Después de dos años de trabajo, se presentó este viernes Desigualdades en el Uso del Tiempo y las Actitudes de Género, un proyecto de investigación que busca generar evidencia sobre las diferencias de género en el uso del tiempo en la población uruguaya y su evolución a lo largo del tiempo, además de fomentar el debate público sobre el tema y promover cambios en actitudes y políticas que conduzcan a una mayor equidad. La iniciativa fue coordinada por Verónica Amarante y Maira Colacce, del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA) de la Universidad de la República (Udelar), y contó con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Comisión Sectorial de Investigación Científica.

El equipo de investigadoras, que también integran Elisa Failache y Paula Barro, comparó los datos que arrojó la última Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, realizada en 2021, con los obtenidos en las dos encuestas anteriores (de 2007 y 2013). Los hallazgos quedaron plasmados en cinco documentos, elaborados entre 2023 y lo que va de 2025, que abordan el tema desde distintas aristas.

Entre los cambios más relevantes identificados durante ese período aparece una caída del tiempo destinado al cuidado de niñas y niños, y el incremento del trabajo no remunerado de los varones de entre 60 y 74 años con altos niveles de educación. El estudio expuso, por otra parte, que más allá de algunos avances, todavía persisten las desigualdades de género en la distribución de estas tareas.

Lo que persiste

Una de las principales conclusiones es que las mujeres continúan asumiendo una mayor carga de trabajo no remunerado y, en contrapartida, una menor carga de trabajo remunerado que los varones. Los resultados muestran que en el ámbito del trabajo remunerado, “las mujeres consistentemente dedican menos tiempo que los hombres, aunque esta diferencia se ha reducido”.

En cuanto al trabajo no remunerado –que abarca tareas de cuidados, domésticas, de apoyo a otros hogares de forma gratuita y las comunitarias o de voluntariado–, el estudio revela que si bien la brecha se redujo desde 2007, cuando las mujeres dedicaban el triple de tiempo que los hombres, en 2021 ellas todavía destinaban el doble de tiempo que ellos. Para las investigadoras, esta disminución “se explica principalmente por una reducción en la desigual distribución del trabajo doméstico (limpieza, compras, elaboración de alimentos, etcétera), dado que la desigualdad en el trabajo de cuidados se mantuvo relativamente estable entre 2007 y 2021”.

El análisis según el momento del ciclo de vida expone que, cuando se forma una pareja (heterosexual), aumenta la brecha en trabajo doméstico entre mujeres y varones, y que con el nacimiento de hijos “se incrementa significativamente la carga de trabajo no remunerado para las mujeres, quienes dedican más del doble de tiempo que los hombres a estas tareas, observándose simultáneamente una reducción en su relación de trabajo remunerado”. De todas formas, se puede ver que los varones ahora “aumentan un poco su trabajo de cuidados” en comparación con los años anteriores, en los que la llegada de hijos no les generaba ningún impacto, puntualizó Colacce, la investigadora encargada de presentar los resultados.

Además, el estudio evidencia que las brechas en trabajo no remunerado disminuyen una vez que los hijos se van de la casa, pero de todas formas “el trabajo doméstico sigue recayendo principalmente en las mujeres”.

Lo que cambió

Colacce profundizó en los dos cambios centrales que identificaron en el período analizado. El primero es el descenso del tiempo dedicado al cuidado de niñas y niños de 0 a 12 años, personas mayores o personas con discapacidad, que bajó de 6,3 a 4,2 horas semanales entre 2013 y 2021. Para las investigadoras, esto se explica principalmente por la caída en el cuidado de niños de 0 a 5 años que se reduce de 3,6 a 1,8 horas semanales, observada tanto para mujeres como para varones.

Por un lado, disminuye la proporción de personas que realizan tareas de cuidado infantil, que pasa de 18% a 10%, y que puede atribuirse a la importante caída en la natalidad registrada en el período. “Esto implica que la carga social de cuidado de niños se reduce en Uruguay porque hay una menor cantidad de niños que requieren cuidado”, deslizan las autoras.

Por otro lado, se reducen las horas de trabajo de cuidado de quienes cuidan a niños pequeños, que pasan de 18,6 a 15,2. En este caso, una posible explicación es la expansión de servicios de cuidado infantil en el período, como los CAIF, especialmente para niños y niñas de 0 a 3 años.

La economista afirmó que una de las conclusiones que se desprende de estos datos es que “efectivamente era cierto que las políticas de cuidado pueden alterar la distribución de tiempo de las personas dentro de los hogares”.

De todas formas, las investigadoras advierten que la reducción de la carga de cuidados en hogares con niños más chicos “vino acompañada de una profundización de la desigualdad de género: mientras que en 2013 las mujeres realizaban el doble de horas de cuidado de niños de 0 a 5 años que los varones, en 2021 realizan el triple”.

El segundo cambio identificado tiene que ver con la “convergencia” en los patrones de cuidado entre mujeres de diferentes niveles educativos. A grandes rasgos, esto significa que “las mujeres, en términos de nuestros patrones de cuidado, somos ahora mucho más parecidas entre nosotras”, sin importar el nivel socioeducativo, apuntó Colacce.

Sin embargo, esto no pasa en los varones, en quienes se identifica un incremento “notable” del trabajo no remunerado, específicamente en los de niveles socioeducativos más altos y de edades entre 60 y 74 años. Así, mientras en 2013 realizaban 26% del total de horas no remuneradas, en 2021 hacían 45%. El cambio se observa sobre todo en tareas de cuidado, especialmente las de jugar o salir a pasear con niñas, niños u otras personas dependientes.

Para las académicas, este cambio generacional podría relacionarse con nuevos arreglos familiares –como el incremento de hogares unipersonales, que en este grupo pasó de 11% en 2013 a 19% en 2021– y con nuevos patrones de vida tras abandonar el mercado laboral, que incluyen mayor participación en el cuidado de nietos, nietas o parejas dependientes.

La negociación puertas adentro y las políticas públicas

Para entender por qué se producen estos cambios en los patrones de distribución del trabajo de cuidado, las investigadoras analizaron cómo se da el proceso de negociación en las parejas heterosexuales. Lo que identificaron es que existen mayores desigualdades en hogares con “actitudes más conservadoras”. Es decir, “encontramos que en los hogares menos conservadores la proporción que hace la mujer del trabajo remunerado es más grande que en comparación con los otros hogares, y lo opuesto pasa con el trabajo no remunerado”, detalló la economista.

Esto sugiere que “los factores normativos y de poder dentro del hogar juegan un rol importante en la distribución del tiempo de mujeres y varones”. Por eso, las economistas consideran que es “imprescindible trabajar desde la política pública en la modificación de estas normas”, a través de “licencias paternales, políticas de cuidado infantil, flexibilidad laboral, programas educativos, iniciativas de edutainment [o entretenimiento educativo], corrección de percepciones erróneas sobre normas sociales, y el papel de los modelos de roles”.