“Ni una menos”, “Vivas nos queremos”, “Yo te creo”, “Me too”. Todos los movimientos encabezados por estas consignas, por mencionar algunos, marcaron un antes y un después en el desarrollo de los feminismos en el mundo y en la región, y Uruguay no estuvo ajeno. Este boom estuvo acompañado, entre otras cosas, por una inmensa adhesión de adolescentes y jóvenes al movimiento. Por medio de colectivos o de forma individual, en el espacio virtual o en territorio, mujeres y disidencias jóvenes se han acercado y apropiado de las luchas feministas, quizá como nunca antes. En el marco del Día Internacional de la Mujer, la diaria conversó con cinco activistas feministas jóvenes que reivindican que la forma de lograr una transformación social hacia una sociedad más justa e igualitaria es a través de la “construcción colectiva” y el impulso de la interseccionalidad.

Triana Domínguez (22 años), Alejandro Correa (22), Tamara Savio (23), Camila Cardozo (24) y Constanza Valentini (25) son militantes feministas y participan en colectivos y grupos por la defensa de los derechos de las mujeres y disidencias en diferentes áreas y con distintos enfoques. Cada activista ha recorrido su propio camino para integrarse al movimiento, pero comparten algunos aspectos en común. Por ejemplo, el hecho de autopercibirse feministas desde la adolescencia y reconocer en eso la influencia de personas referentes de su entorno –en su mayoría sus madres y otras mujeres–, de sus pares o de información que encontraron disponible en diferentes plataformas.

Además de eso, comparten la importancia de ocupar espacios –físicos o digitales– de militancia y reivindican que la participación de las personas jóvenes es fundamental para revitalizar las luchas feministas. Sobre estos y otros temas hablaron con la diaria.

¿Cómo y cuándo llegaron a los colectivos que integran?

Constanza Valentini: Soy estudiante de Psicología, tengo 25 años y milito en Ovejas Negras desde 2017. Antes de llegar al colectivo no sabía en dónde quería militar, pero sí sabía cómo y me daba cuenta de la necesidad de un espacio para hablar, discutir y pensar los feminismos. Me topé con Ovejas Negras y poco a poco me fui metiendo. No estaba buscando un colectivo que integrara a las disidencias, pero me interesó la pluralidad de voces y la forma de militar articulando con otras organizaciones y con muchas otras luchas. Además, Ovejas también es un colectivo intergeneracional. Entonces, está muy bueno ver esas distintas perspectivas y distintos recorridos de vida.

Triana Domínguez: Tengo 22 años, estudio Arquitectura y Bellas Artes y milito en el Encuentro de Feministas Diversas [EFD]. Llegué a EFD a través de las redes sociales. De hecho, es un colectivo que se mueve mucho virtualmente. Quería militar el feminismo, pero no sabía dónde, no encontraba un lugar porque me daba cosa. Seguía el colectivo hace mucho, me gustaba lo que hacían, el contenido que compartían y cómo pensaban. Un día me contacté con una compañera, integrante del colectivo, a través de Twitter, y le pregunté si podía formar parte. Después de eso, fui a una asamblea y me fui integrando de a poco. Ya va a hacer tres años que estoy militando ahí.

Tamara Savio: Soy estudiante de Ciencias Sociales, tengo 23 años y soy responsable del área joven de Mujer y Salud en Uruguay (MYSU). Llegué a la organización hace muchos años por mi madre –Lilián Abracinskas–, que es la directora. Entonces, siempre estuve ahí en la vuelta. Cuando entré a la facultad en 2018, en MYSU comenzó un proceso de integración de jóvenes y ahí pasé a trabajar en el área joven.

Alejandro Correa: Soy estudiante y tengo 22 años. Participo de Gozarte, un grupo transfeminista de jóvenes. Empecé el 14 de agosto de 2021, todavía me acuerdo de ese día. Llegué por intermedio de una conocida. Ya militaba en el ámbito estudiantil, pero quería explorar otros espacios y como varón trans lo encontré dentro del feminismo. Gozarte es un espacio donde, además de debatir y discutir ideas, también reímos, lloramos y hablamos de otras cosas.

Camila Cardozo: Tengo 24 años, soy música, estudio crítica y curaduría de artes en Buenos Aires e integro el movimiento de mujeres afro Mizangas. Empecé a militar en 2019 a través de una muchacha que integraba el colectivo en ese momento. Ya conocía el espacio, la integración se dio de forma natural. También necesitaba empezar a militar activamente.

¿Por qué les parece importante militar en los feminismos?

Constanza Valentini: La militancia te permite varias cosas, como el encuentro con compañeres y con personas que tienen otras ideas y otro bagaje. Además, el espacio para discutir es fundamental, es lo que te permite organizarte con personas para tomar acciones directas para lograr transformar la realidad.

Triana Domínguez: Creo que la militancia te da una visión de la realidad y [te ayuda a] entender que, en el mundo, si bien hay un avance enorme en derechos de las mujeres y muchas tenemos oportunidades, la gran mayoría no. La militancia te da la posibilidad de ver eso, entenderlo, trabajar en eso y ayudar.

Tamara Savio: Me parece importante en tanto comprendo el feminismo como un movimiento que busca la emancipación; quizás en sus orígenes era más específico sobre la mujer, pero hoy es para toda la humanidad. En particular, con relación a lo que yo trabajo y milito, que son los derechos sexuales y reproductivos, me parece fundamental la defensa de todo lo que tiene que ver con la soberanía del cuerpo en un sistema que te expropia de ese derecho tan básico.

Camila Cardozo: Es la forma de cambiar el mundo. A mí me gusta formar parte de este movimiento y me parece importante que más mujeres negras integren distintos movimientos de mujeres afro acá y en el mundo.

Alejandro Correa: Viví rodeado de mujeres fuertes, que han tenido que llevar adelante la casa, la economía, la familia. Vi a mi madre, mi abuela y mis tías luchar para sacar todo adelante sin tener una igualdad en esta sociedad. Por eso milito en el feminismo.

¿Les parece que las mujeres y disidencias jóvenes se involucran lo suficiente en el movimiento feminista?

Constanza Valentini: Creo que sí. Pienso que las nuevas generaciones están bastante cercanas a la política e interesadas por saber. De todas formas, para mí siempre sería mejor que hubiera muchas más. Pero sí noto que importa, que se habla y que siguen apareciendo propuestas nuevas.

Triana Domínguez: Quizá no [participan tantas] adolescentes o personas muy chicas, creo que hay una presencia mayor a partir de los 20 años.

Tamara Savio: Me parece que se involucran poco. Lo que sí noto es una adhesión de muchas personas que se dicen feministas, que les interesa el feminismo, que les mueve, les motiva o al menos que les interpela. Pero después, en organización y participación, no necesariamente están activas las y los jóvenes. Sí están presentes en marchas y otras actividades, donde es impresionante la cantidad de jóvenes.

Camila Cardozo: Pienso que se deberían involucrar más, pero que muchas veces no lo hacen no porque no quieran, sino por las posibilidades. En Uruguay las mujeres afro, sobre todo en el interior, están en una situación en la que muchas veces les es difícil acceder a la información y a los diferentes espacios. Hay personas que quizá no tienen las herramientas, y no se involucran porque no conocen o no saben. Existe una desigualdad social que genera eso, y por eso está bueno que empecemos a reconocer nuestros privilegios. Igual siento que las nuevas generaciones tienen cada vez más apertura a la hora de desnaturalizar un montón de cosas.

Alejandro Correa: A las y los jóvenes, cuando nos “incomoda” algo, enseguida nos movemos de un lugar para otro [para cambiar eso]. En el entorno en donde me manejo, creo que las y los jóvenes sí nos involucramos.

Camila Cardozo, Alejandro Correa y Tamara Savio.

Camila Cardozo, Alejandro Correa y Tamara Savio.

Foto: Mara Quintero

¿Cuáles creen que son los principales desafíos para la militancia joven en los feminismos?

Tamara Savio: Una de las cosas que vemos en MYSU como una dificultad es el tema de conocer los acumulados, la importancia de no pensar que esto comienza conmigo. Es un desafío en un contexto de realidad líquida y del conocimiento inmediato que no es responsabilidad de las y los jóvenes. La historia del movimiento feminista y todo su acumulado no necesariamente está bien archivada y organizada en datos y libros, entonces capaz que es muy sencillo caer en la idea de que el movimiento comenzó en 2015 o 2017 y pasarse por arriba toda una construcción histórica. Eso hace que se parta de lugares en los que ya se estuvo e impide ciertos avances que permitan profundizar más. Por ejemplo, seguir con lógicas separatistas o más esencialistas del ser mujer sólo con lo biológico, todas estas derivas que también son antitrans y que están en contra de todo tipo de participación de los hombres. Entiendo que como jóvenes es un desafío ir más allá.

Camila Cardozo: Creo que el hecho de tener que estar aún luchando con un montón de cosas que están arraigadas al sistema, ideas tradicionalistas de feminismos anteriores que, de alguna forma, condicionan a los feminismos de ahora. Como la idea de que existe un solo feminismo.

¿Creen que en la masividad se pierden algunos conceptos y argumentos de base que hacen a las luchas feministas?

Triana Domínguez: Hay otros argumentos. Hay otros intereses y otras problemáticas nuevas que van de la mano con el mundo en el que vivimos hoy. Creo que lo que hace la masividad es acercar. Capaz que antes lo que sucedía era que unas pocas estaban vinculadas al feminismo, y también porque no era fácil la comunicación. Ahora es mucho más fácil y eso acerca más a las y los jóvenes.

Constanza Valentini: Creo que cuando las discusiones se agrandan, se complejizan. Pero eso está buenísimo y es un valor que no se puede perder. También lo que pienso que ha pasado con la masividad, que la celebro y aplaudo, es que algunos términos han sido cooptados por el capitalismo con el objetivo de venderte algo. Tiene ese lado, pero nosotras sabemos darnos cuenta.

Desde su experiencia y el lugar desde donde militan, ¿cuáles creen que son los principales desafíos del movimiento feminista?

Constanza Valentini: Desde Ovejas lo que vemos como un principal desafío es este avance de un discurso de odio interno en la militancia, un discurso de vuelta a los esencialismos y biologicista por grupos que se dicen feministas pero terminan violentando nuestras identidades y principalmente las de las personas trans. No queremos construir un movimiento en el que se invisibilicen identidades, y no creemos que sean dos luchas separadas.

Tamara Savio: Para el movimiento, a priori, pienso [en la necesidad] de buscar formas de coordinar y dialogar más, de poder habitar más las diferencias. No hay un solo feminismo y no hay una disputa de cuál tiene la verdad; en tanto aporte a terminar con este sistema, estamos para lo mismo. También [veo un desafío] en generar espacios de coordinación más allá del feminismo, como con el movimiento estudiantil, el movimiento sindical, las cooperativas de vivienda, las ollas populares, los grupos que trabajan la memoria y derechos humanos, entre otros. Eso todavía está en construcción justamente por estos desafíos de poder interactuar y dialogar, planificar y articular más en conjunto.

Camila Cardozo: Como integrante de un movimiento de mujeres afro creo que hace falta trabajar en articular desde la interseccionalidad, que es re importante. En Mizangas, desde que surgió el movimiento, es parte de nuestra militancia articular con otros colectivos y otros movimientos. Me parece que acá en Uruguay todavía no se ha logrado realmente. Sí hemos podido desde Mizangas lograr cosas que estuvieron buenas en conjunto con otros colectivos, pero creo que estaría bueno seguir trabajando en esa línea.

¿Cuáles ven como principales conquistas?

Triana Domínguez: La visibilidad masiva y el salir a la calle no necesariamente un 8 de marzo o un 25 de noviembre, que son multitudinarios. A veces suceden cosas muy importantes que hace necesario manifestarnos y salir. Quizás antes eran 20 [personas] y ahora somos muchas más. Eso creo que es un avance.

Camila Cardozo: Hay muchas cosas que se han logrado de un tiempo a esta parte, como la aprobación, en 2013, de la ley de acciones afirmativas para personas afrodescendientes, que implicó un montón de derechos para las personas afro en general, como el cupo en los empleos públicos. También se ha logrado visibilizar un montón de cosas, mediante la militancia, que de a poco van cambiando la forma de pensar de la gente. Creo que estamos ante un mundo más feminista, pero todavía queda mucho. Todavía hay una heteronorma, la idea de un feminismo muy heteronormativo y muy blanco.

Tamara Savio: La ley de aborto, que viene en conjunto con la ley [de salud] sexual y reproductiva, el matrimonio igualitario, la ley trans, todos esos son avances que han significado pasos importantes. Aunque, como se discutía en ese momento y lo vemos en las consecuencias de hoy, la implementación tiene que ver más con lo posible y no con lo deseable. Esos procesos, vinculados más a lo posible, han dificultado bastante los avances importantes y hoy ante este contexto hacen que sea mucho más sencillo ir para atrás, porque no tenés que meterte con la ley, con la política; simplemente con los recursos y la forma de implementarlo es muy sencillo de boicotear y tirar abajo.

Alejandro Correa: Las conquistas han sido muchas. Entre ellas, la ley de cuotas, la ley trans, la ley de violencia hacia las mujeres basada en género, la despenalización del aborto y más.

¿Qué mensaje les darían a adolescentes y jóvenes que están pensando en militar el feminismo?

Alejandro Correa: Acérquense a los colectivos que tengan cerca y habiten los espacios. Esto es un paso a la vez: un día vas a una reunión, te sentás y ahí empezás. Son espacios que no sólo son de militancia, sino también de risas y llanto.

Tamara Savio: Habiten los espacios, averigüen cuáles son, porque hay muchos espacios donde participar. Hoy el movimiento feminista está en todos lados, y esa riqueza, por decirlo de alguna manera, es un momento para aprovechar. Las y los adolescentes y jóvenes tienen un montón para aportar, desde nuevas visiones, nuevas formas de ser y sentir, y está bueno que no se aíslen.

Camila Cardozo: Que se acerquen a los distintos espacios y que piensen que, de alguna forma, también van a encontrar un sentido de pertenencia. Eso me pasó a mí y no me había pasado antes. El encontrar un lugar en el que puedas, además de tener un sentido de pertenencia, saber que estás luchando activamente para que las personas de tu colectivo o comunidad tengan más derechos y ocupen más espacios es algo que te llena.

Triana Domínguez: Les diría que sin dudas la construcción es colectiva. La militancia feminista te ayuda a entender el mundo y ver otras realidades, [es una oportunidad para] poder aportar y que tu voz sea escuchada.

Constanza Valentini: Nunca dejen de compartir, socializar y escuchar. Si bien es re importante leer, no sólo de ahí se aprende; se aprende haciendo y con las y los demás. Sin duda, les diría que se animen y lo hagan. Siempre falta gente y está buenísimo que estén. La forma es la construcción colectiva y tejer redes.