Al partido le faltó el gol. O los goles, por lo visto en la cancha. Danubio y Cerro metieron un partido dinámico, abierto si se quiere, con fútbol rápido y buenas dosis de profundidad. Pero nada rompió el cero. Lo intentaron, pero no pudieron. Ese es el resumen.

Con el punto por bando, la recta final por meterse en uno de los cupos que dará la Tabla Anual para la Copa Libertadores está más abierta que nunca. Danubio ahora quedó cuarto (ver tabla), pasado por Defensor Sporting, que ganó el sábado, pero mantuvo los dos puntos de diferencia sobre su rival de ayer.

Si en la previa pintaba para ser un buen encuentro, en los minutos iniciales quedó demostrado por una sencilla razón: si está Carlos Gorsmüller en la cancha, hay altas probabilidades de maravillas. En casi la primera pelota que tocó, el volante danubiano armó lío. Con enganches cortos y amagues, se metió en el área y dejó un par de rivales por el camino; no fue gol porque Yonatan Irrazábal lo atoró y se le quedó con el balón. El arquero de Cerro también fue fundamental promediando el primer tiempo, cuando sacó al córner un tiro de Leandro Sosa. Porque sí: pese a la paridad, Danubio hizo esos méritos para el gol.

Fénix tuvo una clarísima a los 5 minutos del segundo tiempo. Antes había tenido algunas chances de convertir, pero un tanto más entreveradas que esa. Fue del picante Luis Acevedo. El botija dejó en el camino a Sergio Felipe y definió ante la salida de Federico Cristóforo. La pelota pasó cerca, coqueteando con el palo.

Así como es necesario destacar que cuando juega Grosmüller crecen las chances de magia, hay que decir que cuando ataja Irrazábal es sinónimo de buenas atajadas –o sea, de dificultades de marcar para sus contrarios–. Cuando faltaban diez minutos y monedas para que se terminara el partido, el Mono fue determinante para contener un tiro de Federico Rodríguez que era gol. Era, pretérito imperfecto. Que no fue. O que fue 0-0.