara el crimen y diera pistas para el hallazgo. El femicida, de 23 años, fue formalizado por homicidio muy especialmente agravado y por vilipendio de cadáver, y quedó en prisión preventiva a la espera del juicio.
En esta semana marcada por la violencia extrema contra las mujeres se sumó además una tentativa de femicidio en Las Piedras, Canelones, cuando el viernes 10 una mujer de 46 años recibió un disparo en la cabeza por parte de su pareja, un hombre de 56 con antecedentes por rapiña, homicidio y varias indagatorias por violencia doméstica.
“No es la primera vez que ocurren dos o tres femicidios en muy pocos días y siempre que pasan estas cosas la sensación es de mucho dolor, de mucha bronca y de mucha impotencia, al ver que esto sigue permanentemente sucediendo y que no solamente no hay políticas de Estado que puedan cuidar y contener en el momento que esto sucede, sino tampoco en la previa”, cuestionó María Delia Cúneo, integrante de la Coordinadora de Feminismos, en diálogo con la diaria. “Porque nosotras siempre decimos ‘hay que estar alerta’ y es estar alerta antes del primer golpe, del primer abuso, y eso se construye, se educa, se habla; eso tiene que tener intencionalidad de desarmar algo que es estructural, que es la violencia en esta sociedad por la cual un hombre se siente con la impunidad de violar, de desaparecer y de matar a cualquier mujer”, apuntó la activista.
Mientras tanto, las manifestantes avanzaban entre los clásicos cánticos de denuncia que sonaban como advertencias concretas: “Tocan a una, tocan a todas”, “vivas nos queremos; ni una menos”.
Al llegar a la IM, representantes de la Coordinadora leyeron uno por uno los nombres de las 25 mujeres que fueron asesinadas en lo que va del año, de acuerdo con su registro. Leyeron sus nombres y también sus apellidos, sus edades, cómo fueron asesinadas y quiénes fueron sus agresores. A las mujeres asesinadas se las nombra para no olvidarlas. Para ponerles cara, para hacerlas carne en una lista en donde las cifras no son cifras, sino vidas, historias, familias y trayectorias que quedaron truncadas.
Después todas las participantes formaron un círculo y se leyó de forma colectiva la proclama, que recordó específicamente a Katherine y a Mariana, y volvió a denunciar los coletazos del “heteropatriarcado capitalista y racista que nos mata, nos viola, nos excluye y discrimina”.
Las cuentas del Estado “no cierran”
A pocos días del 25N, una fecha en que el Estado rinde cuentas sobre las medidas que ha adoptado para atender y combatir la violencia de género, Cúneo aseguró que esas cuentas “no dan, no cierran, no son reales”. “Para empezar”, porque Uruguay cuenta con una ley de violencia basada en género “muy completa, que incluye un montón de acciones, que muchas tienen que ver con la prevención, otras con el acompañamiento y con la protección de la víctima ante la denuncia, pero que no están implementadas”.
Para la activista, esta falta de implementación se debe a que “no hay presupuesto, no hay intención y no hay capacitación de los operadores jurídicos a la hora de que una mujer vaya a denunciar”. En ese sentido, dijo que la sociedad civil conoce “muchos casos” en los que “la mujer había estado denunciando antes y no había habido respuesta, porque la respuesta de una tobillera o de una medida de no acercamiento no desestima la intención de matar del agresor”.
A su entender, esto muestra -entre otras cosas- que el adoptado “no es el rumbo correcto”. Para la integrante de la Coordinadora, un primer paso para encaminar el rumbo es que la sociedad no mire para otro lado cuando percibe que alguien de su entorno vive una situación de violencia. “Cuando vos tenés una compañera de trabajo, una compañera de estudio, una vecina, que percibís que está en una situación complicada, no hay que dejarla sola, hay que acompañarla, hay que darle valor, porque muchas veces nosotras estamos en ese círculo de violencia que nos impide salir, que tenemos que romper y que no se rompe solo, sino junto con otras”, afirmó. Y continuó: “Después podemos empezar a hablar de otro tipo de políticas públicas, pero sin ese primer gesto es difícil que esto cambie para nosotras, para nuestras hijas, para nuestras nietas y para las generaciones que nos van a seguir”.