En su casa, en San Jacinto, Deyna Morales recibió a la diaria para conversar sobre el fútbol femenino, el camino que ha recorrido en este deporte y los sacrificios que ha tenido que hacer para seguir disfrutando de ser la capitana de la selección sub 17 de Uruguay, que viene de lograr el tercer puesto en el Sudamericano de Argentina y se prepara para jugar el Mundial que se celebrará en nuestro país en noviembre de este año. Con 16 años, juega en la primera división de San Jacinto Rentistas, uno de los clubes de su pueblo. Cuenta que le gusta tocar la guitarra, que eligió seguir el bachillerato artístico y se describe como una chiquilina más bien tranquila, que no sale mucho, y si lo hace es para ir a ver a La Vela, su banda preferida.

“Creo que todas las que jugamos somos algo revolucionarias para el fútbol femenino uruguayo”. Lo dijiste en una entrevista con la FIFA, ¿por qué pensás eso?

Porque se creen o piensan que el fútbol es de hombres. Nosotras jugamos y la gente tiene que entenderlo, tienen que saber que las mujeres también podemos hacerlo igual o hasta mejor que los hombres.

¿Cómo ves la actualidad del fútbol femenino?

Se está hablando mucho más, por suerte. Es amateur, claro, pero todas queremos que sea profesional. Eso va a llevar un poco de tiempo; creo que con el Mundial va a explotar el fútbol femenino.

¿Y el fútbol en el interior?

Tengo algunas compañeras que vienen desde el interior también: Sofía Ramondegui, Adriana Salvagno y Esperanza Pizarro. De hecho, acaban de salir terceras en la Liga de Desarrollo de Conmebol con Palmirense. Estoy orgullosa de ellas, dejaron bien en alto el fútbol de Uruguay y del interior del país.

¿Cómo ha evolucionado el fútbol femenino desde que empezaste a jugar?

La primera vez que fui a una práctica en el baby no quise ir más. Fui un día y no volví; me daba vergüenza, eran todos varones menos yo. No sé por qué, pero insistí y fui otra vez. Tenía muchos amigos que iban a la escuela conmigo también, que me apoyaron, estaban conmigo, y me quedé hasta 2015, que fue cuando se creó el San Jacinto femenino.

¿Qué análisis hicieron del Sudamericano que jugaron en San Juan?

Hicimos un buen Sudamericano, pero me parece que podríamos haber llegado a más: Brasil, el campeón, perdió contra nosotras, Colombia empató contra nosotras y Venezuela, que fue con el único cuadro que perdimos, quedó cuarta y se quedó afuera del Mundial. Nos quedó ese gustito medio amargo por ese gol que nos hacen a lo último.

¿Cómo será la preparación para el Mundial en Uruguay de acá en adelante?

Va a ser mucho más fuerte de lo que venía siendo. Hay un viaje a China, en breve. Intentaremos prepararnos lo mejor posible.

Se viene el primer Mundial femenino organizado en Sudamérica; además, es la segunda Copa del Mundo que se juega en Uruguay, desde el Mundial de mayores de 1930. ¿Cómo manejás la idea de ser partícipe de eso, y como si fuera poco, siendo la capitana de la selección?

Va a ser una experiencia muy linda jugar por Uruguay, más que ser la capitana. Cuando empecé a jugar al fútbol lo que menos me esperaba era ser la capitana de la selección. Si bien siempre soñás con estar ahí, no me lo esperaba. Que ese sueño se haga realidad es increíble.

¿Cómo te describís como futbolista?

Calentona, muy calentona. Técnica y táctica adentro de la cancha; no soy de marcar mucho pero si lo tengo que hacer lo hago.

Hay una diferencia entre ustedes, las chiquilinas de la sub 17, que empezaron a jugar al fútbol desde muy niñas, con respecto a las más grandes, que tal vez se encontraron con esta pasión un poco más tarde.

Claro, cambia un montón. Por ejemplo, yo empecé a jugar a los 9 años con varones, en el baby, y es muy distinto; desde las marcas, te pechan, te tiran, y vos tenés que acostumbrarte. Acá, en San Jacinto, no había cuadro de mujeres. Cuando yo entré fue que crearon el cuadro femenino y vinieron pila de gurisas.

Fuiste algo así como la fundadora del club.

Sí, yo no pensé que fueran a ir tantas gurisas, la verdad. Fueron pila y me alegró mucho, no sabía que tantas iban a querer jugar. Se arrimaron desde los alrededores también; por ejemplo, Lucía Pérez, que también juega en la selección, vino desde Tala, también vinieron desde San Ramón, Minas.

Llegaste a la selección a los 14 años y te fuiste a jugar un Sudamericano en Venezuela. Cuando llegó aquella oportunidad, ¿qué te decían en casa?

La primera vez que me convocaron para aquel Sudamericano en 2016 era de noche, me acuerdo, estaba con mi hermana y me llegó el mensaje. Cuando lo leí quedamos duras, no lo podíamos creer. Obviamente, mi familia estaba orgullosa y siempre me han apoyado.

Sobre la vida en el Complejo Uruguay Celeste

“Es muy distinta con respecto a entrenar en San Jacinto. Es increíble estar en la selección y entrenar en donde estuvieron Luis Suárez, Diego Forlán, Diego Godín. Nosotras estamos ya hace un tiempo juntas en este proceso de selecciones, nos conocemos mucho. Por ejemplo, en la mayor, llegaron varias de afuera, como Yamila Badell, que está en España, y no tienen tantos entrenamientos juntas como tenemos nosotras que estamos acá”.

Otras realidades

Su vida ha estado ligada a la pelota: “Siempre andaba peloteando contra la pared. En el jardín siempre estaba jugando al fútbol. Mis compañeros de la escuela me insistieron para que vaya al baby y me quedé para siempre”. Se quedó y se viste de celeste desde que tiene 14 años; el fútbol femenino crece a medida que sus años van pasando.

El fútbol femenino en otros países de América, incluso del mundo, es muy fuerte, y la diferencia con respecto a ellos es muy grande. ¿Qué análisis hacés de eso? ¿Qué hay que cambiar?

En primer lugar, que nos apoyen. Que se hable más, que pasen los partidos. El sacrificio que hacemos es muy grande. Para ir a las prácticas, por ejemplo, con las de la selección, salgo del liceo y me tengo que ir directo, no puedo ni pasar por mi casa; todo mi día se centra en eso, en el fútbol. Me he cambiado de liceo para poder jugar al fútbol; es lo que queremos, es verdad, pero el sacrificio es enorme. Se necesita un apoyo mayor.

¿Cómo es un día de tu vida?

Me levanto a las 6.00 y me voy al liceo. Ahora me cambié a uno de Pando por dos razones: acá en San Jacinto no hay bachillerato artístico de mañana, y de tarde no podía ir por las prácticas con la selección; además, ir a Pando me arrima un poco más al complejo de Uruguay. Voy al liceo de mañana, me tomo un ómnibus hasta el Complejo Celeste y ahí espero a que lleguen mis compañeras. Para comer hay que arreglárselas en el camino, no hay otra. Es un sacrificio pero es lo que queremos hacer.

¿Para estudiar cómo te arreglás?

Los fines de semana o de noche, cuando llego de todo el día. Tengo que empezar a llevarme cosas para leer en el tiempo que tengo de espera entre el liceo y la práctica. Además, arranqué un poco atrasada porque en marzo no pude ir a clase por el Sudamericano. Las faltas me las justificaron, por suerte.

¿Mirás mucho fútbol?

Sí, miro mucho fútbol de Europa, pero veo de todo. A la cancha iba más antes, a ver a Peñarol.

¿Con qué jugadores y jugadoras te identificás?

Me gustan mucho Sergio Busquets y Toni Kroos. En el femenino me gusta mucho Marta, de Brasil; Carli Lloyd, de Estados Unidos.

¿Qué leés?

Harry Potter me gusta mucho, lo leo pila.

¿Qué carrera te gustaría seguir?

Todavía no sé. Me gusta mucho la música, los instrumentos, el dibujo. Toco la guitarra. Me gusta mucho el rock, escucho La Vela Puerca.

¿En tus ratos libres qué hacés?

Toco la guitarra y escucho mucha música. Casi siempre estoy en casa; a veces salgo con amigos a dar una vuelta.

¿Un deseo para este 2018?

Ganar la Copa del Mundo. Con eso sueño. Va a ser difícil, obvio; están Alemania, Estados Unidos, entre otras, pero lo vamos a intentar.

Buenos vecinos

Deyna juega de local con su cuadro, San Jacinto Rentistas –recientemente el equipo montevideano se unió a San Jacinto para competir en la AUF–, en el estadio Mario Vecino de su ciudad natal. El nombre del estadio es en homenaje al papá de Matías, volante del Inter de Milán y de la selección uruguaya mayor. Sobre su coterráneo de la selección masculina dijo lo siguiente: “No hemos hablado ni nada. Lo conozco desde chica; me acuerdo una vez que en una entrega de premios del baby fútbol hablamos un poco”.

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