En Uruguay, 51% de los varones está “muy de acuerdo” o “algo de acuerdo” con que “se ha llegado tan lejos” en la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres que ahora se los está “discriminando” a ellos. Esta percepción es compartida por 39% de las mujeres y es mayor entre las personas de 60 años o más (53%). Así se desprende de una encuesta de la Usina de Percepción Ciudadana (UPC) realizada entre el 23 y el 26 de febrero, que contempló una muestra de 500 personas, representativas de la población nacional mayor de 18 años.

Además, 24% de los varones expresó que el avance del movimiento feminista es una “amenaza” para su vida, frente a 11% de las mujeres consultadas. Esta idea encontró mayor apoyo entre las personas de 30 y 44 años (22%).

Por otra parte, el estudio apunta que 27% de la población considera que la Ley 19.580 de violencia hacia las mujeres basada en género “es perjudicial para los varones”, un porcentaje que, si se desagrega por género, aumenta a 39% entre los hombres y desciende a 16% entre las mujeres.

La antropóloga especializada en masculinidades Fernanda Gandolfi señaló a la diaria que esa discriminación o amenaza percibida por los varones responde a una “crisis de la masculinidad”, un fenómeno que se aborda desde “hace tiempo” en el ámbito de los estudios de las masculinidades y se vincula, principalmente, al estudio de las reacciones de los varones frente a las “impugnaciones” de los feminismos a un “orden de género desigual, en el que los varones claramente tienen un estatus de dominación y de privilegio”.

Para Gandolfi, otro punto central es que el movimiento feminista plantea una “ruptura” con el “orden binario y complementario de género” que “cuestiona las fronteras sexuales” y, de alguna manera, “conduce a una disolución de la identidad de género y especificidad de género de los varones”. La antropóloga sostuvo que este es un planteo importante porque, para varios expertos en el área, una de las “claves de la masculinidad” es que su “subjetividad” está “íntimamente ligada a la identidad de género”.

En la misma línea, Andrea Tuana, directora de la asociación civil El Paso y magíster en Políticas Públicas de Igualdad, explicó que autoras como la antropóloga feminista argentina Rita Segato apuntan que “la identidad masculina se construye y constituye desde la potencia y dominación”, que se expresan en el ámbito sexual, económico, político, intelectual, entre otros. “Entonces, cuando desde los feminismos se les dice ‘esto no es potencia sexual, es violación’, se pone en cuestión el lugar del varón y, por lo tanto, su identidad”, detalló a la diaria.

Las psicólogas e integrantes de la Red Psicofeminista Natali Toro y Paula Martínez Sena, que trabajan con varones cis en sus consultas, compartieron la postura de Gandolfi y de Tuana. Un elemento que agregó Martínez Sena es que los varones no tienen “demasiadas posibilidades” de reaccionar de otra manera frente al avance de los feminismos porque fueron educados para tener una respuesta “violenta” y “defensiva” frente a lo que perciben como un cuestionamiento a su masculinidad.

Asimismo, en diálogo con este medio, las psicólogas plantearon que, en los ámbitos de consulta, algunos varones tienden a proyectar la culpa hacia un otro, en este caso a las mujeres, y no son capaces de preguntarse qué tienen que ver con ellos las reivindicaciones que hacen los feminismos ni conectar con las violencias que el patriarcado ejerce sobre ellos mismos.

Toro apuntó que hay varones que llegan a la terapia con un lenguaje propio de la agenda de derechos, pero suele ser más un cambio en las palabras que en los hechos. Entonces, por más que se muestran de acuerdo con el discurso de los feminismos, no logran empatizar con las situaciones que atraviesan las mujeres porque “no han desarrollado la empatía como algo natural”. “Si vos empatizás, es muy difícil explotar, oprimir o abusar de tus compañeres”, aseveró Martínez Sena, y opinó que la empatía es la herramienta necesaria para que puedan ver las violencias que ejercen, “a veces, sin darse cuenta”.

Punitivismo, miedo e intimidación

Darío Ibarra, doctor en Psicología especializado en masculinidades y director de la organización civil Centro de Estudios sobre Masculinidades y Género, consideró que existen dos motivos principales por los que los varones se ven amenazados ante el avance del movimiento feminista.

Por un lado, por el hecho de que aún se “malentiende” la definición de feminismo y se confunde con el “hembrismo”, que “es lo opuesto al machismo”. Por otro lado, porque “muchas personas que trabajan en el ámbito feminista tienen una postura punitivista: ponen énfasis en el castigo, no creen en la reeducación y en la rehabilitación”.

El especialista sostuvo que este enfoque, así como recurrir al “escrache” o la “cancelación”, genera un “repliegue masculino”. Si bien reconoció que estas herramientas a veces son utilizadas porque la Justicia no ofrece garantías necesarias en casos de denuncias por violencia sexual, hoy se usan “para cualquier cosa”. “No es lo mismo escrachar y cancelar a un violador, a un pedófilo o a un femicida, que cancelar a alguien que te mandó tres mensajes sexuales, le dijiste que no y sigue insistiendo”, apuntó.

Por su parte, Sebastián Bello, integrante del colectivo Varones por la Igualdad –“un grupo de varones adultos” que trabaja “por la igualdad de género en Uruguay”, según describe su perfil de Instagram–, dijo a la diaria que ellos no se sienten amenazados por el avance del movimiento feminista y que, de hecho, “ha sido una fuente importante” para que puedan “pensar y ver cosas, lo que hay que modificar”.

No obstante, reconoció que en intercambios con los integrantes del colectivo ha surgido el planteo de que se sienten “incómodos”, sobre todo porque “hay feministas que piensan que el feminismo es cosa de mujeres y que los varones queremos decirles o marcarles qué es lo que tienen que hacer”, aunque aclaró que “eso es otra cosa que tener miedo”.

Diferencias generacionales

Las “amenazas” que identifican los varones varían según la su franja etaria, señaló Ibarra. En base a su experiencia con varones en territorio y en consulta, dijo que aquellos entre 25 y 40 años son los que tienen “más miedo” de que las mujeres los denuncien. Por eso, en el caso de un vínculo heterosexual, cuando conocen a una mujer, desean tener relaciones sexuales y sienten que la mujer comparte esa voluntad, “no hacen nada”, ejemplificó. Eso es parte del “repliegue masculino”, afirmó el especialista.

En cambio, en hombres que tienen entre 40 y 50 años, “que no tienen muchas herramientas o instrumentos comunicacionales, aparece otro tipo de repliegue que es: ‘no voy a discutir con mi esposa porque me da miedo”, no sólo ante la posibilidad de ser denunciado, sino también a tener discusiones con su pareja. El psicólogo aclaró que esto no quita que deba haber un trabajo de reeducación con los varones; “estoy mostrando por qué los varones, a veces, se repliegan”, dijo.

Si bien la encuesta de la UPC no contempla a niñas, niños y adolescentes, Tuana compartió lo que observa en relación a este tema en los talleres de género que imparte para jóvenes. La activista dijo que hay tanto “gurises que vienen muy formateados con el tema del machismo” como otros que tienen un “discurso que va más hacia la igualdad”.

De todas formas, planteó que los niños y adolescentes varones están “dispuestos a abrir su cabeza” cuando se problematizan situaciones concretas. “En las nuevas generaciones, hay ideas que están más avanzadas. Te dicen ‘obvio que una mujer no tiene que seguir a su marido y dejar sus proyectos personales’”, ilustró Tuana.

Sin embargo, dijo que hay un “núcleo duro que todavía no logramos transformar” y aparece en la subjetividad de las y los jóvenes en situaciones concretas como, por ejemplo, que el varón se enoje porque su novia salió a bailar con amigas, pedirle la contraseña de su celular, hacer comentarios sobre la vestimenta y otras actitudes que ellas aceptan y naturalizan. Luego, en la medida en que crecen, aún se observan mandatos tradicionales en ámbitos como la maternidad, las tareas del hogar y de cuidado de personas a cargo, señaló Tuana.

Las derechas y el discurso de la “ideología de género”

Según la información recopilada por la UPC, 64% de las personas que votaron a la coalición multicolor en las elecciones nacionales de 2019 comparte la idea de la discriminación hacia los varones, más del doble que los votantes del Frente Amplio (FA) (27%). Una situación similar se repite en el caso de la percepción del feminismo como una “amenaza”: mientras que 7% de las personas que votaron al FA se mostró de acuerdo, la cifra aumenta a 26% entre los simpatizantes del oficialismo.

A su vez, 41% de los votantes de la coalición de gobierno consideró que la Ley 19.580 es perjudicial para los hombres. Esta postura disminuyó a 14% entre los simpatizantes de la coalición de izquierda. Según las especialistas y el psicólogo, el avance de las derechas en la región y en el país con sus discursos tradicionalistas y conservadores potencian el rechazo al movimiento feminista y usan recursos como apelar a la mal llamada “ideología de género” o el falso “síndrome de alienación parental”.

“Me parece que el avance de las derechas utiliza muy bien el crecimiento del feminismo para ponerlo a jugar a su favor. Es muy inteligente la estrategia de la derecha en este sentido”, señaló Toro. En esa línea, Gandolfi se refirió al análisis de la investigadora y periodista alemana Susanne Kaiser, que plantea que “en los últimos tiempos vemos una masculinidad politizada como plataforma de base que logró aunar diferencias en distintos sectores de aspiraciones autoritarias y conservadoras, que luchan contra la llamada ‘ideología de género’ y la relativización de un poder masculino que perciben una degradación”.