Mucho se habla de inteligencia artificial, aplicaciones y economía de plataformas, pero, sin dudas, los cuidados son el trabajo del futuro. Todas las personas necesitamos que nos cuiden, somos seres interdependientes. Sin embargo, la carga de cuidados sigue recayendo mayormente en las mujeres, en función de la socialización de género más hegemónica que nos cría con bebés de juguete en la mano, cuando todavía gateamos.
Las mujeres dedican 14 horas semanales más al trabajo no remunerado que los varones, según la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado difundida en 2023. Esto supone que nosotras dedicamos dos tercios de la jornada a tareas domésticas no remuneradas en los hogares, como la limpieza, la alimentación y el cuidado de niñas y niños de entre cero y tres años, y un tercio al trabajo remunerado, mientras que en los varones el uso del tiempo es a la inversa.
Uruguay supo destacarse en la región al crear por ley, en 2015, el Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC), consagrando el trabajo de cuidados como un derecho que el Estado debe garantizar.
Aquella promesa del último gobierno de Tabaré Vázquez, anunciado “buque insignia” de esa gestión, modificó su organigrama en el gobierno de Luis Lacalle Pou y fue “desarticulado” –al decir de la flamante directora de Cuidados, Valentina Perrotta–, desjerarquizado y tuvo un presupuesto congelado desde 2020 (se destina 0,4% del PIB).
En lo inmediato, como dijo Susana Muñiz a la diaria, “el diálogo por la seguridad social deberá abordar nuevas formas de financiamiento del sistema”. Hoy ese financiamiento viene principalmente de Rentas Generales. Perrotta considera que una nueva forma de financiar el Sistema Nacional de Cuidados podría ser mediante aportes, similar a lo que se hizo con el Fonasa, y copagos.
En diálogo con la diaria, a poco más de una semana de asumir el cargo, la magíster en Género, Sociedad y Políticas, socióloga feminista especializada en Cuidados, docente de la Facultad de Ciencias Sociales que además integró el Comité Consultivo de Cuidados del SNIC (órgano conformado por representantes de las organizaciones sociales, trabajadoras, la academia y los prestadores privados de servicios de Cuidados) en representación de la Universidad de la República, dijo que no le corresponde todavía hacer anuncios sobre posibles nuevas formas de financiar el sistema, pero que hay distintas iniciativas para poner en juego.
“La discusión de cómo se va a financiar el SNIC para poder hacer proyecciones no está nada resuelta. Financiar el sistema de cuidados es una discusión que tiene toda América Latina; hay distintas iniciativas. Una está basada en un fondo de mínima, estimado en una consultoría que el BID [Banco Interamericano de Desarrollo] presentó recientemente. Yo siempre lo comparo con el Fonasa porque soy consciente de que en cinco años no se va a llegar a todos los quintiles. Pero, si todos aportamos al sistema, tengo que tener claro que eso va a derramar en algún momento para que quien lo necesite tenga un cupo en un centro de ocho horas para un niño de dos años”.
Como señaló Muñiz, la modificación de la estructura va a formar parte del proyecto de Ley de Presupuesto. Para Perrotta, “importan las señales” y, en ese sentido, una acción clara sería primero “separar” Cuidados de Discapacidad, para jerarquizar cada área y que vuelvan a ser direcciones nacionales del Ministerio de Desarrollo Social (Mides), en vez de una Secretaría de Cuidados y Discapacidad. De máxima, ya hubo pedidos desde la sociedad civil para que Cuidados dependa directamente de Presidencia de la República. A la vez, la directora remarcó que en esta nueva administración “vamos a tener presente esta idea de que INAU [Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay], la ANEP [Administración Nacional de Educación Pública], el MSP [Ministerio de Salud Pública], el MTSS [Ministerio de Trabajo y Seguridad Social], el BPS [Banco de Previsión Social], el Inefop [Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional], el Mides y el MEF [Ministerio de Economía y Finanzas] son parte del SNIC; no es sólo el Mides”.
Días de aterrizar
Perrotta reconoce que cuida especialmente a sus dos hijos y a su papá. Y que es cuidada por mucha gente, dice. Por su pareja, sus amigas, su madre. A fin de año estuvo internada una semana y volvió a repensar en los tiempos de cuidado, así como en las formas y la formación de quienes quedan a cargo de cuidar. Y en los costos afectivos y materiales que este trabajo implica.
Perrotta conoce el SNIC. Subraya una y otra vez que “no es un programa”, como tantas veces lo escuchó caracterizar en el período de gobierno anterior. En estos primeros días de gestión mantuvo reuniones con los distintos equipos de trabajo que hacen parte del sistema. Dice que se sorprendió por encontrar algunas cuestiones “muy debilitadas”.
“Los equipos de trabajo tienen una carga muy emotiva porque sufrieron y pasaron mal, en términos de que tenés equipos técnicos tan formados, con tanta trayectoria, y en cinco años no creció la política pública. Entonces están muy ávidos de opinar, aportar, traer sugerencias. Hay muchas propuestas de los equipos, y eso para mí es maravilloso. Yo soy muy ejecutiva, así que ya me llevo cosas para resolver, para rever, para repensar. Y les digo: ‘Sueñen en grande’. O sea, no se casen tampoco con lo que había en 2015. Yo tengo claro que eso tuvo unas cuantas virtudes y también cosas que en su momento se diseñaron, que pueden haber funcionado o no, pero que hay que evaluar, repensar y crear, a la vez que seguís atendiendo. No hay que frenar todo y rediseñar porque obviamente hay muchas necesidades y muchas demandas creadas. Hay una larga lista de espera para algunos servicios. Pero, dentro de toda la debilidad institucional que encontramos, hay equipos técnicos muy valiosos, con mucha reflexión”.
¿Qué áreas hay que repensar?
Asistentes personales, los centros CAIF o la atención a la primera infancia. Y darles más importancia a la población de adultos mayores y a las personas con discapacidad.
Claramente, hay que aumentar los cupos en los CAIF, pero también hay que aumentar la carga horaria. Esos servicios tienen que adecuarse a las necesidades de las familias, no es que todos los niños vayan a precisar ocho horas. Hay que empezar a pensar más no desde las necesidades del centro o desde el lado de la gestión, sino desde las familias y sus necesidades. Y ahí diversificar.
Lo mismo ocurre con el programa de Asistentes Personales: hay que repensar los perfiles profesionales. Se hizo un esfuerzo enorme por generar una currícula de formación. Hoy en día, casi la totalidad de las asistentes personales están trabajando, pero no es lo mismo cuidar un niño que tiene una neurodivergencia o una dependencia vinculada a esto, que a una persona mayor que hizo un ACV. Hay que pensar en ciertos perfiles posibles para tener asistentes personales con perfiles diversos, que resulte más atractivo como salida laboral, a la vez que genere mayores oportunidades laborales y de crecimiento para las trabajadoras. Que puedas tener especializaciones y que eso se adapte a lo que a lo que la persona que requiere cuidados necesita. ¿Es lo mismo lo que se hace en domicilio que lo que se hace en un aula? No.
Desde la perspectiva cultural, la cuidadora sigue muy unida a una enfermera, ¿no?
Sí, así como seguir llamando “casas de salud” a los centros de larga estadía. Hay que trabajar mucho culturalmente. Si nosotros decimos que queremos que los hombres también sean parte del sector, hay que volverlo un sector atractivo, valorado y bien pago en el mercado laboral. Estamos lejísimos de eso todavía. Si sos un varón de mediana edad que no tiene una formación secundaria completa, que le pagan mejor con otros oficios, arreglando algo, que cuidando a alguien, no es atractiva esta labor, ¿no?
De hecho, buscar esa profesionalización y reconocimiento es parte del convenio que se firmó con el ministro de Trabajo: volver a pensar en cómo fortalecer ese sector que es un sector poco articulado. Esto que vos decís de las enfermeras, por ejemplo. Las enfermeras pertenecen a un sindicato, sindicato de la salud; las educadoras de los CAIF pertenecen a otro sindicato; las trabajadoras domésticas tienen su sindicato; las asistentes personales, otro. No sé si hay una conciencia de que todas forman parte del sector Cuidados. Para que se sientan parte de un sector, deberían ganar lo mismo, obtener mejoras que algunas trabajadoras han obtenido en su sector. Desde el punto de vista del género, una de las cuestiones que debería considerar este sistema como uno de sus principios es la calidad del empleo que genera, que hoy en día es desigual y bastante precaria.
Podemos decir que hoy la gran mayoría de la sociedad sabe que la salud es un derecho. ¿Cómo se trabajará el cambio cultural para sensibilizar respecto de que los cuidados también son un derecho consagrado en Uruguay? Porque, en la medida en que uno conoce los derechos, puede exigir al Estado.
Por eso, yo siempre lo comparo con el Fonasa. Para que quede claro, soy consciente de que en cinco años sé que no se va a poder llegar con el SNIC a todos los quintiles. Pero sería bueno contar con CAIF o con jardines de la ANEP para toda la población que lo requiera. Creo que en algún momento el Fonasa nos dejó claro a todos en qué momento por tu sector, por tu grupo, por nivel socioeconómico, ibas a ingresar. Y esa planificación la tenemos que poder hacer para recaudar y permitir otras proyecciones del sistema. Se va construyendo esto de que todos aportamos y todos contribuimos solidariamente, y en algún momento nos toca.
Hoy creo que los sectores medios se ven como desprotegidos. Porque los sectores altos pueden pagar colegios, servicios para que cuiden a sus bebés de ocho a diez horas, lugares con cámaras que te muestran al niño, todo. Y, por otro lado, los sectores más vulnerados tienen prioridad en el acceso a CAIF o jardines de la ANEP, pero eso tampoco quiere decir que accedan, porque lo que notan los equipos es que, como en el período anterior el Estado se retiró de los territorios, ya no hay equipos que vayan a buscar a esas familias, que sostengan la participación. Las familias que por distintas razones tienen muchas dificultades para llevar a un niño todos los días a un CAIF, probablemente desistan de hacerlo si no estás arriba, si no acompañás, si no te quedás cerca de los barrios. Cuando había una red de un equipo territorial, sostenía esa demanda de que es importante que el niño concurra, para él y para la madre. Lo que está pasando es que esas familias no van y, en muchos casos, como los sectores medios no tienen la posibilidad de pagar, están usando centros CAIF. Y desde el Estado no se puede pensar que no tiene nada que hacer más que sentarse a esperar que venga la familia a usar los servicios. Hay que trabajar primero con la población más vulnerable y con esas mujeres que lideran esos hogares. No hay que esperar a que la gente demande el servicio. Hay que generar política pública y, a partir de ahí, claro que la gente lo va a usar, porque es una necesidad.