Cuando se fundó la revista Cotidiano Mujer, en 1985, Elena Fonseca se puso en los hombros la tarea de que cada número tuviera una columna que apuntara a “registrar el papel de las mujeres en la historia, recordando, en algunos casos, y rescatando del olvido, en otros, el protagonismo de tantas mujeres que la historia oficial ignoró”. En esas páginas, Elenota homenajeó a mujeres referentes uruguayas que hicieron historia en sus distintos ámbitos de acción como María Abella, Elena Quinteros, Julia Arévalo, Delmira Agustini o Paulina Luisi.
Hoy el homenaje es para ella.
Elenota falleció el pasado 29 de diciembre, dos semanas después de cumplir los 94 años, cerca del mar, en su casa de La Juanita.
Periodista, activista feminista, militante por los derechos humanos y, en su última etapa, férrea defensora de los derechos de las personas viejas (un término que reivindicaba), deja un legado invaluable para el movimiento social.
Fue una de las fundadoras de Cotidiano Mujer y formó parte del equipo de redacción de esa publicación que durante muchos años puso en agenda temas de los que nadie hablaba, como la paridad política, la legalización del aborto, el placer sexual de las mujeres, las brechas salariales y la violencia de género.
En agosto de 2024, cuando Cotidiano Mujer celebró sus 40 años, en una tardecita fría y lluviosa, Elenota estaba sentada en la primera fila. Cuando la invitaron a hablar, eligió resaltar el abordaje que hizo la revista sobre la violencia doméstica, “un concepto que no existía” en ese momento. “Creamos para el diccionario futuro una idea que no era la que se trataba en la crónica policial como un crimen cualquiera, esto de que un hombre había matado a una mujer por pasión, porque la quería tanto, por todo lo que ya sabemos. Fue muy importante”, reflexionó, en una de las tantas actividades públicas a las que asistió en sus últimos meses de vida.
Además de escribir en la revista, la comunicadora condujo entre 1994 y 2021 el programa Nunca en domingo, que fue transmitido en Radio Universal (AM 970), a partir de 2016 en formato podcast, y que es, al día de hoy, el único programa feminista que tuvo la radiofonía uruguaya.
La lista de los aportes significativos que hizo Elenota incluye la primera traducción al español del discurso que hizo en la Asamblea Nacional la activista francesa Simone Veil, impulsora de la ley que despenalizó el aborto en Francia, a 20 años de su aprobación. También publicó el libro Cosa juzgada: otra forma de ver la violencia de género (2002), con Graciela Dufau Argibay, y en 2017 asumió junto con Carmen Tornaría la organización del Espacio de la Memoria Feminista en el XIV Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe (Eflac).
Su trayectoria le fue reconocida en vida. En 2016 fue nombrada ciudadana ilustre por la Intendencia de Montevideo y, más recientemente, en marzo de 2024, fue homenajeada por la Red de Organizaciones de Personas Mayores del Municipio B por su “lucha y constancia a través de los años en pro de los derechos de las mujeres, una tarea ardua que ha sido fuente de inspiración para la red y para la sociedad uruguaya”.
Con las nuevas generaciones y por las viejas feministas
“Lo que más reivindico de Elenota es su capacidad de vincularse horizontalmente con otras generaciones, pero no desde un lugar pasivo, sino desde su sabiduría de vida”, destacó Lilián Celiberti, amiga, compañera y cofundadora con ella de Cotidiano Mujer, en diálogo con la diaria. Una sabiduría de vida que “no viene de libros” ni “de teoría feminista”, sino “por encarnar el feminismo en su propia vida, en sus búsquedas y en sus análisis, hablando de parejas, de amor, de relaciones humanas, siempre con una mirada muy certera, muy amplia, muy revolucionaria, nada convencional”, recordó.
La actual coordinadora de Cotidiano Mujer aseguró que la comunicadora “siempre estuvo innovando en relaciones humanas significativas”, y eso es “lo más destacable de su presencia”: “Estuvo presente hasta en las últimas marchas por Palestina, en todos los 20 de mayo; en fin, siempre en las causas más justas la convocaban”, agregó.
Para Celiberti, su compañera hizo dos aportes centrales: por un lado, todo su trabajo para reivindicar la memoria feminista; por otro, “su enseñanza sobre envejecer siendo feminista”.
Elenota empezó a pensar la vejez desde el feminismo en los últimos 15 años. De hecho, sus primeras reflexiones sobre el tema se hicieron públicas en el Eflac de 2011, en Colombia. Desde ese entonces, centró parte de su militancia feminista en reivindicar el ser vieja en un mundo donde esa etapa de la vida es relegada en la cultura, en la sociedad e incluso en el diseño de las políticas públicas.
Contra todo eso, ella rompió estereotipos y tabúes. Lo hizo cuando habló de las “miles de formas” de vivir la sexualidad para las adultas mayores (como dijo en 2020 en una entrevista en No toquen nada) o esa vez que abogó por “no acatar” muchas “cosas que nos dicen a las viejas”, como que “no hay que salir de noche” o que no hay que “vestirse de tal manera” (entrevistada por TV Ciudad en 2022).
Esta militancia la llevó a integrar desde sus comienzos el colectivo Mujeres con Historias, fundado en 2018 con el objetivo de crear el primer proyecto de vivienda colaborativa feminista para personas adultas mayores en nuestro país.
Sabia e irreverente
Consultada sobre cómo resumiría quién fue Elenota para aquellas generaciones que no siguieron de cerca su trayectoria, Celiberti respondió: “Una mujer sabia, irreverente y que construyó el feminismo en su vida, en sus opciones, en sus maneras de pensar, en sus búsquedas, sin acartonarse jamás, y sobre todo sin tener nunca ninguna aspiración de poder más que la calidad humana del diálogo y de la amistad”.
Este sábado de tarde, personas queridas y familiares van a arrojar sus cenizas en José Ignacio, donde fueron esparcidas las de los dos hijos que fallecieron en estos años.
En febrero, con fecha aún a confirmar, sus amigas y compañeras de militancia feminista tienen previsto celebrar una “ceremonia” para encontrarse, “pensar y hablar de quien nos dejó”, adelantó Celiberti.
Además de su amiga y compañera, Elenota era su vecina. “Yo siempre la sentía caminar y no sabés el dolor que me da ese vacío en el piso de arriba”, lamentó la referente. “Pero también tenemos que aprender a morir”, agregó, y dijo que hacerlo es otra forma de homenajearla, porque “la práctica de vida de aprender a envejecer y a morir” también es una de las enseñanzas que ella nos dejó.